martes, 11 de septiembre de 2012

Darth Maul: Contención (XIII)


Por todo el módulo de pasajeros sonaban sirenas, y las luces de emergencia proporcionaban un brillo escarlata a algunas de las explanadas y hangares.
Sudando profusamente bajo su armadura corporal, el Señor de la Guerra Kirske caminaba detrás de los soldados que había desplegado en una bahía al otro extremo del conector por el que, según le habían dicho, habían entrado sus cuatro presas. Otros soldados habían recibido la orden de enfrentarse a la seguridad de la estación, y un contingente de mercenarios weequay había sido enviado a asegurar la nave de las Hermanas de la Noche, por si acaso Talzin y el resto llegaban tan lejos. Eso dejaba una simple tripulación mínima a bordo de la nave del propio Kirske.
Teniendo en cuenta la ruina que el zabrak dathomiri había causado en una de las bahías de carga, Kirske había empezado a preguntarse si era a él a quien habían tendido una trampa. Meltch había hablado casi con desdén del llamado Hermano de la Noche, y sin embargo el aprendiz dathomiri de Trezza estaba demostrando ser más peligroso que la misma Madre Talzin. ¿Podría el mandaloriano haber llegado a un acuerdo por separado con algún otro señor de la guerra rattataki para atraerlo a una trampa? Ciertamente Kirske no carecía de enemigos en ese disputado mundo.
Kirske miró en dirección a la salida del conector y se volvió hacia uno de sus lugartenientes siniteen.
-¿Por qué están tardando tanto? ¿Por qué no han salido? ¿Y por qué hace tanto maldito calor aquí?
Con cuidado, se introdujo uno de sus dedos de afiladas garras en el cuello de su túnica y tiró hacia fuera, con la esperanza de liberar una parte del calor que se acumulaba debajo de su coraza. Los curtidos cueros cabelludos de los weequay cercanos estaban perlados de sudor.
-Mi señor, nuestros exploradores de avanzada no reportan ningún rastro de ellos -dijo el siniteen por fin.
Kirske intentó agudizar su visión de la salida del conector, pero encontró su visión a distancia ligeramente borrosa. Ante sus ojos, el otro lado de la bahía parecía como si estuviera oscurecido por la niebla. La ilusión óptica podía ser el resultado del sudor en los ojos. O tal vez no. Por si acaso, tomó nota de la ubicación de la salida más cercana del hangar.

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