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Avanzas unos
pasos al interior de la cueva, con cuidado de no dar ningún paso en falso en la
oscuridad. Pronto escuchas el sonido de una respiración áspera delante de ti.
Una peste a carne podrida inunda tu nariz. Continúas adentrándote. Ante ti ves
dos brillantes orbes amarillos moviéndose al unísono. Acercándote, te das
cuenta de que en realidad son ojos, cuya luz ilumina la caverna con un tenue
resplandor. La criatura a la que pertenecen parece poco más que una ancha boca
cabalgada por los dos ojos como linternas. Dos pequeños pies con garras rascan
nerviosamente la tierra. Escuchas un sonido sibilante tras la criatura, pero
sus ojos no brillan tan lejos en la caverna.
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