jueves, 17 de octubre de 2013

Tormenta de fuego (III)


Pequeña y enjuta, Tionne corrió a paso ligero por los pasajes metálicos. Recorrió apresuradamente los pasillos que se curvaban, desapareciendo en la distancia bajo la parpadeante luz de paneles luminosos que funcionaban intermitentemente. Algunos de los componentes electrónicos habían sido arrancados, saqueados por gente como Fonterrat. Se agachó para evitar una placa que colgaba del techo y rodeó la mole de un droide obrero roto y de modelo antiguo.
El aire olía agrio, viejo, polvoriento. El silencio pesaba como una mortaja, interrumpido solamente por distantes golpes y gemidos metálicos conforme la estación temblaba ante  los feroces ataques de Teedio. Un siseo de fondo como estática crepitaba contra algunas de las placas del muro exterior, la lluvia de partículas de alta energía derramándose por la tormenta solar.
Siguió explorando. Muchas cámaras estaban bloqueadas por sistemas de seguridad congelados o por pilas de escombros. Varios de los módulos habitacionales sellados para seres que no respiraban aire habían salido disparados hacia el espacio, dejando sólo puertas espaciales selladas y los conectores arrancados de los lugares donde habían sido lanzados. Tionne sabía que todos esos módulos habían sido añadidos, uno a uno, durante el crecimiento de la estación; supuso que alguno de los módulos más valiosos podrían haber sido robados enteros del conjunto de la Estación Exis.
Los pasillos parecían conducirla hacia una zona central, y siguió sus corazonadas, absorbiendo detalles con sus ojos ansiosos. Finalmente, llegó a un espacioso paseo y se detuvo atónita mientras sus últimos pasos resonaban varias veces en la cámara cerrada.
La cúpula del techo brillaba con ventanales de transpariacero triangulares y con forma de diamante que iluminaban la amplia zona abierta con destellos de colores. Parpadeos de luz eléctrica crepitaban desde la estrella llameante, moteando las placas de cubierta. En los muros había grabados descoloridos emblemas y glifos familiares junto con otros símbolos antiguos. El amplio espacio cerrado parecía una catedral, un lugar de encuentro... posiblemente el lugar de una gran convocación.
Tionne reconoció de inmediato los nichos incrustados, recipientes para gruesas placas de memoria cristalinas, un antiguo dispositivo de almacenamiento de información. Por desgracia, actualmente poca gente podía leer datos de una tecnología tan antigua, por lo que los carroñeros no se habían molestado en recoger las placas. ¡Dejándolas para ella!
Tionne estudió los archivos de Exis con absoluto placer. Tomó una placa tras otra, estudiando los resúmenes grabados, antiguos discursos, la filosofía de los antiguos Caballeros Jedi, reminiscencias de maestros moribundos que habían vivido durante cientos y cientos de años. Sintió que se quedaba sin aliento, y sus manos temblaron. ¡Una fortuna en conocimiento! Había estado buscando toda su vida un tesoro como este.
Pero entonces la Estación Exis retumbó bajo ella, con las placas de la cubierta gimiendo mientras el furioso sol continuaba golpeando con intensas llamaradas, causando daños letales. Tionne pudo sentir cómo la estación apenas podía mantenerse de una pieza. Tenía que tomar esas placas cristalinas, tantas como pudiera cargar consigo, y apresurarse a volver a su nave. Permanecería hasta el último momento, pero tenía que rescatar tanto como pudiera. No podía permitir que todo eso fuera destruido.
Recogió placa tras placa, sujetando las gruesas láminas de cristal bajo sus brazos, deseando haber traído algo más eficiente para transportarlas. Tenía la garganta seca, y respiraba frenéticamente mientras trabajaba.
Sin embargo, Tionne se detuvo en seco cuando tomó una de las placas y vio por las marcas que contenía una grabación del mismísimo discurso dado por Nomi Sunrider en la gran convocación de Caballeros Jedi.
Tionne sintió que se le entumecían los dedos al agarrar la placa. ¡La propia Nomi Sunrider! ¡Sostenía en sus manos las auténticas palabras, las imágenes! Podía sentir cómo la legendaria heroína Jedi se movía, hablaba y gesticulaba. El corazón se le hinchó en el pecho.
Entonces sintió, tanto como oyó, que alguien se acercaba, y se giró justo a tiempo para ver a un hombre acompañado de un droide astromecánico. Reconoció al instante, de todas las imágenes que había visto, a Luke Skywalker, héroe de la Rebelión. Finalmente había venido hasta aquí. ¡Fonterrat le había hecho llegar su mensaje después de todo!
-¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí? –dijo Luke-. ¿No sabes que esto es peligroso? Esta estación se está haciendo pedazos.
Sin embargo, antes de poder responderle una explosión arrasó la Estación Exis, resonando como un gong por el casco. La onda de choque sacudió la estación, haciendo que Tionne perdiera el equilibrio y cayera. Las placas de datos cayeron a su alrededor. Uno de los cristales se hizo añicos, pero los demás permanecieron intactos. El droide astromecánico lanzó un chillido mecánico mientras rodaba por las placas de cubierta. Tionne estaba completamente admirada al ver cómo Skywalker lograba mantener el equilibrio, usando habilidades Jedi para permanecer en pie.
-¡Erredós, encuentra un terminal de datos! –gritó-. Conéctate y averigua qué ha sido eso, qué alcance tienen los daños. –Corrió hacia Tionne y se agachó-. ¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo aquí?
Ella estaba a gatas por el suelo tratando de recuperar las placas de datos que había tenido en sus brazos.
-Soy Tionne. Te envié un mensaje para que vinieras aquí. Pensé... –jadeó, tratando de recuperar el aliento mientras apretaba las placas de datos contra su pecho-. Pensé que, ya que estás entrenando Jedi, querrías venir aquí y descubrir la historia Jedi.
-Pero toda esta estación se está desmoronando –dijo Luke-. Será mejor que salgamos tan pronto como podamos.
-Entonces ayúdame a llevar algunas de estas placas. –Tionne le entregó varias de su montón, y luego tomó más del archivo. Miró con tristeza la placa de datos destrozada en el suelo, y entonces agarró con más fuerza las demás. Al menos había salvado el discurso de Nomi Sunrider.
Erredós ululó lastimeramente desde la estación del muro tratando de adaptar sus circuitos a la arcaica electrónica de la Estación Exis. Sobre sus cabezas, el techo vibraba, como si estuviera logrando mantener a duras penas su integridad ante las calcinantes llamaradas. Luke se inclinó junto al pequeño droide y vio la lectura.
-Supongo que la nave de la bahía de atraque es tuya –dijo por encima de su hombro.
-Sí –respondió Tionne-. La llamé Buscador de Sabiduría.
-Bueno, pues ahora no va a ir a ninguna parte... ni tampoco mi ala-X. Uno de los motores estabilizadores estalló con la tormenta de fuego, y la explosión se llevó por delante los circuitos de la puerta. Nuestras naves están atrapadas, y dado que esa sección está actualmente bajo la radiación solar total, ni siquiera podemos ir allí para comenzar las reparaciones. Tenemos que esperar hasta que la Estación Exis rote hasta dejar de nuevo a la sombra la bahía de atraque.
Tionne trató de calmarse cuando la adrenalina del miedo aceleró sus sentidos, haciendo que todos los colores fueran más brillantes y el metal resplandeciera. Escuchó el sonido quejumbroso de una de las placas del casco.
-Si la estación aguanta hasta entonces –dijo.
Luke comenzó a decir algo, y entonces el techo emitió un extraño crujido. Miró hacia arriba, con los ojos centelleantes. Con un chasquido siseante, uno de los paneles triangulares de transpariacero coloreado saltó de su marco tras miles de años de tensiones.
En la descompresión explosiva, Tionne sintió que los oídos le estallaban. Su cabello plateado flotó sobre su cabeza dejándose llevar por el aire milenario que abandonaba la estación por la pequeña apertura.
-¡Rápido! –dijo Luke, agarrándola del brazo y dejando caer accidentalmente varias de las placas de datos-. Tenemos que sellarnos en algún sitio detrás de un mamparo.
Erredós-Dedós soltó un pitido y dio media vuelta sobre sus ruedas. Luke indicó a Tionne que le siguiera por donde él había venido, un pasillo que ella no había explorado. Él se puso inmediatamente al mando, pero no parecía saber exactamente hacia dónde iba. Mientras el aire fugitivo rugía tras ella, corrió detrás de él, abrazada a las preciosas placas de cristal, deseando poder volver atrás y recoger otro puñado, pero el súbito cambio en los puntos de tensión de la Estación Exis había doblado y quebrado otra de las ventanas de transpariacero. Pronto, toda esa cámara quedaría inhabitable, expuesta al espacio.
Corrió detrás del Maestro Jedi, con sus pequeños pies deslizándose por las placas de cubierta. Giraron hacia otro pasaje lateral donde el pasillo se curvaba desde la biblioteca principal y el museo Jedi hacia los módulos habitacionales externos. Luke se detuvo en seco frente a una esclusa doble sellada que mostraba varias marcas brillantes. Tionne creyó reconocer la escritura, el lenguaje de la Antigua República, una antigua inscripción Jedi.
Erredós-Dedós se detuvo en la intersección de un pasillo y trinó para sí mismo mientras extendía su conector de datos y accedía a otro panel de control en la pared.
Luke Skywalker ignoró al droide y corrió hacia la puerta doble.
-Si este mecanismo aún funciona –dijo-, podemos sellarnos dentro, donde quiera que sea. –Sus dedos revolotearon por los botones como si supiera instintivamente cómo manejar la antigua maquinaria.
Sin embargo, Tionne sintió un súbito escalofrío mientras se esforzaba en traducir la antigua inscripción. Dejando en el suelo su carga de objetos, se lanzó hacia delante, gritando “¡No!” justo cuando Luke conseguía abrir la esclusa.
Tentáculos con forma de garra de una niebla verde amarillenta a alta presión surgieron de la rendija cuando la puerta se abrió chirriando. Luke retrocedió tambaleándose, tosiendo, incapaz de respirar.
Tionne le apartó de su camino y se lanzó hacia el panel de control, golpeando botones. No tenía ni idea de cómo manejar el sistema, pero necesitaba cerrar y sellar la puerta de nuevo. El gas venenoso continuaba escapando. Contuvo la respiración, pero le quemaban los ojos, enturbiando su visión. Las lágrimas temblaron en sus irises de color madreperla, pero Tionne siguió manipulando el sistema. Finalmente, con un chirrido de engranajes mal engrasados, la puerta volvió a cerrarse dando un golpe seco.
Luke se tambaleó contra la pared y se derrumbó en el suelo, tosiendo, tratando de recuperar el aliento y desprenderse de los gases que había inhalado.
Erredós-Dedós graznó triunfante, emitiendo pitidos y haciendo destellar sus luces. En la intersección del pasillo, otro juego de mamparos descendió desde el techo, cerrando el pasillo a la descompresión del otro lado. Tionne y Luke estaban ahora a salvo de las ventanas rotas de la biblioteca, y los propios sistemas de recirculación de aire de la estación rápidamente drenaron el gas venenoso que Luke Skywalker había dejado entrar sin querer a los pasillos.
Luke usó todas sus fuerzas restantes para recuperar el aliento. Miró hacia donde se encontraba Erredós, bamboleándose victorioso.
-Gracias, Erredós. Pensaste más rápido que yo.
Tionne miró enojada a Luke.
-¡Ese era uno de los módulos habitacionales para respiradores de cloro! Gas venenoso a alta presión. Si hubiéramos entrado ahí, ambos habríamos muerto al instante –dijo, meneando la cabeza-. Eres un Maestro Jedi, ¿no sabes leer la escritura de la Antigua República?
Luke inclinó la cabeza, avergonzado.
-Aún no he terminado esos estudios. –Respiró profundamente y se controló para evitar toser de nuevo-. De hecho, aún no he encontrado un maestro que pudiera enseñarme.
Entonces Tionne escuchó el retumbante gemido de unas alarmas. Luces de color ámbar parpadearon en la doble esclusa. Con un explosivo rugido, el módulo habitacional para respiradores de cloro se liberó de sus agarres y salió despedido alejándose de la Estación Exis, eyectado en una liberación de emergencia.
-Parece que hice algo más que cerrar la puerta de nuevo –dijo-. He desenganchado el módulo completo de la estación. –Tionne parpadeó asombrada-. Debía estar preparado de antemano para la separación. Yo simplemente di los últimos pasos.
El gran módulo habitacional se alejó pesadamente, distanciándose del anillo principal directamente hacia el sol ardiente... y a su perdición. Tionne pudo sentir cómo la estación se estremecía, se inclinaba sobre su eje, y comenzaba a girar alejándose de Teedio y sus llamaradas.
-Creo que has ayudado –dijo Luke, poniéndose en pie, con un nuevo brillo en sus ojos-. Física simple. Cuando lanzaste ese gran módulo, este ejerció un empuje contra la estación, enviándonos en la otra dirección. Puede que nos hayas conseguido un poco más de tiempo.
-No mucho más –dijo Tionne. Mantenía las placas históricas junto a ella, preguntándose su conseguiría salir de allí con vida para poder verlas, ver íntegramente el discurso que hizo Nomi Sunrider, y contribuir al conocimiento de la más preciada historia de la Nueva República.
Luke Skywalker se puso en pie con un extraño brillo en sus ojos.
-Lo que has hecho me ha dado una idea –dijo-. Vayamos al nodo de control central. Puede que la Estación Exis todavía esté lo bastante funcional para lo que necesitamos hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario