jueves, 6 de septiembre de 2012

Darth Maul: Contención (II)


En la sede del campo de entrenamiento que se alzaba sobre el mar turbulento, Trezza inspeccionó las quemaduras que cubrían el torso de Maul, que al igual que su cabeza y su cara estaba marcado con símbolos esotéricos negros y rojos.
-Esto requiere tratamiento.
Trezza indicó a un droide médico que se acercara, pero Maul lo empujó con sus pies.
-No con bacta –gruñó-. Yo mismo me curaré.
-Y te deleitarás con el dolor.
-No existe el dolor.
-Eso es lo que tú dices.
Maul le miró.
-No puedes entenderlo.
-Es cierto -dijo Trezza-. Pero eso no cambia el hecho de que pareces haber olvidado más de lo que has aprendido.
Maul estiró la parte superior de su mono sobre sus hombros.
-Tal vez sabré una o dos cosas cuando haya vivido tanto como tú.
Trezza se encogió de hombros.
-Continúa deshonrando tu juramento, y tendrás suerte de cumplir los dieciséis años.
-Eso es problema mío.
-En última instancia, lo es.
El falleen había permanecido en silencio durante el viaje de regreso desde el valle alto, liberando feromonas destinadas a pacificar a Maul, a pesar de que este era en gran parte inmune a sus efectos. Con casi doscientos años estándar, Trezza había pasado la mitad de vida entrenando mercenarios y paramilitares para los gobiernos planetarios en toda la República... por no mencionar el suministro de combatientes profesionales para la Arena Petranaki de Geonosis y el Caldero de Rattatak, y la forja de asesinos y agentes de inteligencia tanto para casas reales como para cárteles criminales. Era un luchador más hábil incluso que Meltch, y también lo más cercano a un protector que tenía Maul... en el mundo ordinario.
-Meltch pretende incitarte a que reveles tu verdadera naturaleza. Los miembros de la Guardia de la Muerte eran brutalmente honestos unos con otros y leales hasta la exageración.
-Entonces, ¿por qué se escindió el grupo?
-Subestimaron a un rival que pensaron que habían eliminado. Con su líder muerto, el resto se dispersó y Meltch terminó aquí, porque, nosotros también, valoramos la lealtad y la tradición. Si bien no es un entrenador ideal, es un estratega talentoso. Y estaba en lo cierto acerca de hagas de esto algo personal. Sobre todo ahora que tus poderes están aumentando.
Trezza recibió el silencio de Maul con una débil sonrisa.
-El salto desde el abismo fue una jugada brillante. Pero lo degradaste al ceder a tus emociones.
-Podría haber hecho algo mucho peor que marcar a Meltch y los rodianos con disparos -dijo Maul.
La sonrisa de Trezza se derrumbó.
-Tú y yo lo sabemos, pero así es como debería seguir siendo. -Hizo una breve pausa-. No me corresponde a mí cuestionar el propósito de mantener en secreto toda la extensión de tus poderes.
Maul le fulminó con la mirada.
-Pretensión.
-Me hiciste creer que estabas dispuesto a aceptarlo como parte de tu entrenamiento.
-Una vez -dijo Maul.
Trezza puso sus manos sobre los hombros de Maul.
-Me habría gustado que hubieras venido a mí en otras circunstancias, Maul, pero ambos tenemos que cumplir el acuerdo en su forma actual. Meltch ha sospechado desde hace tiempo que posees la Fuerza, y ahora le has dado más razones para desconfiar de ti. Tal vez esté envidioso, o tal vez sea uno de esos que no ven la Fuerza con buenos ojos. Por mi parte, yo preferiría verte triunfar aquí sin el empleo de la Fuerza. Al igual que tu benefactor -Quedó en silencio, y luego dijo, casi como una ocurrencia tardía-: Está aquí, ¿sabes?
Maul se quedó perplejo.
Trezza asintió.
-Vino a observar el ejercicio. Te está esperando.

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