miércoles, 19 de septiembre de 2012

Comando de la República: Probabilidades (IV)


Lanzadera de operaciones especiales de la República, sin codificar, en ruta desde Kamino hacia el punto de encuentro de Drall, espacio corelliano, 461 días después de  Geonosis

Mereel cruzó de un salto la escotilla hacia la cubierta de la tripulación, y Skirata le dio un golpecito juguetón en la oreja con la palma de la mano.
-No vuelvas a hacer eso -dijo Skirata-. Si esos monstruos grises te hubieran atrapado, te habrían reacondicionado.
-Puede que lo hubieran intentado. -Mereel vio como Ordo entrecerraba los ojos en señal de desaprobación: Kal'buir no debía ser angustiado, nunca-. De todas formas, esto bien podría valer la pena.
A salvo de ser detectados incluso por la República, estaban sentados en la cabina de tripulación de la lanzadera carente de marcas y estudiaban minuciosamente los datos que había recuperado Mereel mientras esperaban que Atin y Prudii acudieran a la cita. Vieron los archivos reproduciéndose en la tableta de datos de Ordo como si fueran los últimos holovídeos, mientras que el software del Tesoro de la tan servicial Agente Wennen marcaba los archivos más fuertemente cifrados y los que habían sido objeto de eliminación segura.
Mereel casi estaba bromeando cuando tecleó el parámetro de búsqueda "Palpatine". Siempre valía la pena ver si había datos sobre políticos clave en todos los archivos que pirateaba, por si acaso, pero no esperaba encontrar nada.
Pero lo consiguió.
-Osik -maldijo.
-¿Algún problema? -Ordo le dio un codazo.
-Tal vez. -Mereel se quedó mirando un archivo con triple encriptación que había sido revelado por el software del Tesoro. Pero no era un mensaje o un archivo de datos, sino que era una copia de una holotransmisión.
Golpeó la tecla. Era un holo congelado de Lama Su. Fierfek, era el primer ministro kaminoano, y parecía estar hablando con el Canciller Palpatine.
Skirata tragó saliva audiblemente.
-Ahora es cuando la vida se vuelve un poco peligrosa.
Pero miraba, paralizado, cuando la brillante imagen azul de Lama Su saltó a la vida desde el emisor de la tableta de datos.
-Si necesita más clones más allá de la orden actual, entonces debe autorizarnos inmediatamente a comenzar una producción mayor. Un pago inicial de mil millones de créditos...
Hubo una pausa crepitante: la respuesta de Palpatine no estaba grabada, pero estaba claro que le había interrumpido. Lama Su meneó la cabeza mostrando molestia.
-Hay que dejar claro que los actuales contratos de Kamino terminan en dos años. Aparte de las instalaciones especiales que nos pide que establezcamos en Coruscant, Canciller, no tendrá más producción de clones aparte de los actuales tres millones a menos que contrate más ahora...
No había nada más. Parecía ser todo lo que Lama Su había archivado, probablemente como una especie de seguro personal. Si la fecha era correcta, la conversación había tenido lugar unos meses antes.
-Shab -siseó Skirata-. ¿A qué están jugando?
Ordo se llevó lentamente la mano a la boca. Mereel, que pensaba que lo había visto todo, revisó completamente su comprensión acerca de los subterfugios políticos.
-¿De modo que la República está a punto de la quiebra y no paga sus facturas? -preguntó Ordo-. ¿O estamos viendo algo más?
-¿Instalaciones de clonación en Coruscant? El General Zey nunca mencionó eso.
-Tal vez él no lo sepa. Hay mucho que Zey no sabe, después de todo... mucho sobre nosotros, para empezar.
-¿Cómo va a lograr eso el Canciller?
Skirata les interrumpió.
-Mira a ver qué más puedes encontrar. -Había comenzado a mascar raíz ruik de nuevo y Mereel calibraba su ansiedad por la velocidad de su mandíbula. Ahora iba como una máquina-. No me gusta esto en absoluto.
-Si este es todo el ejército que tenemos para el futuro previsible -dijo Ordo-, entonces seremos superados en dos años.
-A menos que el eliminador de droides patentado de Prudii salve el día -dijo Mereel, con el estómago revuelto.
¿Por qué no descubrí esto antes?
Todos los Nulls eran expertos espías, acostumbrados a saber más que el propio Senado acerca del funcionamiento interno de la República. Mereel podía averiguar incluso los detalles más pequeños y más privados si lo necesitaba, tal vez incluso cuántas veces Palpatine usaba las unidades sanitarias cada día. Pensaba que ninguna información se le escapaba. De modo que verse sorprendido por una información totalmente inesperada le dejó inquieto y avergonzado.
-¿Cómo he podido pasar esto por alto, Kal'buir? -dijo, sintiendo que lo había defraudado.
-No lo has hecho, hijo -dijo Skirata-. Lo has encontrado.

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