Borrando todos los rastros
Eric Trautmann
Garv Debble caminaba lentamente a lo largo de la
hilera de artefactos recuperados, comprobando los números de las etiquetas
codificadas por ordenador de los diversos objetos que su equipo había
descubierto en los últimos días.
En todos mis
años como arqueólogo, jamás pensé que tendría la oportunidad de examinar los
efectos personales del mismísimo Emperador. Y todos esos objetos “perdidos” del
interior... ¡Este debe de ser el hallazgo arqueológico más asombroso de la
década! Pasarán años antes de que logremos descubrirlo todo acerca del Monte
Tantiss.
Garv sonrió para sí mismo. Eso ciertamente podría considerarse
como la cima de su carrera, o de la de cualquiera. Su ayudante, la joven
Milanda Vorgan, se estaba aproximando a él con una amplia sonrisa en su rostro.
-¡Garv, tienes que ver esto! Están enviando los
holos ahora mismo. ¡Esta mañana han encontrado otra cámara! ¡Creen haber
encontrado las Rocas de Duinarbulon!
Garv quedó atónito ante la revelación.
-¡Las Rocas! Si son auténticas, podrían ser nuestra
primera prueba de que los Lanceros Estelares de Duinarbulon fueron reales...
¡Durante milenios hemos creído que sólo eran mitos! ¡Déjame verlo!
Milanda le tendió su tableta de datos conectada a
su antena de banda ancha. Las imágenes estaban borrosas y distorsionadas por
estática.
-Es el alto contenido en metal de la montaña lo que
distorsiona las imágenes –indicó Milanda-. De todas formas, mira eso, Garv.
En el holo, una persona con un grueso traje
anti-radiación se inclinaba para recoger algo del suelo. Conforme el holo se
acercaba a la imagen, parecía ser un pequeño cristal tallado.
Garv frunció el ceño.
-No, eso no es una de las Piedras. Qué lástima.
Habría sido todo un hallazgo.
Trató de ocultar su decepción, pero Milanda conocía
demasiado bien sus estados de ánimo. Pero esto sólo era un pequeño revés en un
potencial cofre de tesoros históricos.
Garv alzó la mirada para ver a uno de los noghri de
pie frente a él. Aunque el Jedi Luke Skywalker y los Solos se habían marchado hacía
varios días, los noghri habían insistido en quedarse atrás. Garv aún tenía
problemas para distinguirlos entre sí, pero había tenido cuidado de dejarles
actuar por su cuenta.
-Soy Ekhrikhor del clan Bakh’tor. Debo hablar con
usted acerca de esta... excavación. Hemos jurado eliminar la memoria del
Emperador. Debe detener esto.
Garv quedó sorprendido por la orden... era más que
una petición, pero menos que una amenaza.
-Lo siento, amigo, pero no parece entender el
significado histórico de todo esto.
Esto es el hallazgo más importante desde la muerte de Palpatine. Debemos
descubrir todo lo que podamos...
-Hemos jurado eliminar la memoria del Emperador.
Debe detener esto. Ya.
El arqueólogo puso los brazos en jarras, tratando
de parecer intimidatorio. Garv había pasado demasiados años en una biblioteca
de investigación como para darse cuenta de quienes eran los noghri... o de que
la intimidación era probablemente la táctica menos probable de funcionar con
ellos. Escuchó como Milanda retrocedía un paso detrás de él.
-No está siendo realista. Ahí dentro hay artefactos
de inmensa significancia histórica. Objetos que no han sido vistos durante
siglos. Obras de arte, manuscritos, naves estelares... cosas de incontables
culturas alienígenas que fueron saqueadas por el Imperio.
-No tenemos disputas con otros. Podrán recuperar
sus cosas. El legado del Emperador debe ser destruido.
-Esto es completamente inadecuado. Puede elevar
esta petición por los canales adecuados: le sugeriría que vaya a hablar con el
Consejo Provisional de la Nueva República, usted no tiene autoridad aquí.
Ahora, despeje la zona.
Ekhrikhor emitió un sonido desde la profundidad de
su garganta que sonó como un gruñido.
-No deseamos entrar en guerra con nuestros nuevos
amigos, pero haremos lo que sea necesario para detener esto. Todos los rastros
del Emperador deben ser eliminados. Yo y mi pueblo lo hemos jurado, y nada nos
detendrá. Los demás están ahora en la montaña.
Garv estaba a punto de responder a Ekhrikhor cuando
sintió que Milanda le daba golpecitos en el hombro. Se inclinó hacia él y le
susurró en el oído.
-¿No se te ha ocurrido pensar, Garv, que no
podríamos detenerles aunque quisiéramos?
-...Supongo que tienes razón. Ekhrikhor, como seres
razonables que somos, ¿puedo convencerle de que detenga esto? ¿Tal vez podamos
discutirlo o llegar a alguna clase de acuerdo?
Ekhrikhor lo pensó tan sólo durante un segundo.
-Acataré la decisión de la Mal’ary’ush. Hasta entonces, los noghri cumplirán su juramento. Continuaremos
eliminando las posesiones del Emperador.
Garv le dio la espalda.
-Milanda, por favor, envía un mensaje prioritario a
Coruscant. Necesitamos hablar con la consejera Organa Solo.
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