miércoles, 10 de febrero de 2010

La aprendiza (I)

La aprendiza
de Elaine Cunningham
Jaina Solo se ajustó el arnés del asiento de copiloto y se inclinó hacia delante, ansiosa de echar un primer vistazo a Gallinore. El pequeño carguero hapano salió suavemente del hiperespacio, y las líneas estelares se comprimieron en brillantes puntos de luz... una vista preciosa, pero que podría haber indicado cualquier destino. Entonces la nave viró bruscamente a estribor, y una suave bruma verde floreció contra la oscuridad del espacio.
La niebla se agarraba al planeta cubierto de bosque, y los inclinados rayos del sol naciente hacían salir de la húmeda atmósfera un resplandor luminoso y verdusco. Lowbacca dejó escapar un grave e intenso gemido que denotaba admiración y nostalgia.
-Sí que se parece un poco a Kashyyk -convino Jaina, nombrando el planeta natal de los wookiees.
Volvió la mirada a sus compañeros. Lowbacca siempre había sido delgado en los estándares wookiee, pero su reciente cautividad le había dejado realmente flaco, y su pelaje color jengibre estaba apagado y desigual. Tenel Ka también estaba más delgada, y su traje de vuelo verde oscuro colgaba sobre su figura demasiado fina. Su larga cabellera rojiza estaba cuidadosamente peinada con una multitud de trenzas, al estilo de las guerreras de Dathomir, pero con una salvedad: se había apartado los cabellos hacia un lado para ocultar la zona vacía que un inquisidor yuuzhan vong le había dejado al arrancarle una de sus trenzas. Jaina apartó rápidamente sus ojos de ese recuerdo de su terrible experiencia compartida. Sus propias cicatrices eran de otro tipo.
Su mirada pasó al hombre en el asiento del piloto. Kyp Durron superaba los dieciocho años de Jaina por una docena de años. Los largos y descuidados bucles de cabello marrón estaban mezclados con mechones de plata, y finas líneas se unían en las esquinas de sus ojos verdes... líneas que sugerían sonrisa fácil y risa compartida. Kyp tenía la clase de rostro que inspiraba camaradería y confianza, y probablemente lo haría incluso sin el carisma añadido de sus formidables poderes Jedi. Una cosa era segura: La gente seguía a Kyp. Jaina trataba de descubrir por qué.
Las brumas de Gallinore se ondularon para recibir a su nave. Jaina se removía impaciente en su asiento. Sus dedos picaban al tacto de los controles, y se frotó bruscamente una mano contra la pernera de su traje de vuelo como si eso pudiera borrar el ansia de tomar el control. Sin embargo, Kyp era un Maestro Jedi y -aún más importante- un Maestro que le había pedido a Jaina que fuera su aprendiza.
Para Jaina, estar sentada en el asiento del copiloto era un modo de poner ese concepto a prueba.
Parte de ella quería rechazar su oferta sin más. Kyp Durron había sido una figura dudosa antes de que la guerra comenzase, antes de acometer su cruzada rebelde contra los invasores yuuzhan vong. Sus incursiones eran controvertidas, y su defensa apasionada de las tácticas agresivas había llevado la discordia a todas las reuniones de Jedi, asistiera él o no.
Pero a cierto nivel, Jaina sentía que ella y Kyp ya estaban volando en el mismo vector.
No podía discutir ni contra su filosofía ni contra sus métodos. Simplemente no estaba segura de querer ponerle al mando.
Kyp observó la extensión intacta de verde que se acercaba a toda velocidad hacia su nave.
-El ordenador de navegación confirma las coordenadas de aterrizaje, pero no veo nada ahí abajo que se parezca a una ciudad.
Tenel Ka levantó la mirada de la tableta de datos que había estado estudiando durante casi todo el viaje.
-Es difícil ver Dimitor desde arriba. La ciudad está construida principalmente con mármol verde y todas las calles están alineadas con altos árboles. Incluso los muelles de aterrizaje están pavimentados con piedra multicolor, haciéndolos indistinguibles del suelo agreste hasta que estás prácticamente sobre ellos.
-Hace que uno se pregunte qué tienen que ocultar -observó Kyp, dirigiendo una breve y afilada mirada a Jaina.
-Gallinore es un mundo respetuoso con las leyes, afiliado estrechamente al gobierno de Hapes -respondió gravemente Tenel Ka. Su mirada pasó a Jaina-. Estoy más preocupada por nuestras intenciones que por las suyas. Vamos a aterrizar en breve. ¿No deberías decirnos por qué hemos venido?
Jaina asiente con un gesto de cabeza.
-Déjame ver tu sable de luz.
La mujer guerrera frunce el ceño, extrañada, pero retira el arma de su cinturón y se la ofrece.
Jaina hizo girar el inusual sable de luz en su mano, recorriendo con su pulgar las extrañas inscripciones que Tenel Ka había tallado meticulosamente en la empuñadura de marfil amarillento.
-Un diente de rancor -observó. Con un gesto de su pulgar, activó un rallo de brillante luz turquesa... de una tonalidad extrañamente iridiscente, una tonalidad que, al observarla detenidamente, contenía puntos danzantes de cada color del espectro visible.
-Usaste gemas irisadas para los cristales de enfoque, ¿verdad? ¿De Gallinore?
-Es un hecho -confirmó Tenel Ka.
-Esas “gemas” son realmente criaturas vivas, y pese a ello fuiste capaz de usarlas en un sable de luz Jedi... igual que Anakin sintonizó los cristales lambent yuuzhan vong para el suyo. He leído que las gemas irisadas, al igual que mucha de las formas de vida únicas de este mundo, fueron creadas por bio-ingeniería.
La comprensión asomó en el rostro de la mujer guerrera.
-Esta similaridad te lleva a esperar que los científicos de Gallinore puedan ayudarte a comprender a la Mentirosa -concluyó, nombrando la nave viviente que Jaina y Zekk habían robado de una mundonave yuuzhan vong.
-Ese es el plan.
Jaina apagó el arma Jedi de su amiga y se la devolvió.
Quedaron en silencio cuando Kyp entabló contacto de voz con los oficiales del puerto. Pasó los códigos de autorización y maniobró diestramente la nave a través de capas de nubes. Los tres Jedi más jóvenes se levantaron de inmediato, dejándole a él para que apagase los controles.
La rampa se desplegó, y Jaina descendió y echó un vistazo a los muelles con interés.
Podía ver por qué ese lugar era casi invisible desde arriba.
Una fuerte brisa removía las gruesas nubes bajas que llenaban los muelles abiertos y se agarraban a los árboles de la ciudad que se alzaba más allá. Elevadas y ondulantes ramas aparecían y desaparecían de la vista como tímidos animales del bosque. Las bahías de atraque estaban atendidas por pilotos, mecánicos y oficiales del puerto, todos vestidos con trajes de vuelo diseñados con distintos tonos de verde. También ellos parecían moverse dentro y fuera de la niebla con patrones aleatorios. Algún extraño efecto óptico hacía que sus movimientos parecieran casi idénticos al del ondulante follaje.
Incluso así, los trabajadores inmediatamente se acercaban a cualquier nave que acabase de aterrizar, usando pequeños pero potentes aerotrineos para conducirla al interior de una bahía de atraque cubierta por un elevado toldo de camuflaje. Era difícil de creer que el sol de Gallinore pudiera disipar el manto de nubes nocturnas antes de llegar a su zenit. Jaina entornó los ojos para mirar a la zona de niebla más brillante, observando con consternación la posición del sol. Tendría que trabajar con rapidez.
-El edificio de aduanas -dijo Tenel Ka, señalando con la cabeza una estructura baja y verde-. Los oficiales de la ciudad nos estarán esperando allí.
Retrasó los hombros, como los guerreros preparándose para el combate, y se dirigió hacia allí a paso ligero.
Una fugaz sonrisa asoma en los labios de Jaina al imaginarse la “reunión diplomática” que seguiría. Tenel Ka era una princesa de Hapes, el mundo dominante del Consorcio de Hapes, pero estaba allí en calidad de guerrero para exhortar a otros a prepararse para el inminente conflicto. Por sugerencia de Jaina, todos los visitantes Jedi excepto Lowbacca estaban vestidos con trajes de vuelo verdes idénticos a los que llevaban los gallinorianos. Lo había sugerido como forma de honrar la costumbre local, y para crear una impresión de unidad. Tenel Ka estaba complacida con ese concepto, y no preguntó si Jaina había tenido otras razones para querer tener el mismo aspecto que los locales.
Kyp descendió la rampa y comprobó la compuerta que conducía a la bodega de carga. Tenel Ka echó un vistazo al Jedi de más edad. Aunque la expresión de su rostro no cambió ni su paso se alteró, oleadas de desaprobación surgían de ella.
Jaina se interpuso en el camino de la guerrera de Dathomir y se enfrentó a ella.
-Muy bien, suéltalo.
Tenel Ka se detuvo y clavó en Jaina la gélida mirada de sus ojos grises.
-Comprendo tu deseo de aprender de los científicos de Gallinore. ¿Pero por qué está Kyp Durron con nosotros? Es imposible que estés considerando su oferta de ser su aprendiza.
-Tal vez debería. Kyp es un Jedi excepcionalmente poderoso. -Jaina hizo una pausa y mostró una breve sonrisa desprovista de humor-. Tiene que serlo. La única razón por la que sigue con vida es porque las personas que debían juzgarle creyeron que su talento superaba a sus crímenes pasados.
Tenel Ka alzó una ceja de color dorado-rojizo.
-No es tu estilo ser cínica.
-Realista -corrigió Jaina-. Kyp Durron sabe cosas que yo no sé. Podría aprender de él.
-Es un hecho. Eso es lo que me preocupa.
Jaina deja escapar un suspiro de frustración y suelta su mejor carta... una afirmación lo bastante fuerte para reducir a la nada las discusiones y parar en seco las conversaciones.
-El Maestro Luke confía en él.
-¿Y tú? -replica Tenel Ka-. ¿Puedes confiar tú en él, después de lo que hizo en Sernpidal?
El brusco recordatorio golpeó a Jaina como un puñetazo en el vientre. No hacía demasiado tiempo, Kyp había usado la Fuerza para convencer a Jaina de que los astilleros enemigos ocultos entre los restos del mundo muerto de Sernpidal estaban construyendo super-armas. Kyp la había manipulado, usando el apellido Solo y la reputación personal de Jaina como piloto del Escuadrón Pícaro para convencer a las fuerzas de la Nueva República para que se unieran al ataque. Ese engaño aún le dolía, al igual que el conocimiento de que el Escuadrón Pícaro, principalmente por su iniciativa, había atacado un objetivo civil.
Trató de apartar todo eso con un gesto de impaciencia.
-La misión fue un éxito. La destrucción de la nueva mundonave de los vong reforzó la posición de la Nueva República.
-Tal vez -concedió Tenel Ka-. Pero me sigo preguntando si tu disposición a atacar Sernpidal tenía tanto que ver con la venganza como con la táctica.
Un aullido wookiee de protesta se adelanta a la respuesta de Jaina. Lowbacca se colocó junto a Jaina, con sus largos brazos cruzados ante el pecho y sus ojos negros entornados. Bufó unas cuantas frases breves e indignadas. Algunos de los matices del lenguaje wookiee se le pudieron escapar a Tenel Ka, pero su significado estaba lo bastante claro como para traer un débil rubor a sus mejillas.
Ella inclinó la cabeza.
-Mis disculpas, amigo mío. No pretendía faltar al respeto al honor de tu tío Chewbacca, o a la deuda de vida que asumiste en su nombre. Su sacrificio en Sernpidal ciertamente habría sido devaluado por la venganza.
Miró fijamente a Jaina, pero no de forma tan afilada como podría haber sido.
Kyp se acercó al trío. Su mirada pasó por todos, deteniéndose en la postura defensiva de Lowbacca.
-¿Qué me he perdido?
-Sólo estábamos preparándonos para separarnos -dijo Jaina, consciente del posible doble significado que albergaban sus palabras... y segura de que Kyp comprendería el matiz-. Tenel Ka tiene que asistir a algún tipo de reunión diplomática, y Lowie y yo iremos al centro de investigación.
-Ya veo. Me quedaré con la nave y tendé los ojos bien abiertos.
-Eso no debería ser necesario -observó Tenel Ka-. Dimitor es una ciudad respetuosa con las leyes.
-Razón de más por la que debería quedarme aquí -dijo Kyp con tono seco. Un destello cruza sus ojos y muestra su sonrisa más encantadora a Tenel Ka-. O tal vez no haya entendido bien. ¿Me estás invitando a ir contigo?
Los ojos de la guerrera se abrieron como platos, y por un instante su formidable compostura falló.
Antes de poder formular una negativa aceptablemente educada, Kyp le guiñó burlonamente un ojo y luego salió con paso firme hacia su nave.
Jaina alzó una mano a sus labios para ocultar una sonrisa burlona. Por supuesto que el Maestro Jedi había sentido la discordia entre las dos jóvenes mujeres, y había interpretado esta pequeña y burlesca venganza de parte de Jaina. Su apoyo le divirtió y la reconfortó, incluso aunque reconocía la manipulación que suponía. Por la razón que fuera, Kyp quería hacerse cargo de su entrenamiento.
Ella pretendía saber hasta dónde estaba él dispuesto a llegar para alcanzar ese objetivo concreto.
Esperó a que Tenel Ka se hubiera ido con un par de oficiales de la ciudad, y entonces se volvió con ojos de gratitud hacia su auténtico apoyo. Lowbacca actuaba como intermediario entre Jaina y sus demás amigos.
Tenel Ka no era la única joven Jedi que seguía a Jaina y que no confiaba enteramente en ella. Sin embargo, nadie cuestionaba la integridad del wookiee, y su apoyo continuado ayudaba a mitigar sus preocupaciones.
-No sé qué haría sin ti -dijo sinceramente.
La breve y descontenta respuesta de Lowbacca trajo una sonrisa al rostro de Jaina.
-Si Eme Tedé estuviera aún por aquí, probablemente traduciría eso como “el Amo Lowbacca sugiere respetuosamente que sin su intervención, probablemente habría introducido sin darse cuenta coordenadas de ataque que enfocarían sus armas sobre partes vitales de su propia anatomía”. Apuesto que echas de menos a ese pequeño droide.
El wookiee dejó escapar un inconfundible bufido burlón.
Jaina le tomó del brazo.
-Yo tampoco -convino.

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