Gottu y su vibro-hacha
Bill Slavicsek
Respondo al nombre de Gottu, y si eso te supone
algún problema, puedo ayudarte a realizar el último viaje. Soy un soldado,
lucho por la Nueva República como parte de los Comandos de Page. Antes de eso,
luché por la Alianza, y antes de eso... Bueno, digamos simplemente que siempre
he estado luchando contra algo o alguien.
Estoy aquí para hablar de armas. Soy lo que
llamarías especialista en combate urbano, y puedo convertir cualquier cosa en
un arma. Cualquier cosa. Pero si tengo elección, hay un arma que prefiero sobre
todas las demás.
Han Solo jura por su bláster. Chewbacca y Frorral
nunca se alejan de sus ballestas. Y también está Luke Skywalker, que blande ese
sable de luz como si fuera una parte de sí mismo. Aunque cada una de esas armas
tiene sus ventajas y atractivos especiales, yo prefiero las vibroarmas.
No hay nada como el zumbido de una vibrohoja al
desenvainarla, el vibrante zumbido de una vibrohacha atravesando la armadura de
un soldado de asalto. Cuando me preparo para la batalla, sujeto una vibrohoja
en mi tobillo, un vibrocuchillo en mi muñeca, y una vibrohacha a mi espalda.
Oh, también llevo un bláster o un rifle bláster. Es bueno comenzar una lucha
con armas de largo alcance; te permite librarte de la chusma y los aficionados.
Pero cuando la lucha se vuelve cercana y personal, cuando comienza el auténtico
combate, entonces quiero en mis manos una o dos vibroarmas.
Como aquella vez cuando Idow y yo llegamos a
Bruzion, una ciudad del planeta Jendorn. El planeta se encuentra en las
Regiones Fronterizas, y era el escenario de alguna feroz lucha entre fuerzas de
la Nueva República y del Imperio. El Imperio ganó la batalla y estaba ocupando
la ciudad. También habían establecido un complejo prisión, y tenían presos a
seis pilotos de la República derribados. Page y los demás estaban fuera, en
otra misión, así que nos tocó a Idow y a mí hacer el trabajo.
En el extremo opuesto del planeta aún reinaba el
caos, y los nativos seguían mostrando su disconformidad con sus invitados
imperiales. Las pocas naves estelares imperiales que seguían en órbita estaban
ocupadas vigilando nuestras naves estelares, así que nadie advirtió el paso del
pequeño transporte y nos depositó a pocos kilómetros de Bruzion. Realizamos el
resto del camino a pie, analizamos la situación alrededor del complejo prisión,
y entonces trazamos un plan rápido.
-Entremos y saquémosles de ahí –dije, alzando mi
vibrohacha para enfatizar mis palabras. Idow gruñó mostrando su acuerdo.
Ahora, probablemente estés pensando que irrumpimos
en ese complejo y nos limitamos a abrirnos camino luchando contra el pelotón de
soldados estacionado allí. Bueno, sí que tuvimos nuestra ración de lucha, pero
antes preparé una pequeña distracción para cubrir nuestra llegada. El complejo
estaba protegido por una única torre turboláser. Supuse que la torre resultaría
ser un problema cuando pidiéramos que nos recogieran, así que decidí usarla
para mi distracción. Trepé por el costado de la torre hasta que llegué al nivel
que quería. Si no me había equivocado, tras el muro blindado se encontraban las
hileras de condensadores y el núcleo de energía que alimentaba a la torre.
Activé mi vibrohacha, enterré la cabeza de la hoja en el muro, y salté al
suelo.
Veinte minutos más tarde, mientras Idow y yo
estábamos presentando nuestros blásters a los primeros guardias imperiales, el
hacha finalmente terminó de abrirse camino hasta el núcleo de energía. La
explosión resultante fue espectacular y muy ruidosa. Envió a los guardias
restantes corriendo en la dirección equivocada, alertó a nuestro equipo de
recogida que estábamos preparados, y avisó a los prisioneros que habíamos
llegado a rescatarles. Salvo por un poco de lucha más y una breve espera a nuestro
vehículo, la misión había terminado.
Sólo me sorprendí ligeramente cuando la lanzadera
de asalto llegó volando con Syla Tors a los mandos y nuestro propio teniente
Page en la escotilla abierta.
-Podríais habernos esperado –refunfuñó mientras hacíamos
pasar rápidamente a los pilotos.
-No habríais hecho otra cosa más que poneros en
medio y molestar –respondí, cerrando de un golpe la escotilla y mostrando al
teniente mi mejor sonrisa.
Así que ya ves, puedes quedarte con tus blásters y
ballestas y sables de luz. Yo, seguiré con un vibrohacha. Consiguen hacer el
trabajo duro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario