miércoles, 24 de febrero de 2010

Trilogía de la Academia Jedi I: La búsqueda del Jedi - Capítulo 28, cont. (I)

NOTA: Esta novela fue publicada por Martínez Roca con la omisión de varias páginas al final, incluyendo parte del capítulo 28 y el epílogo.
A diferencia del caso de "Episodio II: El ataque de los clones", no voy a incluir la parte del capítulo 28 que sí salió editada, ya que esta está compuesta por varias escenas, que además están completas. La parte inédita comienza con una escena nueva, no como en "El ataque de los clones", que el fragmento inédito comenzaba en mitad de una escena.

Trilogía de la Academia Jedi I: La búsqueda del Jedi
Capítulo 28 (continuación)
de Kevin J. Anderson

La reunión fue todo lo que Han había imaginado. Había pasado mucho tiempo pensando en ella durante el largo viaje hiperespacial de vuelta a Coruscant.
Leia y los gemelos se reunieron con él en el momento en el que el Triturador de Soles y el Halcón Milenario se posaban juntos en la plataforma de aterrizaje elevada. Han abrió la escotilla del Triturador de Soles y comenzó a descender la escalerilla, pero Leia fue corriendo hacia él y lo abrazó antes de que tuviera tiempo de bajar del todo.
—¿Contenta de que haya vuelto? —preguntó Han.
—¡Te he echado de menos! —dijo ella, besándolo.
—Lo sé —dijo él con una sonrisa picarona.
Ella puso los brazos en jarras.
—¿Cómo? ¿No me has echado de menos?
Han se apartó tímidamente.
—Bueno, primero nos estrellamos en Kessel, luego quedamos atrapados en las minas de especia, luego un grupo de imperiales nos capturó en medio de un montón de agujeros negros. Realmente no he tenido mucho...
Cuando parecía que Leia estaba a punto de darle un puñetazo, Han reaccionó con una sonrisa.
—Pero aún así no recuerdo haber estado más de dos segundos seguidos sin echarte de menos con todo mi corazón.
Leia lo besó de nuevo.
Erredós bajó rodando por la rampa del Halcón, y Trespeó se apresuró a ir a darle la bienvenida.
—¡Erredós-Dedós! Cuanto me alegro de que estés de vuelta. ¡Ni te imaginas los problemas que hemos tenido mientras estabas fuera!
Erredós pitó algo que nadie se molestó en traducir.
Kyp Durron y Qwi Xux descendieron del Triturador de Soles y se quedaron mirando las interminables torres y rascacielos de Ciudad Imperial, la metrópolis de brillante transpariacero y aleación que se extendía hasta el horizonte. Sobre ellos, las diminutas luces de las lanzaderas parpadeaban por el cielo.
—¡Esto sí que es una ciudad! —dijo Kyp con un suspiro.
Qwi parecía abrumada. El Triturador de Soles sería transferido a un hangar de alta seguridad para ser estudiado por científicos de la Nueva República.
A Qwi no le gustaba la idea de abandonarlo, pero no tenía elección.
Han avanzó hacia sus dos hijos, arrodillándose y rodeando a Jacen y Jaina con sus brazos.
—¡Hola, chicos! ¿Os acordáis de papá? Ha pasado mucho tiempo, ¿eh?
Les revolvió el cabello y se los quedó mirando con el atónito asombro que siempre sentía al ver cuánto habían crecido entre las visitas que Invierno les preparaba al planeta oculto de Anoth. Ahora, sin embargo, los dos años de aislamiento y protección de Jacen y Jaina habían acabado, y los niños se quedarían en casa, dejando sólo al pequeño Anakin bajo protección especial.
Jacen asintió; luego, un instante después Jaina asintió también. Han no estaba seguro de creer en la sinceridad de su respuesta, pero los abrazó igualmente.
—Bueno, si no me recordáis, voy a intentar cambiar eso a partir de ahora.

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