martes, 19 de mayo de 2009

El honor de los Jedi (137)

137
-Vayamos a una barcaza de suministros –dice Luke-. Un uniforme de intendente debería servirnos para subir a bordo.
Varias horas después, llegan a un muelle de suministros. Cincuenta droides y una docena de trabajadores orgánicos están descargando las dos barcazas que ocupan el gigantesco hangar. Una sección de tropas de asalto patrulla la superficie, pero en general las siluetas con armaduras parecen prestar poca atención. Un capitán de intendencia monta guardia a la entrada de cada barcaza.
Otro carro repulsor entra en la bahía un instante después. Un calamariano bien vestido está sentado en la parte trasera del carro con Sebastian Parnell. Es inusualmente pálido, casi como Luke. La mayoría de los calamarianos tienen la piel de un color salmón más oscuro. Cuando el carro pasa a su lado, el calamariano de aspecto de pez gira su cabeza calva con forma de cúpula para estudiar a Luke. Sus dos protuberantes ojos parecen inusualmente amenazadores para un miembro de su especie. Parnell no presta atención al grupo de Luke y continúa hablando con el calamariano. Luke respira aliviado.
-¿Y ahora qué? –pregunta Gideon.
-¿Una distracción? –sugiere Sidney-. ¿Y luego nos colamos a bordo?
Luke duda. Una distracción no aprovecharía su mejor baza: el uniforme que había tomado prestado. Les había servido bien hasta ahora, pero ¿aguantaría su suerte otro farol más?
El chófer de Parnell conduce a sus pasajeros a la barcaza de suministros más cercana. El calamariano intercambia una cálida despedida con el general, luego acepta una pequeña bolsa y sube a las entrañas de la barcaza. Luke encuentra extraña esa transacción; Mon Calamari es uno de los pocos mundos con una rebelión abierta contra el Imperio.

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