Relatos de la fantástica tecnología de Galladinium
Rick D. Stuart
Mochila cohete personal silenciosa Arakyd
-No es propio de
Justahl llegar tarde a una reunión.
-No, no es
propio de él en absoluto.
-Ciertamente, no
a una reunión tan importante como esta.
-Desde luego.
¿Estáis seguros de que sabía la hora de inicio?
-Fijó él mismo
la reunión.
-Bueno, si no
está aquí en 12 segundos, tendrá que renunciar a sus acciones de Kemends.
-Una lástima,
¿no os parece?
-Sí, bastante. Nunca
le gustó demasiado Kemends.
-Entiendo lo que
quieres decir. Oh, mira, ahí está Justahl.
-¿En serio?
¿Dónde?
-Fuera de la
ventana.
-Majaderías.
Estamos a 200 metros de altura de la superficie.
-Aparentemente
Justahl también.
En el exterior,
una figura con gafas vestida con un traje a la última moda dervdisi descendía
lentamente hacia la cornisa. Su mochila propulsora compensó suavemente las
turbulencias que el edificio provocaba en el viento; justo lo que necesitaba
para completar la ilusión de un vuelo sin esfuerzo.
Ordenándose el
cabello revuelto, el vicepresidente Justahl presionó con la palma de la mano un
panel de control en la parte exterior del muro. La ventana de transpariacero se
deslizó para dejar pasar al ejecutivo, que llegaba puntual, pero en el último
segundo. Sólo se detuvo un instante para quitarse la pequeña mochila cohete y
entonces el magnate de la corporación se acomodó en su asiento, deteniéndose
sólo para lanzar a su oponente una mirada breve pero intensa. Comenzó como si
no hubiera ocurrido nada fuera de lo ordinario.
-Veo que estamos
todos reunidos. Bien. Gracias por venir. ¿Comenzamos?
Hyperfoil 1000
El joven Prestor atravesó la
capa de nubes a 200 kilómetros por hora. Una vez dejó atrás la zona urbana,
aceleró aún más, forzando la máquina al máximo. Después de jugar a pillar
durante un par de clicks con Dorqweull, aminoró lo justo para realizar un
cerrado giro a la izquierda. Saludó con la mano a las jóvenes mientras pasaba
disparado sobre sus tejados; los airados juramentos de sus figuras paternales
se perdieron en el gemido de las ruidosas turbinas.
Prestor bajó de revoluciones el
motor mientras se acercaba a la plataforma de atraque del tejado. Pulsando un
control automático, observó cómo el tejado se abría lentamente. Los cohetes
repulsores amortiguaron el aterrizaje.
-Hola, papá, ya he vuelto. Aquí
tienes el faxplat para esta noche. Por cierto, cuando quieras puedes volver a
pedirme que te haga algún recado...
Tagecco SCS-19 Centinela
El transporte dobló la esquina
con el aullido de protesta de los motores, mientras el conductor hacía todo lo
que podía para poner algo de distancia entre él y sus perseguidores. Tras el
vehículo que se desplazaba ágilmente, primero una y después dos barredoras
esquivaron postes de corriente y farolas en un intento de alcanzar al
transporte.
Esquivando disparos de bláster
con una pericia nacida de incontables encuentros similares, el conductor del
transporte desvió potencia al puerto de salida derecho mientras invertía el
impulso del puerto de salida izquierdo. El transporte realizó un giro cerrado,
evitando por poco chocar contra el exterior del edificio de aduanas. El
movimiento a su paso activó vibrominas caseras que habían sido colocadas en el
callejón la noche anterior.
El transporte emergió del
callejón sólo para encontrarse una muchedumbre armada esperando su llegada.
Dado el más que probable resultado si se veían obligados a aterrizar, el
conductor desvió energía de emergencia a los escudos delanteros e hizo bajar el
morro del vehículo a escaso medio metro de la superficie. El conductor no
dejaría que los manifestantes detuvieran su avance...
Minutos más tarde, el transporte
se detuvo en silencio en su bahía de atraque tras unas puertas blindadas
cerradas. Habiendo llegado sano y salvo, el pasajero del transporte desembarcó para
comenzar otra jornada de trabajo.
-Buenos días, gobernador. ¿Qué
tal fue el viaje esta mañana?
-Bastante tranquilo para esta
época del año. ¿Qué tenemos esta mañana en la agenda, Revan?
Droide enfermero
-¡Dooba! ¡Dooba! ¡Mira! Branli
se ha hecho daño en el dedo.
-¿Y cómo ha ocurrido, pequeña?
-Se cayó del trineo
gravitatorio.
-Muy bien, echemos un vistazo,
¿de acuerdo? ¿Seguro que tú estás bien, querida?
-Estoy bien. Yo podía ver todo
el rato cómo me observabas, pero Branli no puede ver desde tan lejos. ¿Puedes
arreglarle el dedo?
-Ya está, mi amor. ¿Ves? Está
mucho mejor.
Droide guardián
Revella acarició la cabeza
inclinada y arrulló suavemente a su leal compañero.
-¡Eres mi mejor amigo de toda la
galaxia, Seti! No dejarás que esos hombres malos me atrapen, ¿verdad?
Seti alzó su cabeza para
permitir que sus tristes ojos se encontraran con los de su ama. Un meneo de su
largo hocico y un juguetón mordisquito bajo la barbilla era toda la respuesta
que ella necesitaba.
-Buen chico, Seti. Sabía que no
me abandonarías. A ver si esos rebeldes malvados vuelven a intentar hacerme
daño contigo cerca...
Revella rodeó con sus brazos los
paneles colectores solares de Seti y abrazó al droide con todas sus fuerzas.
Los sensores visuales de Seti brillaron por un instante mientras escaneaba el
horizonte en busca de cualquier señal de los intrusos que sabía que estaban
allí fuera, en alguna parte...
-
Escena de El viaje de
Revella: La historia de una niña y su droide, reimpreso aquí con permiso de
Entretenimientos Milenio
Droide chef personal Cybot
Galáctica 434-FPC
-Para su disfrute en la cena de
esta noche, damas y caballeros, he confeccionado una ensalada de caramaxoian
crujiente con aliño dihneral de hierbas y cerveza. Para el siguiente plato, una
bandeja de prestores de arena febrini tostados con una ligera salsa gangini.
Para el plato principal, tendrán una selección de lomos de concha de caramachi
velosiano con salsa de suvoli blanco o bien ave de caza hillindor asada con
nueces brestel y especia zinchari. De postre, he preparado un surtido de cremas
especiadas cavaellin. Confío en que será de su agrado.
-Todo parece perfecto, mi
querido amigo. Puede comenzar.
-Como usted diga, señor.
-434-FPC es todo un tesoro. Es
un auténtico genio en la cocina. Lo mejor es que trabaja gratis. ¡Tan sólo
ofrécele de vez en cuando un baño de lubricante y es feliz!
Codificador criptográfico
DCD-4800
Sabía que tenía que tener
cuidado. Un desliz, y la información caería en las manos equivocadas. Por
enésima vez, Defas miró nerviosamente por encima de su hombro mientras sus
dedos seguían volando por el teclado.
-¿Quién está ahí arriba?
¿Cómo le habían encontrado tan
pronto? ¡No importa! Sigue con tu trabajo.
-¡Muy bien, seas quien seas, sal
de ahí!
No te detengas ahora, sólo falta
un poco más.
-Esta es tu última oportunidad.
¡Te quiero aquí fuera, ya!
¡Terminado! Y justo a tiempo,
además.
-Ahora salgo, Padre. Sólo estoy
terminando un trabajo para el colegio.
Defas desconectó su interfaz
informática del encriptador y revisó la hoja que salía de la ranura de salida.
La información confirmó sus esperanzas.
¡Nunca verían esa cartilla de
notas!
Procesador de comida
-¿Qué quieres decir con que
acabas de invitar a cenar a tu supervisor? No puedo preparar otra fiesta con
tan poca antelación...
Cascada refulgente de Coruscant
La muchedumbre en el exterior
del Desfile Imperial de Estrellas de la pasada noche esperó casi seis horas
bajo una lluvia casi helada para poder ver fugazmente a la sirena de holovídeos
Quintana Trill. Es bien conocido que Lady Trill nunca se pierde las
proyecciones de las veladas de estreno de sus nuevos holofilmes. De igual modo,
pocos dudaban que, cuando finalmente apareciera, “Quinta” (como la conocen sus
fans) realizaría una entrada espectacular.
Los fans de Quinta no quedaron
decepcionados. Apenas tres minutos antes de la secuencia de apertura del holo,
con una escolta de ocho hombres, el deslizador de Quinta Trill se posó en el
exterior del Desfile y la actriz salió de él bajo un aplauso atronador. Sin
embargo, las sonoras ovaciones cesaron de golpe ante el espectáculo inesperado
que apareció ante la gente.
Quinta salió de su deslizador
cubierta de fuego líquido. Riachuelos azules, rojos y ámbar parecían bailar
sobre su persona mientras un halo de rayos de luna amarillos fluía por su
cabello negro, que le llegaba hasta los hombros. Al avanzar hacia la entrada
del cine, con cada uno de sus fluidos movimientos estallaba a su alrededor el
resplandor de un centenar de novas en miniatura. Cuando saludó con la mano a
sus asombrados admiradores, las llamas bailaron en la punta de sus dedos, y la
cola de su vestido reflejaba un suave brillo ceniciento que generaba la
impresión de que Quinta se deslizaba sobre el suelo como una especie de antigua
heroína mitológica. En conjunto, el resultado fue una entrada espectacular que
pocos llegarán a olvidar. Lamentablemente, el último holo-vídeo de Quinta, Habitantes de Dakaret IX, recibió
críticas bastante menos positivas.
-De “Sus Estrellas y
las Mías”, Morgraine Delefrenquin, Editora de Noticias de Sociedad, Diario Mensajero de Chandrila
Holo-cronómetro Gorondin
Daba igual lo mucho que lo
intentara. Jondris no podía dormir. Cómo echaba de menos a Madillis cuando ella
estaba mariposeando a media galaxia de distancia en viajes de negocios.
Jondris recordó que aún llevaba
puesto su cronómetro. Con un giro de muñeca, un holo en miniatura de Madillis
apareció ante sus ojos fatigados.
-Son las 3:12 de la madrugada,
cariño. Creo que deberías tratar de descansar. Probablemente tengas un día ajetreado
por delante...
BioGrabador
...Mareoian ya llevaba bastante
tiempo sospechando que Rekvan le iba a pedir en matrimonio. Apenas pudo
controlar su emoción cuando abrió la caja con el pequeño holocubo y el
BioGrabador. Insertando el cubo en la ranura de acceso del BioGrabador, pulsó
el botón de reproducción y observó cómo la imagen de Rekvan se vertía sobre el
suelo de su dormitorio. Antes de poder reaccionar, él estaba diciendo esas
palabras que ella llevaba tanto tiempo queriendo escuchar. Sólo escucharlas no
lo era todo; mientras la imagen de Rekvan hablaba amorosamente de sus
sentimientos por ella, Mareoian podía de algún modo sentir la profundidad de
esos sentimientos. De algún modo, sentía que el palpitar del pulso de Rekvan se
aceleraba a la carrera mientras las palabras manaban de él. Se dio cuenta de
que ese no era un holo-vídeo normal.
-de Bajo la luma galdroniana: Una historia épica
de amantes modernos, de Verigriss Tranex
Pantalla de identificación
electrónica
-¿Le importaría mostrarme su permiso
de vuelo de vehículos a motor, señor?
-En absoluto, agente. Tome, aquí
está todo.
-Hm. No había visto nunca antes
uno de estos...
-Tiene que pulsar el botón rojo.
El azul sirve para hacer avanzar la imagen.
-¡Ah! Parece que es lo que
buscaba. ¿Puedo ver también su pasaporte de visitante?
-Está ahí.
-¿Y su verificación de registro?
-Está ahí.
-¿Y su permiso personal de
armas?
-Está ahí.
-En efecto. Gracias, señor. Aquí
tiene su tableta de datos. Por favor, salga de su vehículo y coloque las manos
sobre el alerón de frenado.
-¡Pero le he mostrado todo lo
que me ha pedido!
-En efecto, señor. Su permiso de
vuelo de vehículos a motor ha expirado, su pasaporte de visitante no es válido
en esta sección de la ciudad, no se ha pagado la tasa de su verificación de
registro, y su permiso personal de armas fue rescindido hace tres años por su
empleador. Queda arrestado, señor. Por cierto, agradecemos su cooperación al
respecto.
Orbe de esferoides
...Delindras Axt se detuvo para
alinear el holograma esférico que estaba en su mano con uno de otro color que
giraba a varios centímetros a su derecha por encima de su cabeza. Tras
confirmar el ángulo correcto, la tres veces campeona de esferoides lanzó la
esfera.
La imagen oval se desplazó
ágilmente desde su mano, acelerando para golpear su objetivo previsto.
Entonces, la segunda esfera trazó un ángulo sobre su cabeza e impactó con una
tercera. Esta última colisionó con dos más, y las tres salieron disparadas
hacia el sol brillante en el centro de la imagen holográfica.
Ese era el disparo “imposible”
que la multitud había estado esperando. Satisfecha tras efectuar el difícil
disparo, sonrió con aire fanfarrón a su oponente twi’lek antes de responder
alegremente a la multitud. Gadsle le devolvió la mirada pero no emitió ni un
sonido. Con el aplauso de medio sistema estelar resonando en sus oídos, observó
una vez más a su oponente.
Esta va a ser la última vez que Gadsle alardea de su juego a mi
costa. Lo tiene bien merecido. Ahora tal vez vuelva a casa y aprenda cómo
juegan los profesionales. Tal vez debería darle la oportunidad de la
revancha... digamos en cinco o 10 años.
El juego universal de los
esferoides...
Se dice que el universo inventó
el juego de los esferoides. Ciertamente, el juego tiene mucho en común con el modo
en que los planetas, asteroides y cometas interactúan en los campos
gravitatorios planetarios. No está claro exactamente quién inventó en primer
lugar los esferoides, ya que varias culturas han tenido durante un tiempo
versiones equivalentes. La versión moderna de dos jugadores usa un número
variable de proyecciones esféricas en patrones orbitales establecidos dentro de
una esfera de 2 a 10 metros de diámetro, cada uno con diferentes velocidades y
trayectorias. Cada jugador tiene una esfera de mando, así como entre 6 a 24
esferas de juego.
El objeto del juego es usar la
esfera de mando propia para golpear cualquiera de las esferas del oponente,
haciéndolas rebotar contra el “sol” en el centro de la malla. Cada jugador
realiza un intento, y un “desplome” exitoso en el sol concede un segundo
disparo consecutivo. Un fallo hace que el juego pase a su oponente. El juego se
va alternando hasta que un lado ha eliminado todas las esferas planetarias del
oponente. Se obtienen puntos por una victoria “base”, además de puntos por múltiples
desplomes y desplomes causados por colisiones secundarias y terciarias entre
esferas.
Una característica relativamente
nueva es el uso opcional de “agujeros negros”, dos o más de los cuales se
posicionan aleatoriamente en la parrilla de juego al comienzo de la partida.
Cuando una esfera entra en un agujero negro, reaparece en algún otro lugar
aleatorio de la parrilla de juego. Como esto añade un poco más de incertidumbre
al flujo del juego, no todos los jugadores disfrutan arriesgando del resultado
de un partido importante con algo tan impredecible. Sin embargo, muchos
disfrutan la “apertura” que añade esta característica.
-Fragmento de Juegos y Competiciones Galácticas, 27ª
Edición, editado por V.F.G. Corvallin.
Caminante gladiador:
“Vandalismo” en Ciudad Sedratis
Con la inesperada llegada de los
Vándalos de Hansor a Ciudad Sedratis la pasada noche, el mundo del deporte
local se ha centrado en lo que debe reconocerse como un giro dramático de los
acontecimientos. Como es bien conocido, Madrix Hansor y sus cuatro compañeros
de equipo han tenido una larga rivalidad con el principal equipo de caminantes
gladiadores de Ciudad Sedratis, los Destructores de Demelza. ¡Se rumorea que
esta rivalidad se remonta a antes de que esos dos capitanes estuvieran en la
Liga de Caminantes Gladiadores del Núcleo!
El resentimiento se remonta a un
incidente en el sistema Dalcretti, donde ambos capitanes eran miembros de una
unidad del Ejército Imperial atrapada por insurgentes rebeldes. Según cuenta la
historia, Demelza Mintori fue incapaz de prestar ayuda (o se negó a ello) al
pelotón de Hansor; Hansor juró vengarse personalmente.
Sea cual sea la verdad del
asunto, lo cierto es que hay resquemor entre ambos equipos. Sólo una vez se han
encontrado miembros individuales de ambos equipos de gladiadores; fue hace dos
años en el 12º Partido de Desafío Interzonal de Solassi. En esa ocasión, tanto
Madrix Hansor como Jandri Garn, guardia de punta de Demelza, sufrieron tales
daños en sus máquinas, ¡que el partido fue declarado en tablas y ninguno de los
participantes pasó a la siguiente ronda!
Pocos creían que Hansor llegara
a viajar tan lejos para lanzar un desafío personal entre los equipos. Pero eso
es exactamente lo que ha ocurrido. Aparentemente, los detalles se negociaron en
secreto hace meses con promotores locales; el equipo de Hansor se ha hospedado
en el Coliseo de Sedratis, ¡y ha desafiado a los Destructores a que los
desalojen si pueden! Aunque el desafío fue lanzado hace menos de 12 horas, los
sistemas de venta electrónica de entradas ya están inundados de peticiones de
parroquianos excitados ávidos de obtener su entrada, a un precio de 500
créditos las más baratas. Esta noche
se espera que se agoten las entradas. ¡Puede que este encuentro resulte ser El Más Grande!
Elevador deportivo de gravibola
La gravibola comenzó como una
competición de caza rodiana que supuestamente afinaba la puntería y la agilidad
de cada uno en una situación de combate tridimensional. El objeto del juego es
hacer cruzar un pequeño esferoide por la línea de meta de tu oponente usando
impulsos repulsores de baja potencia para empujar el objeto. ¡Lejos de ser un
simple juego infantil, este espectacular deporte se juega con arneses
repulsoelevadores en un campo de 150 metros de largo, 50 de ancho y 50 de alto!
Un pequeño módulo repulsor en el interior de la propia pelota hace que esta
gire continuamente con un movimiento aleatorio y errático. En la versión típica
rodiana, se espera que cada miembro de los equipos de 15 jugadores lleve armas
personales con las que “desanimar” a sus oponentes en el cuerpo a cuerpo. En
los niveles más organizados, se pone énfasis en armas aturdidoras no letales,
pero algunos partidos locales son mucho más sedientos de sangre.
-Fragmento de Juegos y Competiciones Galácticas, 27ª
Edición, editado por V.F.G. Corvallin.
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Equipo dejarik holomático
Vacor examinó por centésima vez
los recuadros verdes y dorados. No cabía la menor duda: Baas le había superado.
Cuanto más estudiaba el tablero, más tenía que admirar su juego. La combinación
de ataque se había materializado aparentemente de la nada, devastadora en su
resultado, sutil en su ejecución. Vacor miró al otro lado del teclado, al
hombre delgado con el traje de plesticeno. Vacor no pudo evitar pensar que Baas
tenía más pinta de banquero que de gran maestro. Sonrió al campeón.
-Su reputación no le hace
justicia, maestro Baas.
-Has plantado una buena batalla,
jovencito. Sigue jugando así y algún día tendré que comenzar a preocuparme.
¡Un gran halago viniendo de un
jugador con tanto talento! Vacor se inclinó sobre la mesa, con la intención de
estrechar la mano de su oponente. Al hacerlo, hizo caer sin querer su Fortín,
la señal tradicional y tácita de derrota. Con eso, el programa terminó y el
holograma del largo tiempo fallecido maestro Krestin Baas desapareció justo
cuando estaba a punto de tomar la mano de Vacor.
Vacor suspiró con frustración. Bueno, tal vez la próxima vez...
Carro repulsoelevador para
equipajes
Mardig sabía que esta era la
última lanzadera que volaba a Carsanza hasta la semana siguiente. Si perdía
esta, más le valía ir redactando su dimisión antes de que le despidieran.
Corriendo por la abarrotada terminal, pensó en que nadie le creería cuando les
dijera que habían adelantado la hora de salida sin previo aviso. Llevando tras
él su carrito repulsoelevador, Mardig esquivó los pasajeros que desembarcaban y
evitó por los pelos chocar contra otros carros de equipaje con una destreza
nacida de la experiencia.
¡Allí! El portal de acceso estaba
directamente frente a él, justo detrás del punto de escaneo de seguridad. ¡No! ¡No cerréis aún la puerta! ¡Aún faltan
cuatro minutos para el despegue! Con una última maldición dirigida a los
destinos galácticos que gobernaban los procesos místicos de los horarios de las
lanzaderas orbitales, Mardigg lanzó a la carretilla la maleta que llevaba en
las manos, y luego se subió él también en ella.
Con un estridente “¡Gamberro!”
resonando tras él, Mardig pasó frente a los asombrados guardias de seguridad,
deteniéndose a escasos milímetros de la escotilla del portal. Fueran cuales
fuesen sus pensamientos acerca de la llegada de Mardig, la empleada de
Atmosféricos Tri-Planetarios fue lo bastante profesional para guardarse tales
comentarios para sí misma.
-¿Querrá una cabina con oxígeno
o atmósfera alternativa, señor?
Desmontando de su fiable
carrito, Mardig se retiró con aire despreocupado una pelusa de la túnica antes
de entregarle su disco de embarque.
-Oxígeno, por favor...
Bastón de energía
Locara era valiente, eso había
que reconocerlo. Había poca gente que se atreviera a entrar en la oficina del
jefe Gew’lek sin haber sido anunciado, se sentara, y comenzara a pedir que el
jefe soltara una cuantiosa suma de créditos por un golpe reciente. Pero eso era
justo lo que ella había hecho.
Caminando como si fuera la
propietaria del lugar, Locara se sentó en la mejor silla del jefe, descansando
las manos en su sofisticado bastón, ¡y miró fijamente a los ojos del jefe
pidiendo dinero!
-Tengo entendido que fue usted
quien ordenó el golpe de esta noche en el Club Caballero. Me debe 50.000
créditos por esa pequeña indiscreción.
-Debe de estar bromeando. ¿Con
quién se cree que está tratando, a estas horas de la noche?
¡Blam! El bastón descendió,
resonando con fuerza contra el suelo de parqué de madera.
-Pensándolo mejor, que sean
60.000 créditos. Mi tiempo es valioso, ¿sabe?
-Tienes mucho que aprender
acerca de respetar la privacidad de los demás, Locara.
¡Blam! El bastón descendió por
segunda vez, y esta vez una extraña luz pareció iluminar los ojos de Locara.
Desde donde estaba yo, casi parecía expectación.
-Suma otros 10.000 al total por
mis costes de limpieza.
-Esto resultó divertido en los
primeros instantes, pero tengo negocios. Chicos, mostrad a la “dama” el camino
de salida.
¡Blam! Una tercera vez volvió a
bajar el irritante bastón. ¡Y una cuarta, y una quinta! Tras captar la atención
de todo el mundo, Locara retiró las manos de la parte superior del bastón, de
pronto, todos pudimos ver el brillo rojo rubí de una punta de energía a máxima
carga. Con la punta descansando ahora a un par de milímetros de su rostro, el
jefe estaba en una posición especialmente buena para verlo también. Nadie se
movió.
-Entonces son 70.000, ¿no es
así?
Implante comunicador
Jabot observaba cómo su socio,
Dereth, miraba nerviosamente a su oponente desde más allá de la barandilla
ornamental que separaba a los espectadores de los últimos jugadores que
quedaban. Resistiendo la urgencia de dar señales de haber advertido la
presencia de su socio, Jabot se centró en cambio en la persona sentada frente a
él. La sonrisa abiertamente sarcástica de Merex mostraba su desdén por Jabot;
su rivalidad había sido bastante “saludable” a lo largo de los años.
-Creo que vas de farol, Jabot.
-Bueno, supongo que tendrás que
pagar para averiguarlo, Merex. ¿Carta?
-Una.
-¿Tan solo?
Jabot se concentró, “pensando”
en alto en su mente. Muy bien, Dereth,
¿qué tiene?
Desde detrás de las sogas de
separación de terciopelo, un alienígena anodino con un mono verde entrecerró
los ojos bajo las luces brillantes. A pesar de la distancia, Dereth podía ver
las cartas de Merex con claridad cristalina. Sus pupilas felinas en forma de
ranura se abrieron de par en par por la sorpresa, y sus pensamientos reflejaron
su asombro.
¡Tiene basura, Jabot! Dos cartas de poder de bajo nivel, un
explorador, un caballero y un barón solitario... ¡no tiene nada!
Jabot miró su propia mano: tres
fiables caballeros apoyaban a un barón y una baronesa. Esperó a que Merex
añadiera la última carta circular a su mano. Sin emitir sonido, consultó por
segunda vez a su compañero.
¿Y ahora?
Una respuesta igualmente muda
llegó desde el otro lado de la sala. Ha
tirado una carta de poder y ha recibido –zas- otra carta de poder. ¡Sigue
siendo basura!
Gracias, Dereth. Será mejor que abandones la zona ahora para
evitar levantar sospechas. Esto habrá acabado pronto.
-¿Y bien, Jabot? -Merex
comenzaba a ponerse nervioso, aparentando que iba a obtener una gran victoria.
-Vamos a hacer que merezca la
pena, Merex. Apuesto 10.000 créditos.
¡Fanfarrón!, resonó en el fondo de
su mente.
Cállate, Dereth.
-Vas de farol, Jabot. Pero te
mostraré quién es el mejor jugador de Helcos. Igualo tu apuesta y la triplico.
Dereth ya se estaba yendo, pero
no pudo evitar mandar un último comentario triunfal a la cabeza de su socio. ¡Va completamente de farol, Jabot! ¡Ya lo
tienes! ¡Tendremos suficiente para recuperar nuestra nave!
¡Lo tendremos, suponiendo que dejes de gritarme durante el tiempo
suficiente para acabar con él! Bueno, tenías razón sobre los implantes, después
de todo. Pero sigo diciendo que me dan un dolor de cabeza insoportable.
¡Vale, Jabot, ya te compraré una planta de producción farmacéutica
con mi parte de las ganancias!
Bien, Dereth, de acuerdo. ¡Ahora vete!
Jabot debía admitir que iba a
disfrutar con lo que venía a continuación.
-Debo reconocer, Merex, que eres
realmente un buen jugador. Sin embargo, mi amigo borloriano... –Jabot hizo una
pausa, con sus manos palmeadas ya extendidas para recoger sus ganancias-... me
temo que, esta vez, no lo bastante bueno.
Diciendo eso, Jabot mostró sus
cartas y comenzó a recoger sus ganancias. Por toda la sala, los vasos se
hicieron añicos cuando el borloriano aulló su descontento a todo el universo.
Arnés de carreras de tranthebar
¡El aire estaba vivo! En el ojo
de su mente, Joraaz podía ver la telescópica vista de las montañas ante él. Su
cerebro hormigueaba con la ansiedad de la bestia; la expectación que él sentía
era compartida por su montura.
Una sombra cayó sobre su muñeca
izquierda, indicando peligro inminente. Casi demasiado tarde, Joraaz viró hacia
abajo y a la derecha. A escasos metros de distancia a su izquierda, pasó la
inmensa silueta de otra montura de plumas rojas y azules. Joraaz advirtió que
la bestia llevaba las garras extendidas. Conforme la rabia crecía en su
interior, su propia montura lanzó un grito de la misma rabia; sintió que la
criatura proyectaba un deseo de venganza.
De acuerdo, Mithran, si deseas jugar de ese modo...
Joraaz proyectó sus pensamientos
hacia la gran bestia sobre la que estaba. Con una expectación que rivalizaba
con la suya propia, la criatura salió disparada hacia arriba, tras el atacante.
Frehjak, no trates de colocarte sobre él. Lo estará esperando.
Mantente por debajo. Tengo una idea.
En cualquier
instante, Joraaz esperaba ver cómo Mithran le detectaba y terminaba con la
rivalidad de esta carrera de una vez por todas. Pero esa mañana la suerte y el
sol estaban con Joraaz y Frehjak, su montura tranthebar.
Joraaz
maniobró con su ave gigante bajo la montura de su enemigo. Un sacrificio final, pensó para su montura. En respuesta a su silenciosa
petición, Frehjak agitó una vez la cabeza. Sonriendo en agradecimiento, Joraaz
se agachó y arrancó una única pluma fresca justo de debajo de la cuarta cinta
del arnés.
Con cuidado de
evitar las inmensas garras de la otra ave, que podrían destrozarle de un solo
golpe, Joraaz alcanzó el único punto vulnerable en la montura de su enemigo.
Y comenzó a
hacerle cosquillas.
Joraaz se
agachó bruscamente para esquivar por poco el barrido reflejo de las garras de
la criatura. Levantándose de nuevo, Joraaz sonrió para sí mismo al observar
cómo Mithran luchaba para recuperar el control mientras su montura giraba torpemente
y se rascaba con sus garras para librarse de un agente irritante invisible.
No importa si ganas o pierdes... ¡mejor suerte la
próxima vez, Mithran!
Derivación del ordenador de
navegación
¿Alguna vez te ha pasado esto?
Vas deslizándote por el hiperespacio y todo va como la seda. Entonces, esa
misteriosa pasajera que te ha pagado 10.000 créditos para llevarla a Dantooine “sin
hacer preguntas” dice que ha cambiado de opinión y quiere ir a Ord Mantell. Te
pagará otros 20.000 créditos si llega al día siguiente.
Le explicas que no puedes frenar
sin más y dar media vuelta. Salir del hiperespacio y establecer la posición
actual de la nave añadiría horas al viaje, por no mencionar calcular y
atravesar una ruta probablemente no cartografiada.
-Ni hablar, cariño –dices frunciendo
el ceño-. Esta nave es rápida y soy el mejor piloto de carguero que hayas visto
jamás, pero no puedes cambiar las leyes de la física del hiperespacio.
Con una fría sonrisa de desdén,
ella extrae una pistola bláster pesada.
-Ese es tu problema,… cariño.
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