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Tu disparo
bláster impacta de lleno en un soldado de asalto, dejando un humeante agujero
negro en su armadura pectoral blanca. Se derrumba en el suelo mientras Platt y
Tru’eb abaten a los otros dos soldados de asalto.
-¡Vamos! –grita Platt,
agarrándote del brazo y arrastrándote detrás de la cortina-. Será mejor que
salgamos de aquí antes de que lleguen los refuerzos.
Te empuja por la
salida trasera, que conduce a un laberinto de callejones detrás de la cantina.
-Bueno,
muchacho, aquí es donde nos separamos –dice Platt, estrechándote
apresuradamente la mano-. Cualquier cosa que necesites en cualquier momento,
búscame.
Su amigo, Tru’eb
el twi’lek, te saluda con la cabeza y te ofrece una especie de sonrisa lúgubre.
-Que las
tormentas de calor siempre te encuentren en refugio fresco.
Los
dos se alejan por un callejón, y tú corres por otro que finalmente te conduce a
la bahía de atraque donde está amarrada tu nave estelar. Con algo de suerte –y quizá incluso la ayuda de la Fuerza- serás
capaz de entregar la tarjeta de datos rebelde a Locus Geen en Salliche...
Fin de la aventura
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