lunes, 20 de mayo de 2013

Potencia de fuego (III)


-No sirve de nada, Ali -dijo Mak una hora más tarde-. Ya ha tomado una decisión.
-Vuestra Alianza no es diferente al Imperio -repitió Ketrian, mirando al grupo junto al holo-proyector-. Sólo estáis interesados en lo que yo puedo hacer por vosotros. Y tú -se volvió hacia Makintay-, todo lo que te importa es la reparación de tus alas-X.
-¿Cómo puedes seguir trabajando para Palpatine después de lo que te hemos enseñado? –preguntó Merak.
-Yo sabía que él no era perfecto -le dijo Ketrian-. Él es humano, como todos nosotros. Si les dieran el mismo poder ilimitado, ¿quién puede asegurar que vuestros líderes no llegarían a ser igual de corruptos? -Cogió su abrigo-. He estado aquí demasiado tiempo. Los matones de Pedrin harán preguntas. ¿Dónde está Grathal?
-Tenía que regresar -dijo Mak-. Tenemos otro deslizador oculto en las inmediaciones. Te llevaré a la taberna. -Ketrian pasó junto a él como una exhalación mientras abría la puerta-. No te preocupes por ella –le dijo a Merak-, ese era su argumento estándar. Es fácil pensar en nadie más que en ti mismo si etiquetas a todos los demás como algo sin valor.
Ketrian vaciló, luego salió al exterior. Estaba lloviendo y se colocó la capucha de la capa sobre la cara. Makintay y Alikka no dijeron nada al unirse a ella.
Sólo habían dado unos pocos pasos cuando Mak se detuvo de repente. Inclinó la cabeza y miró hacia el cielo nocturno.
-Escuchad -dijo. Entonces ellas también lo oyeron, el rugido de los aerodeslizadores. En Hargeeva sólo el ejército imperial utilizaba aerodeslizadores. La luz de unos reflectores se posó en el almacén y sus alrededores.
-¡Diablos! -maldijo Mak-. Nos han encontrado. Vamos. Por aquí. ¡Deprisa! –Las condujo a un estrecho callejón entre calles.
Detrás de ellos, estalló una batalla de fuego bláster cuando los rebeldes atrapados devolvieron el fuego. A continuación, una poderosa explosión llenó las calles con un destello de luz.
-¿Qué ha sido eso? -dijo Alikka.
-Ahora no podemos ayudarles -dijo Mak con tono sombrío, instándola a seguir. Se detuvo en seco en la siguiente esquina-. Soldados –gruñó-. Encontraron el deslizador. -Sacó su bláster, con aire dispuesto a luchar para recuperarlo.
Ketrian le miró fijamente.
-¿Qué estás tratando de hacer, conseguir que me maten? No tengo nada que ocultar. –Dio un paso tratando de rodearle.
-¿Crees que ellos van a creerlo? -Mak tiró de ella. Pero era demasiado tarde, el movimiento había sido visto. Un disparo láser impactó donde había estado Ketrian.
-Soltad las armas y apartaos del edificio -ordenó el soldado de mayor rango.
-Mira lo que has hecho -gimió Ketrian-. Piensan que yo también soy una rebelde.
-Nos tienen atrapados -maldijo Mak-. Cuando esos deslizadores aparezcan, nos freirán. Sólo hay una forma de salir de esta. Vosotras dos tendréis que ser mis prisioneras. Rehenes, ¿de acuerdo?
-¿Rehenes? -Ketrian le miró boquiabierta.
-Buena idea -dijo Alikka. Luego se volvió hacia Ketrian-. Es nuestra única oportunidad.
El soldado repitió su orden para que se rindieran, y añadió:
-Este es su último aviso. –Sobre ellos, podía oírse un aerodeslizador acercándose, convirtiendo la noche en día con sus luces.
Mak no necesitaba esa iluminación para ver la cara de Ketrian; se había vuelto tan blanca como la nieve.
-Lo siento, Ket –dijo-. Vamos. -Mak puso un brazo alrededor de la garganta de Ket y empujó a Ali hacia adelante con el bláster.
La luz de un reflector les cegó inmediatamente a todos ellos y una voz exclamó en un gruñido:
-Suelta el arma, rebelde.
-Atrás o las mato -gritó Makintay.
Los imperiales no le permitieron ni un momento para negociar. El soldado de tierra y otro desde el deslizador dispararon al unísono, enviando de ondas concéntricas de energía azul a través de la lluvia. Ketrian sintió cómo Makintay trataba de protegerla, y entonces la oscuridad del disparo aturdidor se hizo completa.

***

Lo siguiente que supo Ketrian fue que una cruda luz blanca se filtraba a través de sus párpados y el acre olor a antiséptico asaltaba sus fosas nasales. El estómago le dio un vuelco y rodó hacia un lado.
-Por favor, utilice la unidad de residuos -la voz impasible de un droide resonó sobre ella.
Ketrian cayó de la estrecha litera sobre un suelo de duracemento que lastimó sus rodillas. Se aferró a la unidad de residuos cercana, se volvió y vomitó en ella.
-Gracias -respondió el droide. Hubo un zumbido de servomotores mientras se acercaba. Largos brazos de metal la condujeron de vuelta a la litera-. ¿Está usted funcional? -preguntó, evaluándola con brillantes fotorreceptores y sensores.
-Oh, ve a que te fundan los circuitos. -Ketrian se limpió la boca-. ¿Quién eres y dónde estoy?
Unidad de guardia médica FM-6B a su servicio –respondió-. Se encuentra en la Celda de Enfermería número 23B de la Guarnición de Arginall.
-¡Celda! -Ketrian se sintió peor que nunca al revivirlo todo-. Voy a matarte, Makintay. -Se agarró la cabeza-. Si sobrevivo.
-¿Está usted experimentando dolor de cabeza? preguntó el droide.
¿Cómo puedo salir de aquí? -preguntó Ketrian-. Abre la puerta. -Vio que las cuatro paredes eran completamente lisas. No había señales de una salida.
-No puedo hacer eso -respondió el droide-. Deben darle el permiso adecuado. Primero he sido programado para proporcionarle medicaciones que apresuren su retorno al pleno funcionamiento.
Ketrian vio aparecer un apéndice con una aguja hipodérmica llena preparada.
-¿Qué es eso? -preguntó con suspicacia.
-El tratamiento estándar para su condición.
-Bueno. -Ketrian suspiró de alivio. Mientras se subía la manga, descubrió que su vestido nuevo estaba roto y cubierto de barro. El hipo-spray descargó su carga en su brazo. Se lo frotó y preguntó-: ¿Dónde está mi amiga, Alikka Nolan?
-No estoy programado con esa información -respondió el droide.
Parte de la pared se abrió para revelar guardias de las tropas de asalto en un pasillo. Entonces el Mayor Pedrin entró en la celda.
-Veo que ha recibido su medicación. -Sus labios se torcieron en lo que podría haber sido una sonrisa-. ¿Se siente mejor? –Se retorció el bigote mientras se sentaba en la única silla-. He estado preocupado por usted, Ketrian, recibió una doble dosis de shock aturdidor.
-Debería enseñar a sus soldados a apuntar mejor cuando disparan -dijo enojada Ketrian-. Podrían haberme matado. ¿Es así como les dice que manejen las situaciones de rehenes? ¿Dónde está Ali? Más vale que esté bien o presentaré una queja oficial.
Los ojos de Pedrin se oscurecieron como dos agujeros negros gemelos.
-No se encuentra en situación de presentar quejas, señorita Altronel. Usted y su amiga evitaron deliberadamente a sus guardias en la taberna. Si no fuera por el hecho de que se fijaron en el hombre que les llevó a la bodega de almacenamiento y lo interrogaron cuando regresó, puede que nunca las hubiéramos encontrado.
-¿Grathal? -El pulso de Ketrian se aceleró y se le secó la boca mientras se preguntaba qué les habría dicho el anciano-. ¿Dónde está ahora? A mí también me gustaría hacerle algunas preguntas.
-¿Cómo cuáles? -Pedrin se inclinó hacia delante y ella se dio cuenta de que estaba grabando sus respuestas en un cuaderno de datos.
-Por ejemplo, cómo podía haberse equivocado tanto. Nos llevó a la dirección equivocada. Allá por el río. Ali y yo pensábamos que nos íbamos a encontrar con un marchante de esculturas de fuera del planeta. Ya sabe que colecciono esas cosas. -Él asintió con la cabeza-. Sé que no deberíamos habernos ido sin avisar a sus hombres, pero Grathal dijo que el marchante estaba preocupado por...
-¿Aduanas o impuestos especiales?
-Sí. -Ketrian suspiró de alivio-. ¿Grathal lo explicó?
-Eso es lo que nos dijo, pero no era toda la verdad.
Ketrian tragó saliva.
-¿No?
-¿A quiénes encontraron esperando en ese almacén?
-Gente -dijo Ketrian. Se sacudió el barro de la falda. Seguro que habían capturado Makintay y a estas alturas ya lo habrían identificado-. Combatientes de la resistencia. Querían que me uniera a ellos. -Lo hizo sonar como una gran broma-. Yo. ¿Se imagina? Cuando me negué nos hicieron prisioneras a Ali y a mí.
Pedrin dijo nada durante un largo rato. Luego suspiró, se enderezó y apagó la grabadora.
-La lealtad es un rasgo admirable, Ketrian -dijo en voz baja-, pero no puede proteger a la señorita Nolan para siempre. La noche pasada, ella sabía a dónde le estaba llevando.
-Seguro que no.
Pedrin le dirigió una mirada severa.
-Ella lo sabía. ¿Entiende ahora por qué necesitaba a mis agentes con usted todo el tiempo?
Ella asintió con la cabeza.
-Me alegro de que fueran capaces de rescatarme. ¿Puedo irme a casa?
-Pronto. Primero quiero que me diga todo lo que sepa sobre Stevan Makintay. Usted y él estuvieron prometidos hace cinco años. -Él resopló con disgusto y dijo-: El padre de Makintay no deja pasar un día sin quejarse de la elección de su hijo. Supongo que quería que Stevan se casara con alguna Gran Dama. -Ketrian asintió. Pedrin le mostró otra de sus sonrisas de reptil-. Personalmente, yo diría que fue la única elección inteligente única en la vida de Stevan.
Ketrian se sonrojó.
-Tengo trabajo que hacer, Mayor. Debería estar de vuelta en a la refinería. No creo que haya mucho que pueda decirle sobre Makintay. Él me abandonó hace cinco años y nunca he oído hablar de él hasta anoche.
-Sí -estuvo de acuerdo Pedrin-. De eso, al menos, estamos seguros. Les teníamos a ambos bajo estrecha vigilancia durante sus días de la universidad. -Ketrian levantó la cabeza, asombrada-. Por seguridad, ya entiende. Estábamos evaluando a Makintay padre para ocupar el cargo de Gobernador Imperial.
-¿Y eliminaron esa vigilancia cuando Stevan desapareció? -preguntó enojada Ketrian.
-No -admitió tranquilamente Pedrin-. Para entonces usted también había cobrado importancia estratégica para el Imperio. -Ella tomó aliento, enojada, y él levantó una mano para detener su protesta-. Fue la vigilancia continuada lo que me ha permitido garantizar a mis superiores que usted no tiene vínculos con el movimiento de resistencia. -Ketrian se sentó-. Ahora, acerca del prisionero. Lo encuentro todo un rompecabezas. ¿Por qué un hombre de tan alta cuna echaría por tierra todos los privilegios de su nacimiento para ayudar a esos rebeldes de los bajos fondos? Por desgracia, Makintay es el único superviviente del grupo con el que se reunieron, y está resultando ser... -Hizo una pausa, frunciendo los labios en un delgado mohín de fastidio-... terco. Extremadamente terco. Ni siquiera su padre ha tenido éxito con él.
-¿El gobernador habló con él? -espetó Ketrian-. Prometió no volver a hacerlo nunca la noche que desheredó a Stevan.
-Sí -murmuró Pedrin-. Pero Makintay Senior es gobernador del Imperio, y como tal debe obedecer las órdenes imperiales. Se le ordenó que ofreciera a su hijo el pleno restablecimiento de sus derechos de nacimiento si cooperaba con nosotros y revelaba la ubicación de la base rebelde.
-Mak nunca aceptaría tal oferta.
-¿Mak? -Pedrin arqueó una ceja-. Lo conoce bastante bien. Fue de lo más ofensivo. Su padre se fue hecho una furia. El joven Makintay no me dejó otra alternativa que intentarlo con drogas.
Ketrian tragó saliva.
-¿Drogas? ¿Entonces ya tiene la ubicación? -Los nudillos de Pedrin se pusieron blancos mientras agarraba su cuaderno de datos.
-No, parece ser que Makintay se ha preparado a conciencia para esta misión. Nuestras drogas no pudieron penetrar su obstinación. Pero eso no tiene importancia, ahora mismo estamos empleando métodos de interrogatorio más eficaces. -Los ojos entornados de Pedrin estaban llenos de perverso placer-. Makintay se romperá antes de mañana al amanecer.
Estupefacta, Ketrian no podía hacer nada más que mirarle fijamente.
Pedrin frunció el ceño.
-Supongo que no hay nada que pueda decirme sobre él que pudiera ayudarme en mi interrogatorio.
Ketrian negó con la cabeza.
Pedrin se puso de pie.
-Bueno, estoy seguro de que su ayuda no será necesaria. Makintay demostró su cobardía anoche cuando la sostuvo a usted como escudo. Será mejor que se vaya a su casa. Descanse. Usted tiene un largo viaje que hacer mañana.
-¿V-viaje? -dijo Ketrian, aturdida.
-Su aleación, Ketrian. Ha causado gran expectación entre mis superiores. Han ordenado que sea transferida a Coruscant para continuar su trabajo en condiciones más seguras.

***

Después de una noche de insomnio llena de miedo por ella y sus amigos, Ketrian fue escoltada hasta el puerto estelar. Pedrin estaba hosco y encorvado, como si él también hubiera dormido mal.
-Le envidio -dijo mientras la conducía por la rampa a la lanzadera que la estaba esperando-. La capital imperial. Tenía la esperanza de que yo también podría salir de este mundo perdido. Estoy seguro de que el mando me recompensaría si pudiera proporcionar la ubicación de la base rebelde.
-¿Ah, sí? -Ketrian estaba complacida-. ¿Makintay no quería hablar?
Pedrin frunció el ceño.
-Lo habría hecho si hubiera tenido más tiempo. El mando dice que sus expertos le harán hablar. ¡Expertos, bah! Si tuviera sus redes de exploración y sus lujosas máquinas de tortura, yo también podría...
-¿Tortura? -Ketrian palideció-. ¿También van a transferir a Makintay?
Pedrin se volvió y señaló a los pies de la rampa. Un escuadrón de soldados de asalto rodeaba a un solo preso.
-Incluso él va a conseguir salir de esta roca.
Horrorizada, Ketrian vio como los soldados arrastraban a Makintay, aturdido y encadenado, por la rampa. Cuando se detuvieron en la escotilla, Ketrian consiguió echar un buen vistazo a la cara de Makintay. Era una masa de contusiones, y su camisa estaba salpicada de sangre.
-Buenos días -dijo con voz ronca a modo de saludo, tratando de esbozar una sonrisa.
-¡Silencio! -Su guardia le empujó con la culata de un rifle. Makintay cayó de bruces en la lanzadera.
-Supongo que no sentirá ninguna simpatía por él -dijo Pedrin, observando la expresión afectada de Ketrian.
Ella negó con la cabeza.
-Estaba pensando en Ali. ¿Dónde está?
Pedrin se revolvió, incómodo.
-Vamos a retenerla hasta que nos dé los nombres de sus cómplices.
-¿A ella también la están golpeando?
-Le aconsejo que se olvide de su amiga traidora. -La tomó del brazo-. Vamos, la lanzadera se está encendiendo.
Ella se soltó.
-Si pudiera conseguir esa ubicación para usted, ¿dejaría marchar a Ali?
-Por supuesto.
-Entonces deme autorización para hablar con Makintay a bordo del transporte.
-La tendrá. -Pedrin sonrió.

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