martes, 12 de enero de 2016

Libertad para Edan


Libertad para Edan
Peter Schweighofer y Stephen Luminati

Corsario maldijo mientras sus dedos volaban sobre la computadora de vuelo del ala-X. El techo del hangar de la base volvió a temblar. Cuando varios cables suspendidos se soltaron, el polvo cayó sobre el parabrisas de su caza estelar. Corsario miró hacia arriba. La bahía del hangar estaba cubierta de escombros, pero su trayectoria de lanzamiento seguía despejada. Si tan sólo pudiera lograr que los motores se calentaran...

Seis bombarderos TIE volando en formación escalonada estándar aullaron sobre el paisaje de Edan. La base rebelde ya dañada por el bombardeo orbital, había dejado de resistirse al principio del asedio. Ahora los imperiales sabían que las sabandijas rebeldes huirían de su nido y se dispersarían por la espesura. Esa era la reacción que los bombarderos TIE querían reprimir. La nave en cabeza avanzó rugiendo y comunicó órdenes a sus escoltas.
-Grupo Omega: diez segundos para objetivo. Lanzamiento sincronizado a mi señal.

El ala-X estaba en silencio en la desolada bahía del hangar. En su interior, Corsario rezaba por un milagro de ingeniería. Sin una unidad R2 de apoyo, la nave no podía redirigir sus órdenes alrededor de los componentes dañados. Gritó, golpeando el ordenador de vuelo con frustración completa. El panel chisporroteó cuando dos cables rotos en el interior del ordenador se conectaron con la fuerza del impacto. Los motores comenzaron a girar inmediatamente mientras Corsario lanzaba vítores de triunfo. Entonces miró al exterior de la cabina: una formación cerrada de naves volaba extremadamente bajo, directamente hacia la base. Corsario se removió nerviosamente mientras esperaba a que los motores acumularan suficiente potencia para despegar.

Los seis bombarderos TIE pasaron rugiendo sobre la última colina antes de la Base Edan. Conforme el paisaje pasaba borroso bajo ellos, los ordenadores de objetivo de todos los cazas estelares pitaron dos veces al unísono. Las primeras de las brillantes esferas cayeron de sus depósitos de bombas.

El medidor del motor iba subiendo a un ritmo agonizantemente lento. Corsario lo miraba fijamente, deseando que su pura voluntad pudiera influenciar en la física de los motores iónicos. Entonces escuchó el rugido de los TIEs sobre su cabeza, y el perturbador silbido de múltiples objetos cayendo desde arriba.
-Esto deberá bastar –murmuró, y empujó el acelerador del ala-X hacia delante, al máximo. Se escuchó un rugido tras él. Conforme su nave temblaba bajo la súbita y prematura aceleración, vio como la bahía del hangar comenzaba a desplomarse tras él.

La primera bomba de protones de alta capacidad golpeó la parte trasera de la bahía del hangar. Las demás descargas le siguieron, explosiones que avanzaban sobre la otrora orgullosa Base Edan. Como si tuviera un último deseo, la base escupió un solitario caza ala-X, que inmediatamente viró en un ángulo cerrado y se alejó disparada de la base moribunda.

Jadeando para retomar el aliento, Corsario comprobó por encima de su hombro el terreno que se extendía bajo él. Tenía que alejarse rápidamente de esa zona y aterrizar antes de que los escáneres de energía orbitales pudieran reaccionar ante su despegue. Estableció un curso, y creyó haber visto varios soldados de a pie salir corriendo de su antiguo hogar, lanzándose a la cobertura del frondoso bosque de Edan. Vista su variedad de uniformes, sólo podían ser rebeldes.
Buena suerte, les deseó en silencio, y nos vemos en el Punto de Encuentro.

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