miércoles, 11 de febrero de 2015

El recordatorio


El recordatorio
Bill Slavicsek

Luke Skywalker se colocó un guante negro sobre su mano derecha; su mano derecha biomecánica. Después de cinco años, ya se había acostumbrado a la idea de una mano mecánica. Pero había momentos en los que le perturbaba mirar sus dedos artificiales flexionándose bajo sus órdenes inconscientes. Siempre llevaba puesto en la mano el guante negro, como para ocultarla a la vista de los demás y de la suya propia. Del mismo modo que Vader se ocultaba bajo una capa negra.
Luke apartó el pensamiento. No era el mismo caso. ¿O sí?
Aún recordaba la lucha en Ciudad Nube. Se había enfrentado a Vader con sus nuevas habilidades de la Fuerza y su sable de luz. La batalla fue feroz, pero cuando acabó Luke había perdido su mano, su sable de luz, y gran parte de su inocencia. Tal vez lo que Vader le había contado le causó más daño que la hoja cortante del sable de luz del señor oscuro. Vader le había informado que era el hijo del señor oscuro; en otro tiempo, Darth Vader había sido Anakin Skywalker.
Los dedos biomecánicos se flexionaron y se tensaron con los recuerdos, pero Luke permitió que estos fluyeran. Recordó su tiempo a bordo de la fragata médica. Dos-Unobé, el droide médico, le había instalado la mano protésica con pericia y cuidado. Era como si nunca hubiera perdido la original, salvo por el hecho de que esta estaba hecha de circuitos y metal. Flexionar. Tensar. Recuerdos.
En su siguiente encuentro, fue el turno de Luke de seccionarle una extremidad. Vader perdió su mano derecha bajo el sable de Luke, pero su mano ya era un reemplazo biomecánico. De hecho, Vader era en su mayoría equipo mecánico y de soporte vital, oculto bajo un acorazado caparazón negro. ¿Era el destino de Luke convertirse en más máquina que hombre? ¿Más Oscuridad que Luz? Apartó el pensamiento de su mente, y otro recuerdo involuntario afloró.
Esta vez, Luke estaba dentro de la cueva en Dagobah, enfrentándose a una imagen de pesadilla de Darth Vader. Luke sabía que bajo la armadura encontraría su propio rostro. Esto era una advertencia, que le decía que se mantuviera firme, sin importar lo difíciles que pudieran ser los desafíos que encontrara en su camino. No podía permitirse ceder al lado oscuro. El lado de la muerte. Tenía que seguir siendo Luke Skywalker.
Ese era el secreto, decidió, flexionando de nuevo la mano. No había nada de malo en tener extremidades de reemplazo si recordaba seguir siendo fiel a sí mismo.

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