El Ancla de Zirtran: Un encuentro kalai
Anthony Russo
Horatio Varn-Kezzler, corresponsal de noticias, apagó la grabadora y guardó el dispositivo en su zurrón. Ciertamente ya tenía material más que suficiente para una historia, tal vez incluso una serie de informes.
-Entonces, corresponsal –dijo el hombre estirando su corpulenta anatomía-, ¿responde esto a sus preguntas sobre el Ancla de Zirtran?
-Desde luego. Y a alguna que otra más. Espero que este artículo aparezca entre los mejores sobre viajes y puertos estelares. Diría que usted y una tal señorita Okeefe han sido de muchísima ayuda.
Horatio se retiró de la mesa y pagó al camarero robótico toda la cuenta, más una considerable propina. Ofreció también al hombre una bolsita de cupones de crédito, pero el hombre apartó de sí la pequeña bolsa de tela.
-No es necesario.
-Pero usted está corriendo bastante riesgo, al exponerse de este modo. No todo el mundo quiere hablar sobre la desaparición del Ancla... o de los kalai.
-Todo el mundo necesita un poco de emoción de vez en cuando –dijo, guiñando un ojo.
Horatio asintió con la cabeza y se marchó con cierta reticencia. Deseaba haber podido escuchar al hombre durante algo más de tiempo, pero tenía un plazo acechándole. Palmeó las holocintas de su bolsa con creciente emoción. ¡Por primera vez, la verdad acerca del Ancla de Zirtran era revelada!
El hombre sonrió, riéndose un poco de sí mismo mientras sacaba una pipa de fumar. ¡La verdad sobre el Ancla de Zirtran, desde luego! El corresponsal sólo había arañado la superficie.
El candelabro de pequeñas luces sobre la cabeza del hombre pareció temblar. Gotitas de luz cayeron lentamente del techo. Los otros parroquianos de la oscura cantina no advirtieron cómo las luces comenzaron a unirse y cobrar forma como una única burbuja de luz danzante. El resplandor de la burbuja cambió de color cuando un pensamiento tomó forma.
¿Sospecha algo?
Un hilo de humo salía de la pipa en las manos del hombre.
-Sólo es un muchacho. Completamente ingenuo. No tiene ni idea de lo que está ocurriendo. ¿Descubriste lo que querías saber?
Sus recuerdos de niño eran fuertes. Fue criado en Coruscant, la capital Imperial. Ha proporcionado información muy útil sobre el Imperio. Con el tiempo, creo que se unirá a nosotros.
Los rasgos del hombre comenzaron a cambiar mientras continuaba fumando su pipa. Su rostro se volvió pálido u delgado, su nariz afilada y pronunciada, y sus ojos estrechos y brillantes. El híbrido lehagoe kalai se rió mientras se reclinaba en su asiento.
-Encantado de ayudarle, padre.
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