miércoles, 3 de febrero de 2016

La campaña de Bissillirus

La campaña de Bissillirus
Bill Smith y Ed Stark

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...
Un pequeño grupo de luchadores de la libertad –la Alianza Rebelde- lucha contra la opresión del malvado Imperio Galáctico. La galaxia, en otro tiempo hogar de la sabia Antigua República, es el escenario de una titánica batalla entre el bien y el mal.

En las profundidades del espacio, sobre un fondo de estrellas destaca un orbe amarillo anaranjado; un mundo anónimo, uno de los millones de la galaxia. Un Destructor Estelar imperial se acerca y se coloca en órbita alrededor del pequeño planeta. Una lanzadera emerge de la atmósfera del planeta y asciende hacia una de las bahías de atraque del destructor.
En el interior de la bahía, una docena de soldados de asalto imperiales se encuentran alineados en posición de firmes, esperando pacientemente a que desembarque el pasajero de la lanzadera. Tras un instante de ansiedad, un hombre vestido con uniforme de oficial de la Armada Imperial desciende por la rampa, flanqueado por un par de soldados de asalto. Hace una mueca cuando se le acerca otro oficial, un hombre de menor estatura que recita nerviosamente frases bien ensayadas.
-Almirante Heggel, es un gran honor que visite nuestro sistema –dice el oficial, con el sudor visible en su frente.
El almirante corta el saludo con un brusco movimiento de cabeza.
-Comandante Resner, ahorrémonos las formalidades. Es bien sabido que ha habido un significante aumento de la actividad rebelde en el Sector Trax. ¿Qué pasos están siguiendo para acabar con la escoria rebelde?
Resner traga saliva nerviosamente.
-Bundim, señor. Hemos detectado que Bundim es el centro de las actividades sediciosas de los rebeldes. Mientras hablamos, una fuerza de pacificación se dirige a ese mundo.
El almirante muestra la sonrisa fría y calculadora que tantas veces había significado el infortunio para sus enemigos. Resner no está seguro de si había complacido a su superior, o si estaba a punto de ser desposeído de su cargo y ejecutado por incompetencia.
-Un comienzo prometedor. ¿Pero que hay acerca de consideraciones militares a largo plazo? ¿Suministros, apoyo? ¿Qué ha hecho para construir la infraestructura?
-Bissillirus.


La construcción de una célula rebelde
De acuerdo con la Alianza, esta transcripción procede de una sesión informativa real ofrecida a jóvenes rebeldes antes de que se fueran a organizar una célula y una red de información rebelde. Tan sólo los nombres se han modificado para proteger a los implicados.

Los rebeldes más recientes
El general Cracken lanzó un suspiro al ojear las fichas de los soldados rebeldes que esperaban fuera de su oficina.
-Más corderos al matadero –pensó, con algo más que una ligera amargura.
Estaba cansado. Cansado de ver hombres y mujeres jóvenes subir en alas-X y alas-Y y cualquier otra cosa que pudiera volar, y no regresar. Cansado de misiones secretas y espionaje, y cansado de tantas muertes.
Sacudiendo la cabeza, el general pulsó el intercomunicador de su escritorio.
-¿Sí, señor? –respondió la droide recepcionista. La voz sonaba relativamente femenina, pero metálica.
-Que entren, Cuatrodé.
Si es que realmente quieren entrar, estuvo a punto de añadir.
La puerta se abrió, y entraron tres hombres y una mujer: Carns Capra, Denis Rygelli, Ben Spax, y Trinna Orani, todos ellos rebeldes, y jóvenes. Bueno, pensó el viejo general, mejor enviarlos informados que a ciegas...

Después de los primeros días, Cracken fue capaz de clasificar a cada uno de los rebeldes de su nueva promoción: Capra era el apasionado, preparado para actuar, y para actuar ya. Su padre había sido uno de los primeros líderes rebeldes y había muerto en Mantooine, defendiendo los generadores hasta el final. El joven Capra estaba ansioso por devolver el golpe al Imperio, pero no era estúpido.
Rygelli, o “Reggie”, como le llamaban sus compañeros de clase, era un técnico: hacía cualquier cosa con cualquier cosa. Desde que se enroló, había estado trabajando en todo, desde las naves estelares de la rebelión hasta sus droides cocineros, pero ahora quería “hacer algo más”. Era cauteloso, tal vez hasta el punto de mostrarse algo temeroso, pero en el fondo era un buen hombre.
Ben Spax era un enigma. Nadie sabía de dónde había salido; se rumoreaba que había encontrado la rebelión por su cuenta. Sin embargo, había superado todas las comprobaciones de los técnicos de inteligencia de la rebelión, y era un buen luchador; y, por lo que Cracken había escuchado, un piloto malditamente bueno. El general se preguntaba por qué Spax quería pasarse a la rama de inteligencia, pero no hizo preguntas.
Y luego estaba Trinna Orani. Era tan pequeña que el resto del grupo no podía evitar actuar de manera protectora hacia ella, como si fuera una hermana pequeña. Pero, desde el principio, Cracken había estado seguro de sus habilidades, y la primera vez que fueron en grupo a la galería de tiro, el resto del equipo también pudo comprobarlas.
Cracken tenía que admitir que eran un equipo bien equilibrado. Pero eran tan jóvenes...

Paso Uno: El sistema
-Lo primero que tenéis que hacer antes de intentar establecer una célula rebelde en un sistema solar es aprender todo lo que podáis acerca del propio sistema. Todo. Cómo son los habitantes, qué hacen allí, cómo lo hacen, y por qué lo hacen. Tenéis que aprender su cultura y su historia. Esto puede ser especialmente complicado en culturas extrañas a la propia, pero la rebelión trata de enviaros a sistemas que están principalmente compuestos por aquellos similares a vuestra especie.
Se alzó una mano. La de Capra.
-¿Sí?
-Señor, ¿se refiere a que es adicional a nuestra instrucción? –preguntó el joven-. Quiero decir, antes de irnos, nos informan a conciencia acerca del sistema.
Cracken asintió.
-Por supuesto, la rebelión os informa, Capra, pero hay tantos sistemas y tantos mundos que la Alianza no puede mantener información actualizada de todos ellos, especialmente ahora. El Imperio ha estado poniéndose más estricto y dando más poder que nunca a sus gobernadores. Hay sistemas de los que no hemos tenido noticias en años.
Trinna levantó la mano.
-Entonces, ¿cómo aprendemos, general?
-Cuando os marchéis de aquí, no lo haréis en una nave estelar de la Alianza, lo que os señalaría como rebeldes en una misión. Se os dejará en un puerto estelar en algún lugar y tendréis que conseguir llegar por vuestra cuenta al sistema que se os asigne. Durante vuestro viaje al sistema en cuestión, podréis visitar bibliotecas, centros de comunicación, e incluso agencias de viajes imperiales, y reunir información acerca del sistema al que os dirigís.
Cracken esperaba algunas quejas en ese momento, y no quedó decepcionado.
-Esto no es solo para proteger a la Alianza y a vosotros mismos, sino también para proteger al sistema al que vais –dijo por encima del sonido de sus protestas.
Eso les hizo pensar. Dejó que lo asimilaran por un instante y luego continuó.
-Claro, sabéis que organizar una red de células rebeldes es peligroso, tanto para vosotros como para la Alianza, ¿pero no os habéis parado a pensar en el sistema? Si el Emperador supiera en qué sistemas estamos tratando de infiltrarnos con nuestros espías, se pondría aún más estricto en esas zonas.

Paso Dos: La presencia imperial
-El siguiente paso es aprender todo lo que podáis acerca del alcance de la presencia imperial en el sistema. A veces, la Alianza sabe por qué el Imperio ha elegido prestar especial atención a un sistema antes que a otro, pero a menudo ese no es el caso. Durante vuestros viajes, debéis tratar de averiguar, discretamente, qué quiere el Imperio en, digamos, el Sistema Beta. ¿Hay recursos valiosos en el sistema? ¿Es un puerto estratégico? ¿Algún personaje importante lo visita en sus vacaciones? –El general Cracken se permitió una sonrisa sarcástica-. ¿El gran moff del sector disfruta especialmente de alguno de los vinos locales?
Los cuatro estudiantes soltaron una risita. Sin embargo, antes de que Cracken pudiera continuar, Ben Spax alzó la mano. Su voz era suave y calmada, pero sus palabras tenían la fuerza del acero.
-Creía que sabíamos qué quería el Imperio de cualquier sistema: dominarlo y controlarlo; explotarlo y corromperlo.
Los otros tres miraron a Spax. Sus camaradas ya lo estaban mirando como si fuera su líder. Cracken respondió con toda seriedad.
-Has estado leyendo demasiada de nuestra propia propaganda, Ben.
Antes de que el joven pudiera sentirse ofendido, Cracken continuó.
-Por supuesto, sabemos que eso es exactamente lo que quiere el Emperador, pero no puede tenerlo. Aún no. –El general soltó un suspiro-. Pese a lo vastas y poderosas que son las fuerzas del Imperio, no son omnipotentes. No pueden estar en todas partes.
”Cuando Palpatine tomó el poder, tuvo que delegar su autoridad para mantener el control de la galaxia. Tuvo que dar a los gobernadores regionales y de sistema una autoridad casi completa. Algunos sistemas, en ese momento, tenían poca presencia militar, si es que tenían alguna en absoluto, y algunos permanecieron así. Palpatine está extendiendo su brazo, apoderándose de ellos, pero algunos todavía permanecen relativamente libres. Tengo entendido que, antes de que Luke Skywalker se uniera a la Alianza, Tatooine era uno de esos lugares.
Eso calmó un poco a la clase. Menciona a un héroe, pensó Cracken, y tendrás su atención.

Evaluar la resistencia
Tras estudiar las diversas razones por las que el Imperio podría estar interesado en un sistema, y cómo expresarían ese interés, Cracken se lanzó a la siguiente lección.
-Evaluad la resistencia, o resistencia potencial, en un sistema o planeta. Si el Imperio está allí, haciendo lo que le gusta hacer al Imperio, es muy probable que haya resistencia de algún tipo, por menor que esta pueda ser.
-General Cracken, ¿siempre hay resistencia? –preguntó Reggie-. ¿El Imperio nunca toma el poder de tal forma que no le cause problemas después?
Los demás del grupo soltaron risitas e hicieron algunos comentarios desdeñosos, salvo Spax, que parecía estar perdido en sus pensamientos. Cracken esperó a ver si Ben salía en defensa del hombre más pequeño, pero él se limitó a devolver la mirada al general sin decir nada.
-Buen punto, y todos haríais bien en tenerlo en cuenta –dijo el general, mirando con dureza a Trinna y Capra al hacerlo-. Raramente ocurre, pero en ocasiones la conquista imperial realmente parece beneficiar a un sistema.
Reggie parpadeó, aturdido, y tanto Trinna como Capra parecían asombrados: ¡¿un general de la Alianza defendiendo al Imperio?! Ben Spax se limitó a asentir lentamente.
-A veces, tal vez en una ocasión de cada diez mil, el Imperio ocupa un sistema que estaba al punto del colapso, o envía un gobernador que no es tan codicioso o malvado como acostumbran a ser. Tal vez algún burócrata de la Antigua República que consiguió deslizarse entre las grietas.
”Generalmente, dejamos esos sistemas tranquilos... pero los observamos detenidamente. Con el tiempo, la maldad que representa el Imperio se hace patente y la opresión comienza a sentirse. Es triste, pero es sólo cuando las cosas están peor cuando podemos actuar. De otro modo, es bastante posible que la población viera a la Alianza como el enemigo.
Cracken hizo una pausa para que el mensaje calara en sus estudiantes. Era tal vez, la primera vez que se daban cuenta de la realidad de su misión: vivir en mundos donde el Imperio estaba en su peor momento y luchar por la rebelión de forma secreta y silenciosa, quizá por el resto de sus vidas.
-Pero continuemos, ¿de acuerdo? –dijo el general, rompiendo la tensión-. Supongamos que el Imperio no es la fuerza para el orden y la justicia que el Emperador dice que es. –Cracken vio que eso volvió a despertar algunas sonrisas-. En ese caso, ¿qué haríais?
-¡Contraatacar al Imperio! –dijo Capra-. ¡Dejar que la resistencia sepa que estás ahí!
-Una idea buena y sólida –dijo Cracken, asintiendo-. Y casi completamente equivocada.
La sonrisa del chico se desvaneció rápidamente.
-Oh, no me malinterpretes, hijo. Sé que ese es el modo en el que te han entrenado: actuar rápido y contundentemente, hacer volar algo por los aires, y volver a marcharte. Pero recuerda; vas a tener que vivir allí. Si comienzas a causar problemas desde el primer momento, el Imperio tratará de darte caza, y la resistencia, si existe, no tendrá nada que hacer contigo. ¿Alguna otra idea?
Nadie dijo nada durante un buen rato, y entonces Spax comenzó a hablar, lentamente.
-Establecer una base de operaciones. Conocer a los lugareños. Hacer averiguaciones sobre la resistencia y los sentimientos locales. Si no hay una resistencia organizada, encontrar grupos que pudieran estar interesados. No descubrirte hasta que estés seguro de sus lealtades.
Muy de vez en cuando, pensó el general, hay uno.
-Exactamente –dijo enérgicamente, tratando de enfatizar el punto-. Tomaos vuestro tiempo. Vosotros, como miembros de la Alianza, queréis poner las cosas en marcha, pero no podéis hacerlo si estáis muertos o encarcelados. Ahora, ¿cómo lo haríais?
Capra levantó la mano con indecisión.
-Tal vez... eh… ¿buscando un trabajo o algo así?
Bien.
-Eso es, Capra, muy bien. No hay nada mejor que trabajar junto a una persona para que llegue a confiar en ti. ¿Sí, Trinna?
-Estaba pensando que tal vez podrías abrir una tienda o un bar. De ese modo podrías ver cada día a la gente y saber quién hace qué.
-Buenas ideas. La del bar es la mejor. Es asombroso lo que una persona puede decir o hacer cuando está borracha, y muchos camareros ven más acción que la mayoría de psicólogos. Si trabajáis en un bar (no recomendaría empezar siendo el propietario de uno; habría que gastar mucho dinero de golpe) probablemente escuchéis muchas cosas en poco tiempo.
”Continuando con nuestra tarea, la siguiente parte de evaluar la resistencia es determinar de qué tipo es. Algunos grupos de resistencia son simplemente un sentimiento común; mucha gente reuniéndose y quejándose del Imperio. Otros son del tipo temperamental y escandaloso; hacer estallar de vez en cuando un depósito de combustible, o asaltar una patrulla. ¿Sí, Capra?
-Y será mejor que tratemos con el primer grupo, ¿no, general? –dijo el joven con una sonrisa.
-Tal vez todavía haya esperanza para ti, Capra. Tienes razón, por supuesto. Aunque queremos que los grupos de resistencia contraataquen al Imperio, el valor de una célula rebelde de la Alianza se mide por la información que proporciona. En la Batalla de Yavin, fue la información lo que permitió la victoria, no únicamente el increíble disparo del comandante Skywalker.
”Además, los que hablan suelen ser habitualmente los que piensan. Cuando un grupo que piensa se une para hacer algo, habitualmente tiene un efecto mayor que un grupo que se limita a atacar a lo primero que se le pone a tiro. Hacer volar un depósito de combustible puede estar bien cualquier día, pero si se hace el día antes de que llegue la flota para reabastecerse, puede ser increíble. Usad vuestras células para transmitir esa información, y seréis los héroes de la Alianza.

Organización
Algunos días después, Cracken recibió a su clase para la última sesión informativa programada. Los observó por lo que sabía que probablemente fuera la última vez, y comenzó.
-El último paso es organizar realmente la célula rebelde. ¿Alguna idea?
Reggie fue el primero en responder.
-Bueno, señor, funcionará mejor si se configura como un circuito en paralelo.
El grupo reprimió risitas entre dientes.
-¿Podrías explicarlo para el resto de nosotros que no entendemos esos tecnicismos, Reggie? –preguntó el general Cracken.
El hombrecito se ruborizó, pero continuó.
-Si cada célula rebelde está compuesta por muchas células pequeñas, con varias conexiones en distintos lugares, si una célula es capturada, el circuito general no se rompe.
Con una ligera risita, Cracken sonrió.
-Sé lo que quieres decir, Reggie, y tienes razón. Pero tal vez sea mejor que lo explique de todos modos.
”Las células rebeldes se construyen con unidades pequeñas y separadas. Cuando lleguéis a un planeta, vosotros seréis, de hecho, una célula. Entonces deberéis, por separado, contactar con otros miembros de la resistencia conforme los vais descubriendo. A su vez, vuestros nuevos miembros deberían realizar contactos adicionales; sin deciros a vosotros quiénes son esos contactos. Con el tiempo, debería haber toda una red de células en el planeta y por el sistema. Cada miembro de cada célula sólo conocería a uno o dos de los demás miembros de la resistencia. De ese modo, si os atrapan, sólo podéis traicionar a uno o dos más.
Aún había algo de confusión en la clase, así que Cracken se dirigió a la pizarra en la cabecera de la sala.
-Mirad –dijo-, os haré un dibujo.
-Aquí podéis ver el valor de la red de celdas. Si, por ejemplo, capturaran a Reggie, podría traicionar a los miembros de la Célula 1 y al Miembro de la Resistencia A. Cada uno de vosotros sólo podría traicionar a los otros tres, y a otro miembro de la resistencia. Desde luego, con el tiempo el Imperio podría rastrear todo el complejo patrón, pero para entonces las células ya se habrían desmantelado, dispersado y reorganizado. En algún lugar, la conexión se rompería. Mientras tanto, las demás células podrían seguir con su tarea como de costumbre.
Cracken observó los cuatro jóvenes rostros en la clase. Ellos le devolvieron la mirada, y en ellos vio ansiedad, determinación y miedo a partes iguales. Sorprendentemente, también vio mucho de sí mismo a esa edad. Sintiéndose emotivo, el viejo general se aclaró la garganta y se puso en pie.
-A menos que haya alguna pregunta –dijo-, esto es todo lo que tengo para vosotros. Partiréis por la mañana.
Sin decir palabra, pero con gratitud y excitación en sus ojos, los cuatro futuros líderes rebeldes se pusieron en pie, se cuadraron, y salieron por la puerta.
-Que la Fuerza os acompañe –dijo el general en voz baja cuando se hubieron marchado.
Se sentó, se agachó bajo su escritorio, y sacó una botella de brandy. Estaba a punto de tomar un largo trago de la botella cuando fue interrumpido por una familiar voz metálica.
-La siguiente promoción a las 6:00, general Cracken.
Golpeó el intercomunicador con su mano libre.
-¡Lo sé, maldita máquina! –exclamó-. Tan solo deja que descanse un poco hasta entonces, ¿vale?
Echó la cabeza hacia atrás e hizo una mueca cuando el fuerte alcohol le mordió el fondo de la garganta.
-Salud, general –respondió la voz metálica.
Maldita máquina, pensó el general. Oh, bueno, al menos ya no estoy cansado...

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