viernes, 28 de septiembre de 2012

Primer contacto (III)


El resto del safari ya estaba preparado para cuando Karrde y Tapper salieron del Comprador Uwana justo antes de las cinco y media a la mañana siguiente.
-Un grupo ecléctico -comentó Tapper, mientras caminaban hacia el grupo y los tres aerodeslizadores Aratech Flecha-17 que esperaban en el campo a su lado.
-Estoy de acuerdo -dijo Karrde, observándolos. Un thennqora, un saffa, y dos duros, todos resplandecientes con trajes y equipo tan obviamente recién salido de la caja como el equipo que llevaban él y Tapper. Un poco hacia un lado, vestidos con trajes que, igual de obviamente, habían visto mucho más uso, estaban un krish, un rodiano y Buzzy, el lacónico humano-. El grupo hace juego con la escolta -añadió.
Tapper señaló con la cabeza al krish.
-Ese no es Gamgalon, ¿verdad?
Karrde meneó la cabeza.
-Uno de sus lugartenientes, creo. Dudo que Gamgalon vaya a venir con nosotros.
-Ah –exclamó el krish, casi tan alegremente radiante como era físicamente posible que un krish lo estuviera, mientras hacía señas hacia Karrde y Tapper-. Bienvenido. Usted debe ser el Síndico Hart. Soy Falmal; yo dirigiré su expedición.
-Encantado de conocerle -asintió Karrde-. Confío en que no hayamos llegado tarde.
-No, en absoluto -dijo Falmal-. Simplemente el resto llegó más temprano. Permítame presentarle a sus compañeros de caza: Tamish –señaló al thennqora-, Hav y Jivis -los duros-, y Cob-caree -el saffa-.Caballeros: el Síndico Hart y el capitán Seoul de Sif-Uwana.
-Mucho gusto -dijo Karrde, mirando a cada uno de los otros.
Ninguno de los nombres le eran familiares, pero por supuesto eso no significaba nada. Tampoco él y Tapper estaban usando sus nombres reales.
-Perdemos el tiempo -gruñó Tamish-. Empecemos con la caza, Falmal.
-Por supuesto -dijo Falmal-. Si son tan amables de tomar asiento a bordo...
Karrde y Tapper eligieron uno de los aerodeslizadores y se ataron los cinturones de seguridad. Unos minutos más tarde Falmal subió junto a su piloto krish, y se pusieron en marcha.
-¿Organizan estos safaris a menudo? –preguntó Karrde mientras volaban a baja altura sobre la ondulante selva amarilla.
-Sólo un par de veces por temporada. -Falmal le lanzó una mirada especulativa-. Ha tenido mucha suerte de haber llegado cuando lo hizo.
Karrde hizo un gesto hacia el estante de rifles BlasTech en la parte posterior del aerodeslizador.
-Me consideraré afortunado si capturamos algo –dijo-. Estoy gastando en esto demasiado dinero sólo para dar una vuelta a través de una jungla.
-Tendrá éxito -prometió Falmal-. Todos lo tienen. Puede estar seguro de eso.
Volaron durante una hora antes de aterrizar en un claro en la cima de una colina.
Allí se había construido un pequeño campamento de aspecto semi-permanente, cuatro edificios agrupados en torno a una zona de aterrizaje con marcas de quemaduras.
-Deben de usar mucho este lugar -comentó Karrde mientras se posaban en el suelo.
-Es el campamento base para todos los safaris -dijo Falmal-. Aquí esperarán los pilotos y los aerodeslizadores mientras nosotros seguimos a pie. Tomen sus mochilas y armas, por favor. Vamos a salir de inmediato.
Diez minutos más tarde todos estaban pisoteando a lo largo de un camino apenas visible entre árboles amarillos, arbustos verde amarillentos, y una tierra de color violeta pálido que tenía el inquietante aspecto de una masa de gordos gusanos.
Falmal iba en cabeza, con Tamish, Karrde, y Tapper detrás de él.
Buzzy era el siguiente, seguido por Hav y Jivis, y Cob caree, con el rodiano en la retaguardia.
Viajaron durante casi una hora antes de que Falmal indicase un descanso en un pequeño claro que se abría al lado del camino.
-Estoy un poco fuera de forma para este tipo de ejercicio -resopló Karrde, quitándose su mochila y dejándola caer al suelo-. ¿Cuánto más caminaremos hoy, Falmal?
-¿Cansado tan pronto? –preguntó Falmal, lanzándole una sonrisa de dientes afilados-. No hay que preocuparse, Síndico Hart. Tres horas más, tal vez cuatro, y estaremos en la zona de caza principal.
-Los morodins han estado aquí -gruñó Tamish detrás de él. Karrde se volvió para mirar. El thennqora estaba en cuclillas al borde del claro, pinchando con una navaja una zona de decoloración oscura que cruzaba la capa de tierra del suelo-. Aquí hubo baba de morodin –dijo-. Hace varias semanas.
-Buena observación -dijo Falmal con aprobación-. Hace dos meses uno de nuestros safaris cazó morodins por esta región. Desafortunadamente, su patrón de migración los ha llevado más lejos desde entonces.
-Entonces me pregunto por qué no hemos aterrizado más cerca, para empezar -murmuró Tapper.
-Quizás los aerodeslizadores asusten a nuestra supuesta presa -sugirió Karrde, frunciendo el ceño. Un metro detrás de Tamish, a lo largo de un borde de la marca de baba, una fila ordenada de cortos brotes rosados surgía de debajo de un grupo de arbustos verde amarillentos.
Y en las sombras detrás de ellos había un destello de metal.
Caminando por detrás de Tapper, comenzó a acercarse para echar un vistazo más de cerca...
-Hora de irse –exclamó Falmal, golpeándose las manos con fuerza-. Mochilas al hombro, todos. Hay que seguir si queremos llegar a nuestro destino con el tiempo suficiente para comenzar una cacería.
Karrde consideró examinar la cosa de metal de todos modos, decidió no hacerlo, y volvió a donde había dejado su mochila.
-¿Es usted botánico, Síndico Hart? –preguntó Falmal.
-No -dijo Karrde mientras Tapper le ayudaba a ponerse su mochila-. ¿Por qué?
-Le vi mirando las plantas de aleudrupa yagarana de allí –dijo- apuntando con un largo dedo a los brotes rosados-. Usted verá muchas plantas no nativas como esa en la selva, me temo... restos de anteriores visitantes a la selva de Varonat que fueron poco cuidadosos con sus provisiones.
-¿Provisiones? -le preguntó Tapper mientras se ponía su propia mochila.
-Las bayas de aleudrupa son consideradas un manjar en muchos mundos -dijo Falmal-. Algunos de los que se unen a nuestros safaris insisten en llevar sus propias provisiones. Algunas semillas que caen en un descuido... -Hizo un elaborado gesto-. Sólo podemos confiar en que la propia selva se ocupará de tales intrusiones. Vamos, tenemos que salir.

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