A bordo del Facetado,
Thune envió a U-THR a la cabina para preparar la nave para el despegue. Sujetó
a Prash a una silla cerca de la estación técnica y ató a Carmesí al tablero de
juego. Tecleando en el panel de comunicaciones, mantuvo un ojo vigilante sobre
sus prisioneros.
Carmesí maldijo su propia estupidez. ¿Cómo podría
salir de ese lío? Un gemido le dijo que Prash estaba despierto. Tosiendo, tomó
consciencia de dónde se encontraba, mirando primero a Thune y luego al bláster
junto a ella. Finalmente, se volvió hacia Carmesí, atravesándola con una mirada
envenenada que le hizo palidecer.
-¿Por qué? –preguntó él.
Carmesí simplemente se le quedó mirando, incapaz de
encontrar palabras.
-¿Qué queréis de mí?
-Lo siento –dijo Carmesí, agobiada por la culpa.
-Oh, parad con ese maldito melodrama –les ladró
Thune-. Os necesito a ambos vivos para recibir mi paga, pero eso no significa
que tengáis que mantener todos los miembros intactos. Así que callaos.
Prash miró de una mujer a la otra.
-Pensé que vosotras dos erais...
Thune soltó una carcajada.
Él se volvió hacia Carmesí.
-¿Entonces por qué matasteis a Beidlo y Skurvis?
-Pensaba que estabas reteniendo a mi compañero –tartamudeó
ella-. Lo siento.
Él no dijo nada, simplemente la miró, confuso y
enfadado.
El sonido de otra nave aterrizando cerca resultó
bienvenido; cualquier cosa servía para distraer a Carmesí de los sentimientos
de culpa que invadían sus pensamientos.
-¡Muévete, Roja! –gruñó Thune-. Es hora de colocar
la alfombra de bienvenida.
Thune escoltó a Carmesí a la base de la rampa de
acceso del Facetado, extendida hasta
el suelo. Calculó sus probabilidades de escapar, pero las esposas de sus
muñecas y el bláster en la nuca le hicieron pensárselo dos veces.
Se abrió la escotilla del ala-Y. Un gank saltó
fuera de la cabina y se volvió hacia el pasajero del asiento trasero. ¡Kaj!
Hubo un breve forcejeo en la cabina, luego el gank ató las manos de Kaj a su
espalda y el forcejeo se detuvo. Levantó en vilo a Kaj de su asiento y lo
arrojó al pavimento. Kaj gruñó, con sangre manando de un corte que le cruzaba
la frente. A Carmesí le dolía verle así, pero no había nada que pudiera hacer.
-Tráelo a bordo –dijo Thune, tirando de Carmesí de
vuelta a la nave-. No quiero atraer la atención.
El gank obedeció en silencio, poniendo a Kaj en pie
y haciéndole subir la rampa a empujones. Una vez dentro, Kaj se detuvo en seco
y se quedó boquiabierto.
-¡Carmesí! ¿Qué dem...? ¡Maldición! ¿También te han
atrapado?
Entes de poder responder, el gank volvió a
golpearle, haciéndole caer sobre una rodilla. Usando la caída en su provecho,
Kaj empujó las piernas del gank, haciéndole perder el equilibrio y enviándole
rodando rampa abajo. Thune apuntó a Kaj con su bláster, pero Carmesí se
revolvió, con sus puños atados, y le asestó un fuerte puñetazo. Con un agudo grito
y el sonido de una costilla rota, Thune se dobló sobre sí misma, y su disparo
hizo añicos un monitor en una lluvia de chispas. Kaj se puso en pie de un salto
y se lanzó hacia ella, tirándola sobre la cubierta y agarrando su bláster.
Carmesí corrió a su lado y él rompió sus ataduras
con el bláster. Ella hizo lo mismo por él, y luego se volvió hacia Thune, con
voz temblorosa por la ira.
-Ahora, cazarrecompensas... ¡creo que voy a acceder
a los bancos de memoria de Uthre y a averiguar a cuánta gente has vendido! Tal
vez te venda a los supervivientes de las víctimas... ¡pedazo a pedazo!
Thune la miró dolorida.
-No eres diferente a mí, Durasha. Mataste a ese
rebelde a sangre fría porque pensaste que eso te devolvería a tu querido
amante. Él se interponía en tu objetivo, y lo asesinaste. Igual que yo habría
hecho. Tú, yo, Lang... –hizo una pausa, regodeándose en la sorpresa que
mostraba el rostro de Carmesí-... ¡sí, incluso tu viejo amigo el teniente Lang
ofreció cinco mil créditos adicionales a la recompensa imperial por tu cabeza!
En el fondo, todos somos iguales. Así que olvida esa superioridad moral.
La culpa invadió a Carmesí, mezclada con la rabia
por la verdad en las palabras de Thune. Agarrando el bláster que sostenía Kaj,
lo alzó sobre su cabeza como si fuera a golpear con él la cabeza de la
cazadora...
...Y al instante siguiente rodaba por el suelo,
agarrándose la mano quemada y dejando caer el pedazo de chatarra medio fundido.
El gank, de quien se habían olvidado durante la
lucha, estaba de pie en la puerta, apuntando con un bláster a los
contrabandistas.
-Apartaos de la capitana Thune. No os lo diré dos
veces.
Maldiciendo, Kaj se puso en pie. Pero cuando
Carmesí se levantó, sacó su propio bláster de la chaqueta de Thune y abrió
fuego, abriendo un agujero en la placa facial del gank. Cayó al suelo con un filtrado
grito de agonía.
Kaj levantó a Thune.
-Arriba, señora. Estoy pensando seriamente en
retorcerte el pescuezo ahora mismo.
-Kaj, espera. –Carmesí detuvo su brazo.
Kaj la miró con fiereza.
-Esta escoria casi nos vende por dinero, Carmesí...
¿Tienes una idea de lo que Bwahl me habría hecho? ¿Sabes lo que el Imperio hace
a los traidores? Merece morir... ¡estabas dispuesta a matarla tú misma hace un
momento!
-Lo sé, pero ya ha habido suficientes muertes. No
quiero seguir formando parte de ello.
Cruzaron las miradas por un instante, luego Kaj
frunció el ceño y se volvió a Thune.
-Muy bien, cazarrecompensas, hoy vivirás, pero no
hagas planes a largo plazo. Ahora, ¡en marcha!
Thune le lanzó una mirada asesina cuando él la
empujó hacia la cabina. Kaj volvió la mirada a Carmesí.
-Escuché hablar al gank; sus colegas estarán aquí
en cualquier momento. Atémosla y salgamos de aquí en ese ala-Y.
-Eso no funcionará, Kaj. Somos demasiados.
Necesitamos el Facetado.
-No vais a llevaros mi nave...
-Silencio, Thune, o cambiaré de opinión con
respecto a dejarte fuera de servicio permanentemente –dijo Kaj.
Carmesí se volvió de golpe y les condujo al
interior de la nave, hacia la estación técnica. Kaj vio al otro prisionero
atado de Thune y alzó una ceja.
-¿Quién es? –preguntó.
-Un aliado –dijo Carmesí, desatando a un confuso
Prash-. Treytis Prash, Kaj Nedmak. –Los dos hombres se saludaron incómodamente
con una inclinación de cabeza-. Escucha, Prash, tanto si quieres creerlo como
si no, estamos en el mismo bando. Kaj y yo estábamos... estábamos pensando en
trabajar para vosotros, los rebeldes. Ven con nosotros. –Le tendió la mano.
Prash se la quedó mirando fijamente, y luego pasó
de largo a su lado, ignorando la mano.
-Muy bien, en marcha. Podéis empezar terminando lo
que Beidlo había comenzado; entregar un cargamento de rifles bláster a una base
rebelde. Después de eso... ya veremos.
-Prash –preguntó Kaj-, ¿te importaría echarle un
ojo a Thune hasta que saquemos esta nave de aquí?
-En absoluto, será un placer –respondió Prash,
tomando el bláster de la mano extendida de Kaj.
Kaj y Carmesí cruzaron sus miradas. Ella sonrió,
inclinando levemente la cabeza, y ambos se volvieron para dirigirse a la
cabina. Pero antes de que alcanzaran el pasillo, Thune sacó una navaja y la
lanzó con fuerza al pecho de Kaj. Él dejó escapar un jadeo, mirando sorprendido
la gruesa empuñadura metálica que sobresalía de su cuerpo.
-¡Kaj!
Thune trató de alcanzar el bláster de Prash, pero
Kaj reunió las fuerzas suficientes para lanzarse contra ella. Los tres cayeron
al suelo.
-¡Carmesí, huye! –exclamó Kaj.
Estaba congelada en su sitio, sin querer
abandonarle.
-¡Vete! ¡Yo no voy a lograrlo, Roja! –Kaj tosió
sangre, y luego miró las manchas de color escarlata en su túnica. Con
dificultad, logró soltar una risita-. En realidad... parece que voy... a dejar
la nave, Roja... –Thune lanzó un fuerte puñetazo a su mandíbula. Él se encorvó,
sujetándola contra la cubierta, mientras Prash rodaba alejándose de ellos-.
¡Iros! ¡Marchaos! ¡Yo os cubro!
-¡No!
Kaj gritó a Prash.
-¡Sácala de aquí! –Prash vio el charco de sangre
que rodeaba a Thune y Kaj y agarró el brazo de Carmesí.
-¡Vamos!
-No... –dijo, resistiéndose a su agarre.
-¡Vamos! –volvió a insistir, tirando con más
fuerza.
-¡No! ¡Kaj! –Trató de liberarse del agarre de
Prash, pero este le arrastró hasta el ala-Y estacionado. El motor aún estaba en
marcha-. ¡Maldita sea, suéltame!
Un sonido familiar llenó el aire, y levantaron la
vista para ver un Cazador de Cabezas en la distancia. La visión terminó con el ataque
de histeria de Carmesí, y saltó al asiento delantero del caza.
Un grito tras ella, sin embargo, le dijo que Prash
no lo había logrado.
Se volvió rápidamente para verle rodar torpemente por
el suelo, con un agujero humeante en la espalda. Thune estaba de pie en la
entrada, apuntando con su bláster a Carmesí. Eso significaba que Kaj estaba...
¡No!
Gritó en su mente. ¡No otra vez! ¡Nunca más!
-Sal de esa nave, Durasha. –La voz de acero de
Thune era inflexible.
Agachándose, Carmesí golpeó el botón de cierre de
la escotilla y aceleró a fondo sin esperar siquiera a escuchar el chasquido de la
carlinga al sellarse. Mientras salía disparada del espaciopuerto, abrió fuego
sobre el Cazador de Cabezas. El piloto nunca supo quién le disparó el tiro
letal.
Alzándose en los cielos, respiró profundamente. Aún
no había acabado todo.
***
Un disparo del carguero de Thune sacudió el ala-Y.
¡No puedo
creerlo! ¿Cómo me he metido en este lío...?
Empapada en sudor, Carmesí maldijo a su socio, a su
afición por el juego, y a sus malditos planes.
Otro disparo pasó rozando al ala-Y.
Amistad. ¡Ja! ¿Por qué galaxias decidí que
necesitaba salvarte el trasero, Kaj Nedmak? ¿Por qué?
-Si aún sigues vivo... –hizo una pausa lo bastante
larga para arrojar su ala-Y en un barril picado, tratando desesperadamente de
esquivar a Thune- ¡...te mataré yo misma!
El fuego láser trazaba arcos por el negro vacío del
espacio profundo, momentáneamente invisible contra la silueta de Ord Simres
antes de golpear el costado de estribor del caza. La nave se estremeció y
Carmesí se dio cuenta de que el resultado de esa batalla no iba a su favor.
-Nunca te perdonaré esto, Kaj –dijo en voz baja.
Guiando la nave en un giro de 180 grados, Carmesí bloqueó sus cañones láser en
disparo continuo. Estableció el ala-Y en un curso de impacto, decidida a
llevarse por delante a la mujer que había asegurado ser su amiga. En cuestión
de segundos, todo habría terminado.
El Facetado
llenaba el campo de visión, disparando sus armas. Destellos amarillos y verdes
danzaban alrededor del ala-Y, creciendo en intensidad conforme los escudos
cedían. Y entonces hubo un fogonazo en la cabina.
***
Estrellas...
Flotando...
Roja...
Brillante...
Luz
estelar...
Roja...
Roja...
Luz
estelar...
-¿Roja?
Carmesí abrió los ojos, desorientada. ¿Qué...?
¿Viva...? Pero...
Trató de incorporarse, e inmediatamente deseó no
haberlo hecho, cuando un dolor cegador le obligó a recostarse de nuevo.
No sólo dolor... una mano... metálica... ¿Qué...?
Abrió los ojos y se encontró mirando al rostro
perplejo de U-THR.
-¡Oh, gracias a las estrellas, ama Carmesí! ¡Está
consciente!
Uthre... pero... eso significaba que estaba de
nuevo a bordo del...
Se incorporó de golpe, ignorando el dolor mientras buscaba
a Thune con la mirada. La cazarrecompensas estaba sentada en la estación
técnica, de cara a una pantalla.
-Muy bien, Thune, yo... –Se detuvo cuando dos
hechos peculiares atrajeron su atención.
En primer lugar, Thune parecía no advertir su
presencia.
Y en segundo lugar, estaba atada a la silla.
-Roja...
Carmesí se volvió de golpe al escuchar la voz
rasposa.
Allí, tumbado en una camilla gravitatoria portátil,
atado y vendado, estaba Kaj Nedmak, Pálido y contusionado, su respiración eran
ráfagas desiguales.
-¡Kaj! ¿Estás vivo? ¿Pero cómo?
-Yo... no esperaba estarlo... –tosió-, pero
nuestro... amigo de metal verde aquí presente... tenía otros planes.
Uthre le posó suavemente una mano metálica en el
hombro.
-Por favor, ama Carmesí, debe tumbarse. Esa
explosión de la cabina la dejó inconsciente. Debe tomarse un tiempo de
recuperación antes de hacer esfuerzos.
-¿Pero qué ha pasado? ¿Cómo he subido a bordo? ¿Por
qué esta nave no ha quedado destruida?
-En serio, ama, no debe preocuparse ahora mismo de
eso. Ahora...
-Uthre, necesito saberlo. Por favor.
El droide la miró, inclinando la cabeza a un lado.
-Muy bien, pero luego debe descansar.
-Trato hecho.
El droide explicó lo que había ocurrido. Después de
que Carmesí escapara en el ala-Y, Thune había dejado a Kaj por muerto en la
estación técnica del carguero, se dirigió a la cabina, y salió en persecución
de la nave más pequeña. La batalla fue rápida, con el ala-Y superado sin
remedio. Uthre, sentado en los controles del copiloto, casi cortocircuitó sus
circuitos de empatía al ver a Thune tratar de matar al único humano que le
había tratado como un igual desde la muerte de su anterior amo. Thune ordenó al
droide que fuera a la esclusa para preparar un amarre remoto con el caza; ella
planeaba mantener a Carmesí con vida, decidida a reclamar su recompensa. Al
pasar junto a la estación técnica, Uthre dejó caer accidentalmente un bláster
en dirección al malherido Kaj. Kaj consiguió reptar hasta la cabina y disparar
a Thune. Y, por suerte, Carmesí se había desmayado antes de completar su
intento de embestida. Kaj tomó los controles y apartó el Facetado fuera del alcance del caza mientras Uthre ataba a Thune.
Tras realizar un amarre remoto entre las dos naves, Kaj trajo a Carmesí a bordo
con la ayuda de Uthre.
Carmesí miró fijamente al droide, asombrada.
-¿Hiciste todo eso?
-Vaya, sí... cómo he dicho a menudo al ama Thune,
mi programación primaria nunca ha sido cometer actos de violencia atroz,
perseguir fugitivos, o colaborar en sus muertes. –Uthre hizo una pausa, y
Carmesí habría jurado que un escalofrío recorrió el cuerpo del droide-. Resulta
que mi programación es observar la práctica del protocolo, fomentar la
comunicación adecuada y, por encima de todo, proporcionar soluciones pacíficas
que aseguren la preservación de la vida racional. Actuar como cómplice del
completamente abominable negocio del ama Thune estaba empezando a degradar mis
subrutinas éticas.
Carmesí sonrió ante el discurso del droide, y Kaj
soltó una breve y rasposa risita desde el otro lado de la sala.
-Uthre –tosió-, serías... un magnífico...
contrabandista.
Carmesí le apoyó una mano en el hombro.
-En realidad, Uthre, creo que sería justo tu campo.
No pienses en ello como contrabando sino más bien como... libre comercio.
-¿Libre comercio?
-Claro. No tendrías que hacer nada poco ético. Nada
de violencia, nada de matar... tal vez algún encuentro ocasional con jefes de
muelle conspiradores o con las Aduanas Imperiales.
-¿Aduanas Imperiales, ama?
Carmesí miró a Kaj y le hizo un guiño.
-Traficar armas para la Alianza Rebelde puede ser
un poco peliagudo.
Kaj sonrió, asintiendo débilmente con la cabeza.
-Piensa en ello, Uthre –dijo Carmesí-. Pero, de
momento, ¿qué tal si llevamos a tu antigua dueña a la bodega de carga? Nos
desharemos de ella donde ya no pueda causar más problemas.
El droide salió de la sala, con su voz
desvaneciéndose tras él.
-Realmente, no entiendo el comportamiento de la
mayoría de los humanos...
Carmesí se acercó con dificultad junto a Kaj y se
sentó en el borde de la camilla gravitatoria. Le agarró la mano.
-Veo que... has cambiado de opinión... sobre los
rebeldes... según parece...
-He tenido algo de tiempo para pensar, Kaj. –Le apretó
la mano con más fuerza y le sonrió. Débilmente, él le devolvió la sonrisa.
-Al menos... hemos conseguido... una nave nueva en
el trato.
-Sí. –Carmesí miró el camarote a su alrededor-.
Aunque necesita un nuevo nombre.
-¿Qué tal el Comprador
Uwana?
-Nooo. Ya se ha usado. –Pensó por un instante y
luego sonrió-. Lo tengo. El Luz Estelar
Roja.
-¿Luz Estelar
Roja? ¿Qué clase de nombre es ese?
-El adecuado.
Kaj miró escéptico a su socia, negándose a admitir
que ese nombre podría funcionar.
-Algún día... Roja... uno de estos planes tuyos va...
a salirte por la culata, y cuando ocurra... espero no estar allí... para verlo.
–Una chispa de diversión asomó por la comisura de sus labios.
Ella se rio al escuchar sus propias palabras usadas
en su contra.
-Bueno, entonces ya somos dos.
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