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Buscas alrededor
del pozo cualquier cosa que pueda ayudarte a descender. Las enredaderas que
crecen en el acantilado serían demasiado débiles para soportar tu peso, incluso
aunque las trenzaras formando una cuerda. Nada en las ruinas cercanas te sirve
de mucha ayuda. Te acercas al borde del pozo y examinas los símbolos que están
tallados allí. Cada piedra del pozo tiene una runa distinta tallada, salvo tres
de ellas que tienen grabado el mismo glifo. Cada una de esas rocas está suelta.
Tras presionar primero una, luego otra y finalmente la tercera, se oye un ruido
chirriante en el interior del pozo. Cuando miras a continuación hacia abajo,
¡descubres que han aparecido peldaños de metal en la pared del pozo! Comienzas
el sencillo descenso a las profundidades del pozo. Tras descender por lo que
parece una eternidad, alcanzas el fondo.
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