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Tu sable de luz
cobra vida con un chasquido. Trazas un arco descendente con él y partes el
gusano limpiamente en dos. Sus dentadas fauces liberan su agarre y ambas
mitades caen al suelo. Ahora que has pasado la guarida de los gusanos, te
recuperas y continúas avanzando por el pasillo tallado en roca.
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