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-Eh, hola –exclamas
débilmente-. ¿Alguien puede echarme una mano?
-Ne chock ne
goska –dice el cazarrecompensas rodiano, agitando su bláster con aire casual.
Sus bulbosos ojos negros te miran fijamente-. Golak te nitchka.
No parece creer
que nadie vaya a ayudarte...
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