lunes, 22 de febrero de 2016

Las ruinas de Kabus-Dabeh (41)


41
El fondo del pozo está seco, tal y como pensabas. No ves ni la más mínima gota de agua. Mirando a tu alrededor, no encuentras la bolsa de piel de skuhm llena de monedas que se supone que debes recuperar, pero bajo la tenue luz que llega de la superficie ves un pasadizo que parte desde el hueco del pozo. Dado que está todo muy oscuro, y tu sable de luz es tu única fuente de luz, lo enciendes y te adentras en el pasillo excavado toscamente.
Sosteniendo la hoja brillante frente a ti, sigues el pasadizo conforme se adentra sinuoso bajo tierra. En su momento, esto debió ser parte de Kabus-Dabeh, ya que las paredes están talladas con cuidado. Tal vez en otra época era parte de un sistema para abastecer de agua esta zona.
Alcanzas un punto donde hay cuatro agujeros en la pared: dos a cada lado, cada uno de ellos perfectamente alineado con el de enfrente. Parecen haber sido tallados más recientemente que el resto del pasadizo. No estás muy seguro de qué son, pero tus instintos te dicen que pueden ser parte de una trampa. Extiendes tu sable de luz en la zona entre los agujeros...
Un sonido rechinante resuena desde un agujero y una especie de criatura reptante sale volando. Parece saltar cruzando el pasillo para llegar al agujero opuesto... pero en cambio golpea el sable de luz y cae al suelo, muerta. Con cuidado, das un paso adelante para mirarla. La criatura es un gusano bastante musculoso no más largo que tu brazo. Su extremo delantero no tiene ojos ni oídos, sólo una gran boca con dientes como agujas. Ahora que estás más cerca de los agujeros –pero no colocado entre ellos- puedes escuchar más sonidos rechinantes en su interior. Has tropezado con un nido de horribles criaturas. Parece que atrapan sus presas excavando en pasadizos para poder saltar de un agujero a otro. Cualquiera tan desafortunado como para pasar por medio, tendría uno de esos gusanos masticando su cuerpo.
El pasillo continúa más allá de los agujeros, pero no estás seguro de si podrás superar esas pequeñas monstruosidades.

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