Pequeña y enjuta, Tionne corrió a paso ligero por
los pasajes metálicos. Recorrió apresuradamente los pasillos que se curvaban,
desapareciendo en la distancia bajo la parpadeante luz de paneles luminosos que
funcionaban intermitentemente. Algunos de los componentes electrónicos habían
sido arrancados, saqueados por gente como Fonterrat. Se agachó para evitar una
placa que colgaba del techo y rodeó la mole de un droide obrero roto y de
modelo antiguo.
El aire olía agrio, viejo, polvoriento. El silencio
pesaba como una mortaja, interrumpido solamente por distantes golpes y gemidos
metálicos conforme la estación temblaba ante
los feroces ataques de Teedio. Un siseo de fondo como estática crepitaba
contra algunas de las placas del muro exterior, la lluvia de partículas de alta
energía derramándose por la tormenta solar.
Siguió explorando. Muchas cámaras estaban
bloqueadas por sistemas de seguridad congelados o por pilas de escombros.
Varios de los módulos habitacionales sellados para seres que no respiraban aire
habían salido disparados hacia el espacio, dejando sólo puertas espaciales
selladas y los conectores arrancados de los lugares donde habían sido lanzados.
Tionne sabía que todos esos módulos habían sido añadidos, uno a uno, durante el
crecimiento de la estación; supuso que alguno de los módulos más valiosos
podrían haber sido robados enteros del conjunto de la Estación Exis.
Los pasillos parecían conducirla hacia una zona
central, y siguió sus corazonadas, absorbiendo detalles con sus ojos ansiosos.
Finalmente, llegó a un espacioso paseo y se detuvo atónita mientras sus últimos
pasos resonaban varias veces en la cámara cerrada.
La cúpula del techo brillaba con ventanales de
transpariacero triangulares y con forma de diamante que iluminaban la amplia
zona abierta con destellos de colores. Parpadeos de luz eléctrica crepitaban desde
la estrella llameante, moteando las placas de cubierta. En los muros había
grabados descoloridos emblemas y glifos familiares junto con otros símbolos
antiguos. El amplio espacio cerrado parecía una catedral, un lugar de
encuentro... posiblemente el lugar de una gran convocación.
Tionne reconoció de inmediato los nichos incrustados,
recipientes para gruesas placas de memoria cristalinas, un antiguo dispositivo
de almacenamiento de información. Por desgracia, actualmente poca gente podía
leer datos de una tecnología tan antigua, por lo que los carroñeros no se
habían molestado en recoger las placas. ¡Dejándolas para ella!
Tionne estudió los archivos de Exis con absoluto
placer. Tomó una placa tras otra, estudiando los resúmenes grabados, antiguos
discursos, la filosofía de los antiguos Caballeros Jedi, reminiscencias de
maestros moribundos que habían vivido durante cientos y cientos de años. Sintió
que se quedaba sin aliento, y sus manos temblaron. ¡Una fortuna en
conocimiento! Había estado buscando toda su vida un tesoro como este.
Pero entonces la Estación Exis retumbó bajo ella,
con las placas de la cubierta gimiendo mientras el furioso sol continuaba
golpeando con intensas llamaradas, causando daños letales. Tionne pudo sentir
cómo la estación apenas podía mantenerse de una pieza. Tenía que tomar esas
placas cristalinas, tantas como pudiera cargar consigo, y apresurarse a volver
a su nave. Permanecería hasta el último momento, pero tenía que rescatar tanto
como pudiera. No podía permitir que todo eso fuera destruido.
Recogió placa tras placa, sujetando las gruesas
láminas de cristal bajo sus brazos, deseando haber traído algo más eficiente
para transportarlas. Tenía la garganta seca, y respiraba frenéticamente
mientras trabajaba.
Sin embargo, Tionne se detuvo en seco cuando tomó
una de las placas y vio por las marcas que contenía una grabación del mismísimo
discurso dado por Nomi Sunrider en la gran convocación de Caballeros Jedi.
Tionne sintió que se le entumecían los dedos al
agarrar la placa. ¡La propia Nomi Sunrider! ¡Sostenía en sus manos las
auténticas palabras, las imágenes! Podía sentir cómo la legendaria heroína Jedi
se movía, hablaba y gesticulaba. El corazón se le hinchó en el pecho.
Entonces sintió, tanto como oyó, que alguien se
acercaba, y se giró justo a tiempo para ver a un hombre acompañado de un droide
astromecánico. Reconoció al instante, de todas las imágenes que había visto, a
Luke Skywalker, héroe de la Rebelión. Finalmente había venido hasta aquí.
¡Fonterrat le había hecho llegar su mensaje después de todo!
-¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? –dijo
Luke-. ¿No sabes que esto es peligroso? Esta estación se está haciendo pedazos.
Sin embargo, antes de poder responderle una
explosión arrasó la Estación Exis, resonando como un gong por el casco. La onda
de choque sacudió la estación, haciendo que Tionne perdiera el equilibrio y
cayera. Las placas de datos cayeron a su alrededor. Uno de los cristales se
hizo añicos, pero los demás permanecieron intactos. El droide astromecánico
lanzó un chillido mecánico mientras rodaba por las placas de cubierta. Tionne
estaba completamente admirada al ver cómo Skywalker lograba mantener el
equilibrio, usando habilidades Jedi para permanecer en pie.
-¡Erredós, encuentra un terminal de datos! –gritó-.
Conéctate y averigua qué ha sido eso, qué alcance tienen los daños. –Corrió
hacia Tionne y se agachó-. ¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí?
Ella estaba a gatas por el suelo tratando de
recuperar las placas de datos que había tenido en sus brazos.
-Soy Tionne. Te envié un mensaje para que vinieras
aquí. Pensé... –jadeó, tratando de recuperar el aliento mientras apretaba las
placas de datos contra su pecho-. Pensé que, ya que estás entrenando Jedi,
querrías venir aquí y descubrir la historia Jedi.
-Pero toda esta estación se está desmoronando –dijo
Luke-. Será mejor que salgamos tan pronto como podamos.
-Entonces ayúdame a llevar algunas de estas placas.
–Tionne le entregó varias de su montón, y luego tomó más del archivo. Miró con
tristeza la placa de datos destrozada en el suelo, y entonces agarró con más
fuerza las demás. Al menos había salvado el discurso de Nomi Sunrider.
Erredós ululó lastimeramente desde la estación del
muro tratando de adaptar sus circuitos a la arcaica electrónica de la Estación
Exis. Sobre sus cabezas, el techo vibraba, como si estuviera logrando mantener
a duras penas su integridad ante las calcinantes llamaradas. Luke se inclinó
junto al pequeño droide y vio la lectura.
-Supongo que la nave de la bahía de atraque es tuya
–dijo por encima de su hombro.
-Sí –respondió Tionne-. La llamé Buscador de Sabiduría.
-Bueno, pues ahora no va a ir a ninguna parte... ni
tampoco mi ala-X. Uno de los motores estabilizadores estalló con la tormenta de
fuego, y la explosión se llevó por delante los circuitos de la puerta. Nuestras
naves están atrapadas, y dado que esa sección está actualmente bajo la
radiación solar total, ni siquiera podemos ir allí para comenzar las
reparaciones. Tenemos que esperar hasta que la Estación Exis rote hasta dejar
de nuevo a la sombra la bahía de atraque.
Tionne trató de calmarse cuando la adrenalina del
miedo aceleró sus sentidos, haciendo que todos los colores fueran más
brillantes y el metal resplandeciera. Escuchó el sonido quejumbroso de una de
las placas del casco.
-Si la estación aguanta hasta entonces –dijo.
Luke comenzó a decir algo, y entonces el techo
emitió un extraño crujido. Miró hacia arriba, con los ojos centelleantes. Con
un chasquido siseante, uno de los paneles triangulares de transpariacero
coloreado saltó de su marco tras miles de años de tensiones.
En la descompresión explosiva, Tionne sintió que
los oídos le estallaban. Su cabello plateado flotó sobre su cabeza dejándose
llevar por el aire milenario que abandonaba la estación por la pequeña
apertura.
-¡Rápido! –dijo Luke, agarrándola del brazo y
dejando caer accidentalmente varias de las placas de datos-. Tenemos que
sellarnos en algún sitio detrás de un mamparo.
Erredós-Dedós soltó un pitido y dio media vuelta
sobre sus ruedas. Luke indicó a Tionne que le siguiera por donde él había
venido, un pasillo que ella no había explorado. Él se puso inmediatamente al
mando, pero no parecía saber exactamente hacia dónde iba. Mientras el aire
fugitivo rugía tras ella, corrió detrás de él, abrazada a las preciosas placas
de cristal, deseando poder volver atrás y recoger otro puñado, pero el súbito
cambio en los puntos de tensión de la Estación Exis había doblado y quebrado
otra de las ventanas de transpariacero. Pronto, toda esa cámara quedaría
inhabitable, expuesta al espacio.
Corrió detrás del Maestro Jedi, con sus pequeños
pies deslizándose por las placas de cubierta. Giraron hacia otro pasaje lateral
donde el pasillo se curvaba desde la biblioteca principal y el museo Jedi hacia
los módulos habitacionales externos. Luke se detuvo en seco frente a una
esclusa doble sellada que mostraba varias marcas brillantes. Tionne creyó
reconocer la escritura, el lenguaje de la Antigua República, una antigua
inscripción Jedi.
Erredós-Dedós se detuvo en la intersección de un
pasillo y trinó para sí mismo mientras extendía su conector de datos y accedía
a otro panel de control en la pared.
Luke Skywalker ignoró al droide y corrió hacia la
puerta doble.
-Si este mecanismo aún funciona –dijo-, podemos
sellarnos dentro, donde quiera que sea. –Sus dedos revolotearon por los botones
como si supiera instintivamente cómo manejar la antigua maquinaria.
Sin embargo, Tionne sintió un súbito escalofrío
mientras se esforzaba en traducir la antigua inscripción. Dejando en el suelo
su carga de objetos, se lanzó hacia delante, gritando “¡No!” justo cuando Luke
conseguía abrir la esclusa.
Tentáculos con forma de garra de una niebla verde
amarillenta a alta presión surgieron de la rendija cuando la puerta se abrió
chirriando. Luke retrocedió tambaleándose, tosiendo, incapaz de respirar.
Tionne le apartó de su camino y se lanzó hacia el
panel de control, golpeando botones. No tenía ni idea de cómo manejar el
sistema, pero necesitaba cerrar y sellar la puerta de nuevo. El gas venenoso
continuaba escapando. Contuvo la respiración, pero le quemaban los ojos,
enturbiando su visión. Las lágrimas temblaron en sus irises de color
madreperla, pero Tionne siguió manipulando el sistema. Finalmente, con un
chirrido de engranajes mal engrasados, la puerta volvió a cerrarse dando un
golpe seco.
Luke se tambaleó contra la pared y se derrumbó en
el suelo, tosiendo, tratando de recuperar el aliento y desprenderse de los
gases que había inhalado.
Erredós-Dedós graznó triunfante, emitiendo pitidos
y haciendo destellar sus luces. En la intersección del pasillo, otro juego de
mamparos descendió desde el techo, cerrando el pasillo a la descompresión del
otro lado. Tionne y Luke estaban ahora a salvo de las ventanas rotas de la
biblioteca, y los propios sistemas de recirculación de aire de la estación
rápidamente drenaron el gas venenoso que Luke Skywalker había dejado entrar sin
querer a los pasillos.
Luke usó todas sus fuerzas restantes para recuperar
el aliento. Miró hacia donde se encontraba Erredós, bamboleándose victorioso.
-Gracias, Erredós. Pensaste más rápido que yo.
Tionne miró enojada a Luke.
-¡Ese era uno de los módulos habitacionales para
respiradores de cloro! Gas venenoso a alta presión. Si hubiéramos entrado ahí,
ambos habríamos muerto al instante –dijo, meneando la cabeza-. Eres un Maestro
Jedi, ¿no sabes leer la escritura de la Antigua República?
Luke inclinó la cabeza, avergonzado.
-Aún no he terminado esos estudios. –Respiró
profundamente y se controló para evitar toser de nuevo-. De hecho, aún no he
encontrado un maestro que pudiera enseñarme.
Entonces Tionne escuchó el retumbante gemido de
unas alarmas. Luces de color ámbar parpadearon en la doble esclusa. Con un
explosivo rugido, el módulo habitacional para respiradores de cloro se liberó
de sus agarres y salió despedido alejándose de la Estación Exis, eyectado en
una liberación de emergencia.
-Parece que hice algo más que cerrar la puerta de
nuevo –dijo-. He desenganchado el módulo completo de la estación. –Tionne
parpadeó asombrada-. Debía estar preparado de antemano para la separación. Yo
simplemente di los últimos pasos.
El gran módulo habitacional se alejó pesadamente,
distanciándose del anillo principal directamente hacia el sol ardiente... y a
su perdición. Tionne pudo sentir cómo la estación se estremecía, se inclinaba
sobre su eje, y comenzaba a girar alejándose de Teedio y sus llamaradas.
-Creo que has ayudado –dijo Luke, poniéndose en
pie, con un nuevo brillo en sus ojos-. Física simple. Cuando lanzaste ese gran
módulo, este ejerció un empuje contra la estación, enviándonos en la otra
dirección. Puede que nos hayas conseguido un poco más de tiempo.
-No mucho más –dijo Tionne. Mantenía las placas
históricas junto a ella, preguntándose su conseguiría salir de allí con vida
para poder verlas, ver íntegramente el discurso que hizo Nomi Sunrider, y
contribuir al conocimiento de la más preciada historia de la Nueva República.
Luke Skywalker se puso en pie con un extraño brillo
en sus ojos.
-Lo que has hecho me ha dado una idea –dijo-.
Vayamos al nodo de control central. Puede que la Estación Exis todavía esté lo
bastante funcional para lo que necesitamos hacer.
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