jueves, 19 de febrero de 2015

Un día en las carreras

Un día en las carreras
Bill Slavicsek

En uno de esos momentos extremadamente inusuales en que el destino de la galaxia no dependía de su atención inmediata, Han Solo y su esposa, Leia Organa Solo, acudieron a las carreras de barredoras en la famosa Arena Imperial de Coruscant.
Leia frunció el ceño al atravesar las puertas y dirigirse a sus asientos. Tendría que pensar en cambiar el nombre del circuito. Suspiró. Aún había que ocuparse de tantos pequeños detalles, tantas cosas... Apartó el pensamiento de su mente. Era su día libre, un día para disfrutar con su marido. El trabajo podía espera hasta más tarde.
Sus asientos estaban en el palco del Emperador, que ofrecía una espectacular vista de todo el circuito. Leia sólo había asistido una vez a una carrera de barredoras anteriormente, y había sido tiempo atrás, en Alderaan. Han había expresado interés cuando escuchó que Fargus Deel iba a competir, así que ella hizo un esfuerzo por despejar ese día en su apretada agenda.
Han explicó que la configuración del circuito para la carrera se llamaba la nebulosa binaria. Boyas repulsoras señalaban el sinuoso trazado.
-Esas boyas lanzarán llamaradas iónicas durante la carrera –le dijo Han, con su voz rebosante de entusiasmo apenas disimulado-. Cualquier piloto que no pueda esquivar las chispas... bueno, podría decirse que se están jugando la vida. Las partículas de iones pueden hacer cualquier cosa a los sistemas de control o impulsión.
El gentío era multitudinario, pero Leia estaba contenta de ser parte de él. Esa era la gente a la que había dedicado su vida. Pasar un poco de tiempo entre ellos volvía a dejar clara la perspectiva. Advirtió que Han se inclinó hacia delante y dejó de mirar la multitud para centrarse en la arena. Las barredoras se estaban alineando en la parrilla de salida.
-General Solo, ¿no corría usted en barredoras hace tiempo?
La pregunta llegó de uno de los nuevos reclutas de Wedge Antilles, que estaba sentado tras ellos en el palco. Kenn Nitram, pensó Leia, recordando el nombre del joven piloto de ala-X. Sonrió mientras Han miraba al joven con ojos nerviosos.
-No creas todo lo que oyes sobre mí, chico –dijo Han-. La gente tiende a hinchar desproporcionadamente todo lo que he hecho alguna vez.
-Eso es cierto –dijo Leia con una sonrisa.
-¿Podemos limitarnos a ver esta carrera, por favor? –rogó Han, y Leia trató de reprimir una risita-. Adelante, ríete, Princesa –añadió en voz baja. Si dijo algo más, quedó ahogado por los motores de las barredoras cuando la carrera comenzó.
Fargus Deel, vestido de rojo y pilotando una SoroSuub Pirata personalizada, se puso por delante del pelotón y giró ágilmente por debajo de una llamarada iónica. Voló por el circuito con aparente facilidad, esquivando llamaradas y alejándose de sus rivales mientras avanzaba velozmente hacia la victoria.
-Ese Fargus Deel es el mejor piloto de barredora que he visto jamás –exclamó Kenn Nitram al oído de Han-. ¡No creo que haya nadie capaz de derrotarle!
-Eh, chico, ¿no has oído hablar de la vez que...? –comenzó a decir Han, pero Leia posó suavemente la manos obre su brazo para hacerle callar.
-Deja que mantenga sus ilusiones, Han –le instó Leia en voz baja.
-Pero derroté a Fargus una y otra vez cuando él sólo estaba comenzando –se quejó Han-. Desde luego, yo era un poco imprudente, pero gané muchas más carreras de...
Leia le besó.
-Mi héroe –susurró cuando sus labios se separaron-. Ahora cállate y mira la carrera.
Han se recostó en su asiento, cruzando los brazos sobre su pecho con aire indignado.
-Pero yo podría vencerle –insistió, más para sí mismo que para cualquier otra persona. Tampoco es que hubiera alguien prestándole atención. Fargus estaba entrando en la última vuelta de carrera, maniobrando a través de una tempestad de llamaradas iónicas de modo muy parecido a como Han había maniobrado a través de ese campo de asteroides, tantos años atrás.
-Podría hacerlo –volvió a decir Han.
-Lo sé, querido –le consoló Leia, ocultando su sonrisa de diversión lo mejor que pudo.

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