-No sirve de nada, Ali -dijo Mak una hora más tarde-.
Ya ha tomado una decisión.
-Vuestra Alianza no es diferente al Imperio -repitió
Ketrian, mirando al grupo junto al holo-proyector-. Sólo estáis interesados en
lo que yo puedo hacer por vosotros. Y tú -se volvió hacia Makintay-, todo lo
que te importa es la reparación de tus alas-X.
-¿Cómo puedes seguir trabajando para Palpatine
después de lo que te hemos enseñado? –preguntó Merak.
-Yo sabía que él no era perfecto -le dijo Ketrian-.
Él es humano, como todos nosotros. Si les dieran el mismo poder ilimitado,
¿quién puede asegurar que vuestros líderes no llegarían a ser igual de corruptos?
-Cogió su abrigo-. He estado aquí demasiado tiempo. Los matones de Pedrin harán
preguntas. ¿Dónde está Grathal?
-Tenía que regresar -dijo Mak-. Tenemos otro deslizador
oculto en las inmediaciones. Te llevaré a la taberna. -Ketrian pasó junto a él como
una exhalación mientras abría la puerta-. No te preocupes por ella –le dijo a
Merak-, ese era su argumento estándar. Es fácil pensar en nadie más que en ti
mismo si etiquetas a todos los demás como algo sin valor.
Ketrian vaciló, luego salió al exterior. Estaba
lloviendo y se colocó la capucha de la capa sobre la cara. Makintay y Alikka no
dijeron nada al unirse a ella.
Sólo habían dado unos pocos pasos cuando Mak se
detuvo de repente. Inclinó la cabeza y miró hacia el cielo nocturno.
-Escuchad -dijo. Entonces ellas también lo oyeron,
el rugido de los aerodeslizadores. En Hargeeva sólo el ejército imperial
utilizaba aerodeslizadores. La luz de unos reflectores se posó en el almacén y
sus alrededores.
-¡Diablos! -maldijo Mak-. Nos han encontrado. Vamos.
Por aquí. ¡Deprisa! –Las condujo a un estrecho callejón entre calles.
Detrás de ellos, estalló una batalla de fuego
bláster cuando los rebeldes atrapados devolvieron el fuego. A continuación, una
poderosa explosión llenó las calles con un destello de luz.
-¿Qué ha sido eso? -dijo Alikka.
-Ahora no podemos ayudarles -dijo Mak con tono
sombrío, instándola a seguir. Se detuvo en seco en la siguiente esquina-. Soldados
–gruñó-. Encontraron el deslizador. -Sacó su bláster, con aire dispuesto a
luchar para recuperarlo.
Ketrian le miró fijamente.
-¿Qué estás tratando de hacer, conseguir que me
maten? No tengo nada que ocultar. –Dio un paso tratando de rodearle.
-¿Crees que ellos van a creerlo? -Mak tiró de ella.
Pero era demasiado tarde, el movimiento había sido visto. Un disparo láser
impactó donde había estado Ketrian.
-Soltad las armas y apartaos del edificio -ordenó
el soldado de mayor rango.
-Mira lo que has hecho -gimió Ketrian-. Piensan que
yo también soy una rebelde.
-Nos tienen atrapados -maldijo Mak-. Cuando esos
deslizadores aparezcan, nos freirán. Sólo hay una forma de salir de esta. Vosotras
dos tendréis que ser mis prisioneras. Rehenes, ¿de acuerdo?
-¿Rehenes? -Ketrian le miró boquiabierta.
-Buena idea -dijo Alikka. Luego se volvió hacia Ketrian-.
Es nuestra única oportunidad.
El soldado repitió su orden para que se rindieran,
y añadió:
-Este es su último aviso. –Sobre ellos, podía oírse
un aerodeslizador acercándose, convirtiendo la noche en día con sus luces.
Mak no necesitaba esa iluminación para ver la cara
de Ketrian; se había vuelto tan blanca como la nieve.
-Lo siento, Ket –dijo-. Vamos. -Mak puso un brazo
alrededor de la garganta de Ket y empujó a Ali hacia adelante con el bláster.
La luz de un reflector les cegó inmediatamente a
todos ellos y una voz exclamó en un gruñido:
-Suelta el arma, rebelde.
-Atrás o las mato -gritó Makintay.
Los imperiales no le permitieron ni un momento para
negociar. El soldado de tierra y otro desde el deslizador dispararon al
unísono, enviando de ondas concéntricas de energía azul a través de la lluvia.
Ketrian sintió cómo Makintay trataba de protegerla, y entonces la oscuridad del
disparo aturdidor se hizo completa.
***
Lo siguiente que supo Ketrian fue que una cruda luz
blanca se filtraba a través de sus párpados y el acre olor a antiséptico
asaltaba sus fosas nasales. El estómago le dio un vuelco y rodó hacia un lado.
-Por favor, utilice la unidad de residuos -la voz
impasible de un droide resonó sobre ella.
Ketrian cayó de la estrecha litera sobre un suelo de
duracemento que lastimó sus rodillas. Se aferró a la unidad de residuos cercana,
se volvió y vomitó en ella.
-Gracias -respondió el droide. Hubo un zumbido de
servomotores mientras se acercaba. Largos brazos de metal la condujeron de
vuelta a la litera-. ¿Está usted funcional? -preguntó, evaluándola con
brillantes fotorreceptores y sensores.
-Oh, ve a que te fundan los circuitos. -Ketrian se limpió
la boca-. ¿Quién eres y dónde estoy?
Unidad de guardia médica FM-6B a su servicio –respondió-.
Se encuentra en la Celda de Enfermería número 23B de la Guarnición de Arginall.
-¡Celda! -Ketrian se sintió peor que nunca al
revivirlo todo-. Voy a matarte, Makintay. -Se agarró la cabeza-. Si sobrevivo.
-¿Está usted experimentando dolor de cabeza?
preguntó el droide.
¿Cómo puedo salir de aquí? -preguntó Ketrian-. Abre
la puerta. -Vio que las cuatro paredes eran completamente lisas. No había
señales de una salida.
-No puedo hacer eso -respondió el droide-. Deben
darle el permiso adecuado. Primero he sido programado para proporcionarle
medicaciones que apresuren su retorno al pleno funcionamiento.
Ketrian vio aparecer un apéndice con una aguja
hipodérmica llena preparada.
-¿Qué es eso? -preguntó con suspicacia.
-El tratamiento estándar para su condición.
-Bueno. -Ketrian suspiró de alivio. Mientras se
subía la manga, descubrió que su vestido nuevo estaba roto y cubierto de barro.
El hipo-spray descargó su carga en su brazo. Se lo frotó y preguntó-: ¿Dónde
está mi amiga, Alikka Nolan?
-No estoy programado con esa información -respondió
el droide.
Parte de la pared se abrió para revelar guardias de
las tropas de asalto en un pasillo. Entonces el Mayor Pedrin entró en la celda.
-Veo que ha recibido su medicación. -Sus labios se
torcieron en lo que podría haber sido una sonrisa-. ¿Se siente mejor? –Se
retorció el bigote mientras se sentaba en la única silla-. He estado preocupado
por usted, Ketrian, recibió una doble dosis de shock aturdidor.
-Debería enseñar a sus soldados a apuntar mejor
cuando disparan -dijo enojada Ketrian-. Podrían haberme matado. ¿Es así como
les dice que manejen las situaciones de rehenes? ¿Dónde está Ali? Más vale que esté
bien o presentaré una queja oficial.
Los ojos de Pedrin se oscurecieron como dos
agujeros negros gemelos.
-No se encuentra en situación de presentar quejas,
señorita Altronel. Usted y su amiga evitaron deliberadamente a sus guardias en
la taberna. Si no fuera por el hecho de que se fijaron en el hombre que les
llevó a la bodega de almacenamiento y lo interrogaron cuando regresó, puede que
nunca las hubiéramos encontrado.
-¿Grathal? -El pulso de Ketrian se aceleró y se le
secó la boca mientras se preguntaba qué les habría dicho el anciano-. ¿Dónde
está ahora? A mí también me gustaría hacerle algunas preguntas.
-¿Cómo cuáles? -Pedrin se inclinó hacia delante y ella
se dio cuenta de que estaba grabando sus respuestas en un cuaderno de datos.
-Por ejemplo, cómo podía haberse equivocado tanto.
Nos llevó a la dirección equivocada. Allá por el río. Ali y yo pensábamos que
nos íbamos a encontrar con un marchante de esculturas de fuera del planeta. Ya
sabe que colecciono esas cosas. -Él asintió con la cabeza-. Sé que no deberíamos
habernos ido sin avisar a sus hombres, pero Grathal dijo que el marchante
estaba preocupado por...
-¿Aduanas o impuestos especiales?
-Sí. -Ketrian suspiró de alivio-. ¿Grathal lo
explicó?
-Eso es lo que nos dijo, pero no era toda la
verdad.
Ketrian tragó saliva.
-¿No?
-¿A quiénes encontraron esperando en ese almacén?
-Gente -dijo Ketrian. Se sacudió el barro de la
falda. Seguro que habían capturado Makintay y a estas alturas ya lo habrían
identificado-. Combatientes de la resistencia. Querían que me uniera a ellos. -Lo
hizo sonar como una gran broma-. Yo. ¿Se imagina? Cuando me negué nos hicieron
prisioneras a Ali y a mí.
Pedrin dijo nada durante un largo rato. Luego
suspiró, se enderezó y apagó la grabadora.
-La lealtad es un rasgo admirable, Ketrian -dijo en
voz baja-, pero no puede proteger a la señorita Nolan para siempre. La noche
pasada, ella sabía a dónde le estaba llevando.
-Seguro que no.
Pedrin le dirigió una mirada severa.
-Ella lo sabía. ¿Entiende ahora por qué necesitaba
a mis agentes con usted todo el tiempo?
Ella asintió con la cabeza.
-Me alegro de que fueran capaces de rescatarme.
¿Puedo irme a casa?
-Pronto. Primero quiero que me diga todo lo que sepa
sobre Stevan Makintay. Usted y él estuvieron prometidos hace cinco años. -Él
resopló con disgusto y dijo-: El padre de Makintay no deja pasar un día sin
quejarse de la elección de su hijo. Supongo que quería que Stevan se casara con
alguna Gran Dama. -Ketrian asintió. Pedrin le mostró otra de sus sonrisas de reptil-.
Personalmente, yo diría que fue la única elección inteligente única en la vida
de Stevan.
Ketrian se sonrojó.
-Tengo trabajo que hacer, Mayor. Debería estar de
vuelta en a la refinería. No creo que haya mucho que pueda decirle sobre
Makintay. Él me abandonó hace cinco años y nunca he oído hablar de él hasta
anoche.
-Sí -estuvo de acuerdo Pedrin-. De eso, al menos,
estamos seguros. Les teníamos a ambos bajo estrecha vigilancia durante sus días
de la universidad. -Ketrian levantó la cabeza, asombrada-. Por seguridad, ya
entiende. Estábamos evaluando a Makintay padre para ocupar el cargo de Gobernador
Imperial.
-¿Y eliminaron esa vigilancia cuando Stevan
desapareció? -preguntó enojada Ketrian.
-No -admitió tranquilamente Pedrin-. Para entonces
usted también había cobrado importancia estratégica para el Imperio. -Ella tomó
aliento, enojada, y él levantó una mano para detener su protesta-. Fue la
vigilancia continuada lo que me ha permitido garantizar a mis superiores que usted
no tiene vínculos con el movimiento de resistencia. -Ketrian se sentó-. Ahora, acerca
del prisionero. Lo encuentro todo un rompecabezas. ¿Por qué un hombre de tan
alta cuna echaría por tierra todos los privilegios de su nacimiento para ayudar
a esos rebeldes de los bajos fondos? Por desgracia, Makintay es el único superviviente
del grupo con el que se reunieron, y está resultando ser... -Hizo una pausa,
frunciendo los labios en un delgado mohín de fastidio-... terco. Extremadamente
terco. Ni siquiera su padre ha tenido éxito con él.
-¿El gobernador habló con él? -espetó Ketrian-. Prometió
no volver a hacerlo nunca la noche que desheredó a Stevan.
-Sí -murmuró Pedrin-. Pero Makintay Senior es
gobernador del Imperio, y como tal debe obedecer las órdenes imperiales. Se le
ordenó que ofreciera a su hijo el pleno restablecimiento de sus derechos de
nacimiento si cooperaba con nosotros y revelaba la ubicación de la base
rebelde.
-Mak nunca aceptaría tal oferta.
-¿Mak? -Pedrin arqueó una ceja-. Lo conoce bastante
bien. Fue de lo más ofensivo. Su padre se fue hecho una furia. El joven
Makintay no me dejó otra alternativa que intentarlo con drogas.
Ketrian tragó saliva.
-¿Drogas? ¿Entonces ya tiene la ubicación? -Los
nudillos de Pedrin se pusieron blancos mientras agarraba su cuaderno de datos.
-No, parece ser que Makintay se ha preparado a conciencia
para esta misión. Nuestras drogas no pudieron penetrar su obstinación. Pero eso
no tiene importancia, ahora mismo estamos empleando métodos de interrogatorio
más eficaces. -Los ojos entornados de Pedrin estaban llenos de perverso placer-.
Makintay se romperá antes de mañana al amanecer.
Estupefacta, Ketrian no podía hacer nada más que
mirarle fijamente.
Pedrin frunció el ceño.
-Supongo que no hay nada que pueda decirme sobre él
que pudiera ayudarme en mi interrogatorio.
Ketrian negó con la cabeza.
Pedrin se puso de pie.
-Bueno, estoy seguro de que su ayuda no será
necesaria. Makintay demostró su cobardía anoche cuando la sostuvo a usted como
escudo. Será mejor que se vaya a su casa. Descanse. Usted tiene un largo viaje
que hacer mañana.
-¿V-viaje? -dijo Ketrian, aturdida.
-Su aleación, Ketrian. Ha causado gran expectación
entre mis superiores. Han ordenado que sea transferida a Coruscant para
continuar su trabajo en condiciones más seguras.
***
Después de una noche de insomnio llena de miedo por
ella y sus amigos, Ketrian fue escoltada hasta el puerto estelar. Pedrin estaba
hosco y encorvado, como si él también hubiera dormido mal.
-Le envidio -dijo mientras la conducía por la rampa
a la lanzadera que la estaba esperando-. La capital imperial. Tenía la
esperanza de que yo también podría salir de este mundo perdido. Estoy seguro de
que el mando me recompensaría si pudiera proporcionar la ubicación de la base
rebelde.
-¿Ah, sí? -Ketrian estaba complacida-. ¿Makintay no
quería hablar?
Pedrin frunció el ceño.
-Lo habría hecho si hubiera tenido más tiempo. El mando
dice que sus expertos le harán hablar. ¡Expertos, bah! Si tuviera sus redes de
exploración y sus lujosas máquinas de tortura, yo también podría...
-¿Tortura? -Ketrian palideció-. ¿También van a
transferir a Makintay?
Pedrin se volvió y señaló a los pies de la rampa.
Un escuadrón de soldados de asalto rodeaba a un solo preso.
-Incluso él va a conseguir salir de esta roca.
Horrorizada, Ketrian vio como los soldados arrastraban
a Makintay, aturdido y encadenado, por la rampa. Cuando se detuvieron en la
escotilla, Ketrian consiguió echar un buen vistazo a la cara de Makintay. Era
una masa de contusiones, y su camisa estaba salpicada de sangre.
-Buenos días -dijo con voz ronca a modo de saludo,
tratando de esbozar una sonrisa.
-¡Silencio! -Su guardia le empujó con la culata de
un rifle. Makintay cayó de bruces en la lanzadera.
-Supongo que no sentirá ninguna simpatía por él -dijo
Pedrin, observando la expresión afectada de Ketrian.
Ella negó con la cabeza.
-Estaba pensando en Ali. ¿Dónde está?
Pedrin se revolvió, incómodo.
-Vamos a retenerla hasta que nos dé los nombres de
sus cómplices.
-¿A ella también la están golpeando?
-Le aconsejo que se olvide de su amiga traidora. -La
tomó del brazo-. Vamos, la lanzadera se está encendiendo.
Ella se soltó.
-Si pudiera conseguir esa ubicación para usted, ¿dejaría
marchar a Ali?
-Por supuesto.
-Entonces deme autorización para hablar con Makintay
a bordo del transporte.
-La tendrá. -Pedrin sonrió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario