Peter Schweighofer y Stephen Luminati
Corsario maldijo
mientras sus dedos volaban sobre la computadora de vuelo del ala-X. El techo
del hangar de la base volvió a temblar. Cuando varios cables suspendidos se
soltaron, el polvo cayó sobre el parabrisas de su caza estelar. Corsario miró
hacia arriba. La bahía del hangar estaba cubierta de escombros, pero su
trayectoria de lanzamiento seguía despejada. Si tan sólo pudiera lograr que los
motores se calentaran...
Seis bombarderos
TIE volando en formación escalonada estándar aullaron sobre el paisaje de Edan.
La base rebelde ya dañada por el bombardeo orbital, había dejado de resistirse
al principio del asedio. Ahora los imperiales sabían que las sabandijas
rebeldes huirían de su nido y se dispersarían por la espesura. Esa era la
reacción que los bombarderos TIE querían reprimir. La nave en cabeza avanzó
rugiendo y comunicó órdenes a sus escoltas.
-Grupo Omega:
diez segundos para objetivo. Lanzamiento sincronizado a mi señal.
El ala-X estaba
en silencio en la desolada bahía del hangar. En su interior, Corsario rezaba
por un milagro de ingeniería. Sin una unidad R2 de apoyo, la nave no podía
redirigir sus órdenes alrededor de los componentes dañados. Gritó, golpeando el
ordenador de vuelo con frustración completa. El panel chisporroteó cuando dos
cables rotos en el interior del ordenador se conectaron con la fuerza del impacto.
Los motores comenzaron a girar inmediatamente mientras Corsario lanzaba vítores
de triunfo. Entonces miró al exterior de la cabina: una formación cerrada de
naves volaba extremadamente bajo, directamente hacia la base. Corsario se
removió nerviosamente mientras esperaba a que los motores acumularan suficiente
potencia para despegar.
Los seis
bombarderos TIE pasaron rugiendo sobre la última colina antes de la Base Edan.
Conforme el paisaje pasaba borroso bajo ellos, los ordenadores de objetivo de todos
los cazas estelares pitaron dos veces al unísono. Las primeras de las
brillantes esferas cayeron de sus depósitos de bombas.
El medidor del
motor iba subiendo a un ritmo agonizantemente lento. Corsario lo miraba
fijamente, deseando que su pura voluntad pudiera influenciar en la física de
los motores iónicos. Entonces escuchó el rugido de los TIEs sobre su cabeza, y
el perturbador silbido de múltiples objetos cayendo desde arriba.
-Esto deberá
bastar –murmuró, y empujó el acelerador del ala-X hacia delante, al máximo. Se
escuchó un rugido tras él. Conforme su nave temblaba bajo la súbita y prematura
aceleración, vio como la bahía del hangar comenzaba a desplomarse tras él.
La primera bomba
de protones de alta capacidad golpeó la parte trasera de la bahía del hangar.
Las demás descargas le siguieron, explosiones que avanzaban sobre la otrora
orgullosa Base Edan. Como si tuviera un último deseo, la base escupió un
solitario caza ala-X, que inmediatamente viró en un ángulo cerrado y se alejó
disparada de la base moribunda.
Jadeando para
retomar el aliento, Corsario comprobó por encima de su hombro el terreno que se
extendía bajo él. Tenía que alejarse rápidamente de esa zona y aterrizar antes
de que los escáneres de energía orbitales pudieran reaccionar ante su despegue.
Estableció un curso, y creyó haber visto varios soldados de a pie salir corriendo
de su antiguo hogar, lanzándose a la cobertura del frondoso bosque de Edan.
Vista su variedad de uniformes, sólo podían ser rebeldes.
Buena suerte, les deseó en silencio, y nos vemos
en el Punto de Encuentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario