domingo, 5 de abril de 2009

El honor de los Jedi (104)

104
-Vayamos de polizones –dice Luke-. Estaríamos locos si luchásemos a través de esa red para ENTRAR en la prisión, y no quiero dejar que me atrapen.
-Perfectamente, eso significa que nos dirigiremos hacia ese depósito de suministros del que el guía estaba tan orgulloso.
El minero conduce silenciosamente al grupo hacia el Cubo de rocas, y despegan.
Colarse a bordo de la lanzadera de suministros resulta ser más fácil de lo esperado. El tráfico en Poe 76.095 es tan pesado que Gideon aterriza en un hangar abarrotado sin problemas. Barcazas y lanzaderas de suministros de todos los tamaños reposan sin orden aparente en una superficie de 1.000 acres. Tras bajar la rampa ventral, un droide se les aproxima.
-¿Cuál es su carga? –pregunta.
-Piezas de TIE –responde Luke.
-¿Número de tienda?
Gideon sacude la cabeza.
-No nos han dado ninguno. Sólo nos han dicho que trajéramos la carga hasta aquí.
El droide hace una pausa.
-El procedimiento debe seguirse de forma adecuada. La próxima vez, no acepten ningún pedido sin un número de destino. ¿Entendido?
-Sí –responde Luke.
-Tienen el número de prioridad 607. Vayan a cargar al muelle G-79 dentro de seis horas. Confirmaremos su orden allí.
-¿Qué hacemos mientras tanto? –pregunta Gideon.
-Lo que quieran –responde el droide-. La cantina de Poe está abierta a cualquier hora... pero no lleguen tarde a su muelle. Perderán su número de prioridad.
-Desde luego –responde Gideon-. Esto es demasiado fácil –susurra a Luke.
Después de que el droide se va, desenvuelven sus blásteres, cierran la nave de Gideon, y van al muelle más cercano. Una docena de trabajadores están cargando a mano los contenidos de una pequeña lanzadera en una inmensa barcaza. Luke se aproxima al capataz.
-Nos dijeron que necesitabais ayuda.
-¿Quién lo dijo? –exclama el capataz, girándose para estudiar el suelo del hangar.
-No la pague conmigo. –Luke señala a un droide parecido al que les dio la bienvenida-. Ha sido él.
-Oh –responde el capataz-. ¡Malditos mecánicos! Siempre diciéndote una cosa y haciendo otra. De acuerdo, al trabajo.
Luke, Gideon, y Sydney se unen a los trabajadores que mueven cajas de la lanzadera a la barcaza. Por su parte, Erredós-Dedós se sube a bordo y se estaciona junto a una fila de más droides. Tras 20 minutos de trabajo, Luke se abre camino al interior de la barcaza y elige un escondite entre dos filas de inmensos contenedores.
Tres horas más tarde, el capataz sella la bahía de carga y la barcaza despega. EN la oscuridad, el viaje a Tol Ado transcurre lentamente pero sin incidentes. Finalmente, la barcaza aminora y aterriza en el planeta. Esta es la primera vez desde hacía semanas que Luke está en gravedad completa; sus rodillas se sienten débiles e inseguras.
Sin embargo, cuando las puertas de la barcaza se abren, sale al exterior por delante de Gideon y Sydney. Cada uno de los polizones trata de simular estupidez mientras lleva una caja. Diez asombrados trabajadores y dos soldados de asalto los reciben.
-Entrega especial del centro de comando –dice Luke.
Los trabajadores les miran con aspecto confundido, pero finalmente un soldado les increpa.
-¿Qué es? –pregunta.
Luke se encoge de hombros, esperando que el minero y el pada tras él tengan el mismo aspecto de ignorancia.
-No querían que lo supiéramos. ¿Quién va a recogerlo?
El soldado de asalto mira al otro lado de la bahía de atraque.
-Dádselo al jefe de muelle.
Los tres salen caminando del muelle de carga. Cuando Erredós les sigue, el soldado de asalto apunta al droide con su rifle bláster. Erredós silba.
-Es parte del paquete –dice Luke.
-¿Por qué no lo dijiste? –el imperial deja pasar al droide.
Luke presenta las tres cajas de cartón al jefe de muelle.
-¿Dónde podemos esperar a una barcaza de regreso? –pregunta entonces.
Sin levantar la mirada, el jefe de muelle señala girando la esquina.
-Ahí hay una sala de pilotos.
-Gracias –dice Luke. Lidera el camino al otro lado de la esquina. Sydney parece estar a punto de hablar, pero el joven rebelde le hace un gesto con la mano para que guarde silencio. En lugar de entrar a la sala de pilotos, abre una puerta que conduce al exterior de la bahía de atraque. La puerta da a un pasillo largo y blanco. La cruza, y hace gestos a los otros para que le sigan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario