viernes, 15 de mayo de 2009

Ascensión y caída de Darth Vader (XXII)

Capítulo 18

Llevando el casco y la armadura que había heredado de su padre, Boba Fett se encontraba de pie ante Darth Vader en una sala de recepción del espaciopuerto de Ord Mantell, un planeta del Borde Medio que antiguamente había sido un depósito de provisiones de la Antigua República. La sala tenía un ancho ventanal que dominaba la plataforma de aterrizaje donde la lanzadera clase Lambda de Vader estaba cargando suministros. La propia armadura y los mecanismos internos de Vader habían sido completamente reparados, no dejando ni rastro de su duelo en Mimban.
-De modo que busca rebeldes, Lord Vader –dijo Fett con voz amortiguada por el vocalizador de su casco-. Mi contratador, Jabba el Hutt, también lo hace. Quizá complaciéndole a él, pueda complacerle también a usted.
-¿Y conseguir dos recompensas en lugar de una, cazarrecompensas? –dijo Vader, sin dejar que se le escapase nada-. Me interesa un rebelde en particular... Luke Skywalker.
Boba Fett asintió ligeramente, inclinando su casco hacia delante.
-Un compañero del hombre que estoy buscando... Han Solo. El uno podría conducirnos al otro, Lord Vader.
Para entonces, Vader ya estaba familiarizado con el nombre del capitán del Halcón Milenario, la nave que había disparado contra su caza TIE en la batalla de la Estrella de la Muerte. No estaba interesado en por qué Jabba el Hutt quería a Han Solo, pero tras su máscara negra, sintió una sonrisa retorcerse en sus labios mientras pensaba en la idea de usar a Solo como cebo para Skywalker.
-Eres un buen negociante, Fett –dijo mientras se dirigía hacia un turboascensor que descendía a la plataforma de aterrizaje-. Quizá nos volvamos a encontrar cuando su negocio dé frutos.
Dejando a Fett en Ord Mantell, Vader regresó al Ejecutor. Aunque estaría complacido si el plan del cazarrecompensas funcionaba, estaba deseoso de conseguir información que condujera a la ubicación de la nueva base de la Alianza Rebelde. Encontrar a Luke Skywalker se había convertido en algo más que un objetivo para Darth Vader. Se había convertido en su propósito.
Ya se habían dispersado miles de droides sonda imperiales, repletos de sensores, por mundos remotos a través de la galaxia, y miles más se desplegarían en las semanas siguientes. Antes o después, uno de esos droides sonda encontraría algo útil.


Habían pasado tres años estándar desde la destrucción de la Estrella de la Muerte cuando Vader, de pie en el puente del Ejecutor, descubrió que un droide sonda había transmitido imágenes de un gran generador de energía en un planeta helado del distante sistema de Hoth.
-Eso es -dijo Vader-. Los rebeldes están ahí. -Rechazó escuchar a su pomposo primer oficial, el almirante Ozzel, quien sugirió que el droide sonda se habría topado con cualquier otra cosa que no fuera la base rebelde-. Ese es el sistema -insistió-. Fijen el rumbo hacia el sistema Hoth.
Por desgracia, los rebeldes ya habían comenzado una evacuación de emergencia de su base, mientras la armada de Darth Vader se apresuró a llegar a destino por el el hiperespacio. Aún peor, el almirante Ozzel permitió que el Ejecutor saliera del hiperespacio demasiado cerca del sistema Hoth, activando sensores que alertaron a los rebeldes de la llegada de la armada, y les permitió alzar un escudo de energía planetario para rechazar cualquier bombardeo aéreo. Tras aliviar a Ozzel de su vida y ascender al más capaz capitán Piett al rango de almirante, Vader dio la orden de enviar tropas imperiales a la superficie del mundo helado.
Esta ahí abajo, pensaba Vader con absoluta certeza. Skywalker está ahí abajo.
En su defensa, hay que decir que los rebeldes no se rindieron sin defenderse. Sus deslizadores de nieve dispararon sus láseres como moscas contra los gigantescos Transportes Blindados Todo-Terreno* que avanzaban pesadamente sobre el hielo y la nieve, y su cañón iónico planetario consiguió inutilizar las naves estelares imperiales que orbitaban el planeta el tiempo suficiente para permitir que la mayor parte de su flota escapase al espacio. Pero, al final, fueron incapaces de evitar que los AT-AT's destruyeran sus generadores de energía, y con oleada tras oleada de una potencia de fuego superior por parte de los imperiales, se aseguraron de que los rebeldes no pudieran ganar esa batalla.
No fue una gran victoria para Vader, quien aterrizó en Hoth mientras la batalla aún estaba teniendo lugar. El último de los rebeldes aún estaba huyendo de su base conquistada cuando entró en un hangar cavernoso con paredes de hielo con una escuadra de soldados de nieve, justo a tiempo para ver al Halcón Milenario despegando a gran velocidad. Vader no sabía si Luke Skywalker había subido a bordo del carguero de Han Solo, pero rápidamente sintió que Skywalker seguía con vida.
Y no había olvidado el plan de Boba Fett.
Vader se volvió hacia un soldado de nieve.
-Alerte al almirante Piett y a todos los destructores estelares de que el Halcón Milenario está tratando de abandonar Hoth -dijo-. Nuestro objetivo primario es capturar ese carguero. ¡Los pasajeros deben resultar ilesos!


Vader regresó al Ejecutor y estaba sentado en su cámara de meditación cuando el almirante Piett penetró en su sanctasanctórum. Conforme el brazo robótico hacía descender su casco sobre su cabeza llena de cicatrices, Vader pudo sentir la incomodidad de Piett al contemplar las heridas del Señor del Sith. Cuando el casco estuvo en su lugar, el asiento de Vader giró e el interior de la cámara hasta encontrarse de cara a Piett.
-Nuestras naves han avistado al Halcón Milenario, milord -informó este-. Pero... ha entrado a un campo de asteroides, y no podemos arriesgarnos...
-Esos asteroides no me importan, almirante -interrumpió Vader-. Quiero esa nave, sin excusas.
Piett sabía que no convenía discutir con Vader.
-Sí, milord -dijo.
El hemisferio superior de la cámara de meditación descendió sobre Vader. Deseando obtener alguna iluminación acerca de los eventos venideros, respiró lentamente mientras vaciaba su mente de cualquier pensamiento, abriéndose al lado oscuro de la Fuerza...
Skywalker.
Escuchó el nombre en su mente, como si la propia Fuerza se lo hubiera susurrado. ¿Pero es la Fuerza, se preguntó Vader, o soy yo que estoy demasiado preocupado por encontrar...?
De pronto, Vader sintió una perturbación en la Fuerza. Y no sólo una sutil fluctuación. Algo importante estaba a punto de ocurrir, algo increíblemente significativo. Algo que lo cambiaría todo.


Los asteroides estaban golpeando a la flota imperial mientras Vader continuaba su búsqueda del Halcón Milenario. Vader estaba en el puente del Ejecutor cuando un almirante Piett muy nervioso informó de que el Emperador había ordenado a Vader que contactara con él.
Dirigiéndose a sus aposentos personales, Vader se detuvo en un panel circular negro en el suelo junto a su cámara de meditación. El panel era un escáner de HoloRed que le permitía transmitir comunicaciones por toda la galaxia. Mientras se postraba sobre su rodilla izquierda e inclinaba su cabeza dentro del casco, el anillo exterior del panel se iluminó con una pálida luz azul. Vader alzó lentamente su mirada hacia el aire vacío ante él, y el vacío se llenó instantáneamente con un inmenso holograma parpadeante de la cabeza encapuchada del Emperador Palpatine.
-¿Qué deseáis, mi señor?
A años luz de distancia, en Coruscant, el Emperador respondió.
-Hay una gran perturbación en la Fuerza.
-Lo he notado -dijo Vader.
-Tenemos un nuevo enemigo. El joven rebelde que destruyó la Estrella de la Muerte. No me cabe duda de que este muchacho es el vástago de Anakin Skywalker.
¡¿Vástago?! El tejido que quedaba en la garganta de Vader se quedó seco.
-¿Cómo es posible? -consiguió decir a pesar de su asombro.
Sin ofrecer ninguna explicación para apoyar la convicción que mostraba, el Emperador le respondió.
-Explora tus sentimientos, Lord Vader. Sabrás que es cierto. Podría destruirnos.
Tras haber luchado con Luke Skywalker en Mimban, Vader era más consciente que el Emperador de los poderes del joven. Pero también sabía otra cosa: Al contrario que Vader, Luke no sabía nada de su conexión familiar. Si él hubiera sabido la verdad en Mimban, pensó Vader, yo lo habría sentido. Luchando aún con la declaración del Emperador, se esforzó por encontrar palabras que pudieran hacer que su Maestro perdiera su interés en Skywalker.
-Es sólo un niño -dijo Vader-. Obi-Wan ya no puede ayudarle.
El Emperador pensaba de otro modo.
-La Fuerza es intensa en él -dijo-. El hijo de Skywalker no debe convertirse en un Jedi.
El Emperador no había dicho explícitamente que quisiera a Luke Skywalker muerto, de modo que Vader -que necesitaba a Skywalker vivo para cumplir sus objetivos- probó una táctica distinta.
-Si se le pudiera atraer -sugirió Vader-, se convertiría en un poderoso aliado.
-Sí -murmuró el Emperador, como si él no hubiera pensado en esa posibilidad. Vader sólo podía imaginar qué estaba pensando el Emperador. Los Sith habían mantenido durante mucho tiempo su regla del dos: un Maestro, un aprendiz. Incluso Vader sabía que la galaxia no era lo bastante grande para tres Señores del Sith, y pese a ello los ojos del Emperador parecieron brillar bajo su capucha cuando volvió a hablar, con un tono más enfático-. Sí. Sería una gran ventaja. ¿Puede hacerse?
-Se unirá a nosotros, o morirá, señor -dijo Vader. Inclinó la cabeza, y el holograma del Emperador se desvaneció.
Ahora que el Emperador estaba interesado en el destino de Luke Skywalker, Vader supo que tenía que hacer todo cuanto estuviera en su mano para encontrar a Luke antes de que lo hiciera el Emperador. Si sus propios soldados, ni siquiera el infame Boba Fett, podían localizar a los líderes rebeldes, entonces tendría que tomar medidas más activas.
Vader envió una señal, convocando a cazarrecompensas de toda la galaxia a reunirse con él en el Ejecutor. No pasó mucho tiempo antes de que seis cazarrecompensas, incluido Boba Fett, se alinearan en el puente del Ejecutor. Escasos segundos después de que Vader se dirigiera al grupo que se había reunido, destacándole que quería que encontrasen el Halcón Milenario sin matar a ninguno de sus ocupantes, el esquivo carguero corelliano salió del campo de asteroides. El destructor estelar Vengador le dio caza, pero instantes después el Halcón Milenario desapareció de los escáneres de seguimiento del Vengador. Parecía que los rebeldes habían escapado una vez más de los imperiales.
Pero no lograron escapar de Boba Fett. Varias horas después de que el Vengador perdiera de vista al Halcón, Darth Vader recibió una transmisión de Fett, quien había usado sigilosas medidas para encontrar la nave rebelde renqueando por el espacio con un hipermotor dañado, con rumbo al sistema Bespin.
El Señor Oscuro se giró hacia el almirante Piett en el puente del Ejecutor.
-Trace un curso hacia Bespin -dijo.

* All Terrain Armored Transports, AT-AT's (N. del T.)

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