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Ante ti ves dos
brillantes orbes amarillos moviéndose al unísono. Acercándote, te das cuenta de
que en realidad son ojos, cuya luz ilumina la caverna con un tenue resplandor.
La criatura a la que pertenecen parece poco más que una ancha boca cabalgada
por los dos ojos como linternas. Dos pequeños pies con garras rascan
nerviosamente la tierra. Escuchas un sonido sibilante tras la criatura, pero
sus ojos no brillan tan lejos en la caverna.
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