domingo, 21 de febrero de 2010

El honor de los Jedi (81)

81
-¡Alcancemos esas luces! -ordena Luke.
-Si eso es lo que quieres -dice Gideon. Abre el gas a fondo y el buggy de supervisión sale disparado por el pasadizo, con los motores repulsores gimiendo.
Al principio, hacen pocos progresos al intentar alcanzar el anillo de luces. Parece avanzar tan rápido como el tractor. Tras cinco ensordecedores minutos, sin embargo, el anillo se detiene y se gira para enfrentarse al buggy. Más de una docena de lámparas individuales alumbran el pasadizo, pero sus rayos se desvanecen mucho antes de alcanzar a Luke y sus compañeros. Sin embargo, ahora que la fuente de luz ya no está en movimiento, el buggy acorta rápidamente la distancia.
A los 50 metros, los faros del buggy iluminan finalmente la fuente de luz. Una docena de soldados de asalto ocupan el pasadizo, con sus armas dispuestas a disparar. Gideon aminora rápidamente la velocidad del buggy.
-Me figuraba que pasaría esto -dijo.
-¿Por qué no dijiste nada? -pregunta Luke.
El minero no tiene ocasión de responder. Los soldados de asalto abren fuego, llenando el estrecho túnel con relámpagos blanquiazules y rayos rojos.
-No sirve de nada escapar -gruñe Gideon, acelerando a fondo el tractor-, sólo conseguiríamos que nos disparasen por la espalda.
El buggy de supervisión se lanza disparado directamente contra la ducha de fuego imperial.
Luke saca su pistola bláster y aprieta el gatillo. Su disparo solitario parece patéticamente inadecuado contra la tormenta de rojo y blanco. Gideon apunta al centro de la formación imperial y grita una desafiante maldición. El buggy se ha acercado a menos de 20 metros.
Un disparo de bláster golpea a Gideon de lleno en el pecho. El cuerpo del viejo minero cae hacia atrás, con los brazos colgando inertes a los lados. Luke se inclina sobre el cuerpo de Gideon y sostiene el volante con su mano izquierda. Continúa disparando con la derecha. Conforme el tractor avanza a toda velocidad, Gideon se desploma fuera del asiento del conductor, para acabar deslizándose completamente en la oscuridad tras los impulsores de levitación.
Con menos de cinco metros restantes hasta la formación, Luke no puede detenerse aunque quisiera. Mantiene un curso estable. Los soldados de asalto disparan de nuevo, rociando el buggy con torpedos de protones en miniatura. Toda la parte frontal explota, lanzando llamas y energía de plasma hacia el techo.
El buggy de supervisión va bandazos, pero la inercia lo lleva hacia delante. Sale rebotando sobre la parte central de la línea de imperiales. Sidney grita y sale volando del banco para caer en medio de los soldados de asalto. Luke no tiene tiempo para pensar si se detiene a ayudar al pada. El buggy está frenando... ¡muy deprisa!
Suelta el volante y se gira para mirar a los soldados de asalto, con la pistola bláster bien sujeta aún en la mano derecha. Rápidamente suelta el arma. Seis soldados de asalto están a menos de dos metros de distancia, con sus armas apuntándole al pecho.
Una figura vestida con un traje de vacío negro se le aproxima: Sebastian Parnell.
-Qué considerado de tu parte, entregarnos a Dena Tredway -dice, con una sonrisa sarcástica en los labios-. Si fueras tan amable de descender del vehículo, me encargaré de que recibas una recompensa adecuada.
Luke desciende lentamente, con las manos alzadas bien a la vista.
-Ya he visto sus recompensas, general. Prometo devolvérsela de igual modo.
La sonrisa de Parnell desaparece.
-No vivirás tanto tiempo, hijo mío.
El general hace un gesto con la cabeza a alguien que se encuentra detrás de Luke.
Un fuerte golpe resuena en el cráneo del joven rebelde, y entonces sus rodillas fallan y cae inconsciente.

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