miércoles, 19 de septiembre de 2012

Comando de la República: Probabilidades (y VI)


Punto de encuentro, espacio Drall, 462 días después de Geonosis

-Está bien, ¿cuál es su evaluación? -Skirata estaba preparando el enlace seguro con el General Zey, en el cuartel general-. ¿Qué vamos a decir?
Ordo se encogió de hombros.
-Nada sobre la holograbación... todavía.
-Sin embargo, estaríamos faltando a nuestro deber si no le aconsejamos que cambie de táctica -dijo Mereel-. Una vez más.
-Sabes que no es decisión suya.
-Pero aún así es nuestro deber.
Skirata frunció el ceño y abrió el enlace seguro. El general Jedi parecía haber sido pillado por sorpresa: la holoimagen le mostraba en camiseta interior, con el pelo despeinado.
-Otra confirmación de las cifras de producción de droides, General -dijo Skirata-. Como hasta ahora. Peor escenario, tal vez unos cientos de millones en estos momentos.
-Mucho mejor de lo que pensábamos. Necesitaba alguna buena noticia. ¿Neutralizados con éxito?
-Mis muchachos son totalmente fiables.
-Lo sé.
-Creemos que... mire, está bastante claro por lo que estamos viendo que nos estamos enfrentando a pequeños conflictos en oleadas. Si concentrásemos todas nuestras fuerzas en dominar por completo un sector cada vez, en lugar de dispersar nuestras tropas a través de miles de frentes, podríamos vencer a los sepas mucho más rápido.
Zey se mordió el labio.
-Le escucho.
-Una gran ofensiva. Consolidar nuestras fuerzas y atacarles duro, luego movernos cuando estén aplastados y atacar el siguiente sector. Este enfoque poco sistemático es sólo extinguir los incendios temporalmente.
Mereel esperó la reacción de Zey. El Jedi parecía cansado. Era difícil encontrar a alguien en el Gran Ejército que no pareciera necesitar dormir durante una semana.
Zey bajó la voz hasta casi un susurro.
-Estoy de acuerdo, militarmente. El General Windu recuerda al Canciller esta propuesta siempre que puede. La respuesta es siempre la misma. Palpatine cree que eso sería visto como un uso de fuerza excesiva y podría molestar a los mundos neutrales.
Mereel no tenía paciencia con la política.
-Dígale que en este momento nosotros también nos sentimos bastante molestos.
-Entiendo su frustración, Teniente.
-¿Qué es lo que dice acerca del número de droides, entonces?
Zey se encogió de hombros.
-Él cree que restar importancia a la amenaza podría ser temerario.
-Siempre es más fácil hacer que los votantes paguen la factura de una guerra si piensan que el enemigo está a punto de invadir, ¿eh? ¿Es por eso que Intel de la República se inventó la cifra de los miles de billones?
-Es usted un cínico, sargento.
-Si. He sido un merc durante demasiado tiempo.
-Tampoco he dicho que no tenga razón.
-Está bien, general -dijo Skirata. Se las arregló para sonar irritado. Zey ya conocía el juego; los dos llevaban a cabo una conversación codificada, y ambos sabían lo que el otro realmente sentía. Mereel admiraba su pragmatismo-. No hemos encontrado el núcleo central de la producción de droides sepa. Supongo que quiere que sigamos buscando.
Zey sonaba cada día más viejo.
-El Canciller es de lo más insistente.
-Entendido, General.
Skirata cerró el enlace y miró a través de Mereel por un momento. Luego volvió a enfocar su mirada en él.
-Palpatine no quiere hablar de los números reales. Parece que la producción de clones en Kamino podría detenerse en seco en un par de años. Yo diría que el objetivo de esta guerra no es el que se nos ha dicho que es.
-Suena como si esperases que los políticos dijeran la verdad, Kal'buir.
-No, no estoy tan senil todavía. -Skirata hizo un gesto a Ordo para que le pasase la tableta de datos, haciendo señas con los dedos-. Vamos a adelantar un poco el plan, muchachos. Voy a marcar una fecha en mi calendario aproximadamente dos años a partir de ahora, y vamos a asegurarnos de que estaremos preparados para cuidar de nosotros mismos para entonces. ¿Entendido?
-Entendido -dijo Mereel. Skirata tenía lo que él llamaba una estrategia de salida: su plan para el fin de la guerra, no sólo para él, sino para los Nulls... y tal vez para cualquier clon que se encontrase sin trabajo-. Está bien, todo el mundo busca ahora a Ko Sai.
-¿Qué pasa con Grievous?
Ordo entregó el cuaderno de datos a Skirata.
-La última vez que Kom'rk le localizó fue información filtrada. Alguien quiere que lo encontremos. Hasta que averigüemos quién y por qué, mantendremos cierta distancia.
-Me parece bien -dijo Mereel.
Las guerras a menudo no tenían sentido. Había leído mucha historia, y había absorbido las lecciones de Kal'buir; a menudo los políticos tomaban decisiones que desafiaban el asesoramiento militar profesional. Fuera lo que fuese lo que la República estaba haciendo, una larga guerra de escaramuzas se adecuaba al propósito de Palpatine.
Pero no se adecuaba a Mereel. Y tampoco hacía que el creciente número de bajas clon fuera más llevadero. No sentía culpa alguna al usar los créditos de los contribuyentes para obtener el mejor resultado para él y sus hermanos, tanto en el campo de batalla actual como en los venideros.
Tres millones contra... ¿cuántos? Cientos de millones. Eran malas probabilidades, pero no eran imposibles, no con los Nulls y unos cuantos miles de comandos por ahí. Pero la elaboración de probabilidades significaba tener claro quién era el enemigo, y cuanto más aprendía Mereel, más inseguro estaba.
-Anímate -dijo Prudii-. Las tasas promedio de mortalidad están subiendo todo el tiempo. Creo que podemos apuntar a un mínimo de doscientos a uno. -Tomó de su mochila un trozo de metal del tamaño de una mano y lo sostuvo en alto con una sonrisa. Luego lo golpeó con fuerza en el borde de la consola. Se fracturó, rompiéndose en pedazos-. Estos hojalatas simplemente no pueden soportar el esfuerzo como nosotros.
No, no eran probabilidades imposibles. Malas, tal vez, pero no imposibles. Mereel se sentó en el asiento del copiloto, sacó su cuaderno de datos, y comenzó a navegar a través de los datos ocultos de la maestra clonadora de Kamino. Ko Sai tenía toda una galaxia en la que esconderse, pero se escondía de unos hombres a los que ella había diseñados personalmente para que fueran los mejores.
Las probabilidades no la favorecían.

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