El sol de
Varonat comenzaba a ocultarse por detrás de la selva para cuando Karrde y
Tapper volvieron finalmente al Comprador
Uwana con sus compras.
-Espero que
les hayamos dado tiempo suficiente -comentó Tapper mientras subían por la
rampa.
-Estoy seguro
de que lo hemos hecho -dijo Karrde-. Un profesional no necesita mucho tiempo
para buscar una nave de este tamaño. Y no espero que Gamgalon esté empleando
aficionados.
De repente, Tapper
tocó el brazo de Karrde.
-Tal vez sí -dijo,
bajando la voz. Karrde frunció el ceño. Entonces lo oyó: un sordo ruido
metálico que provenía de la sección de popa de la nave-. ¿Deberíamos echar un
vistazo? –murmuró Tapper.
-Parecería
sospechoso si no lo hiciéramos -dijo Karrde, haciendo una mueca. Si todo esto
se venía abajo por la incompetencia de la propia gente de Gamgalon...- Tranquilo
y despacio.
Avanzando en
silencio, se dirigieron por el pasillo central hacia la sala de máquinas, escuchando
otro ruido metálico al llegar a la puerta. Karrde atrajo la atención de Tapper
e hizo un ligero movimiento de cabeza.
El otro devolvió
el movimiento de cabeza, dejando sus paquetes en el suelo y agarrando su bláster.
Karrde tocó el cierre, y la puerta se abrió... La mujer sentada en el suelo
junto al panel de acceso abierto era joven y atractiva, con una cascada de cabello
rojo-dorado recogida en una coleta detrás de la cabeza. Su rostro estaba
tranquilo y controlado mientras observaba su abrupta entrada; debajo de su
traje, su figura era delgada y atlética y bien formada.
Y en sus manos
sostenía una hidrollave y uno de los conectores de flujo de potencia del hipermotor
del Comprador Uwana.
-¿Puedo ayudarles?
-preguntó ella con frialdad.
-Creo que ya
lo estás haciendo -dijo Karrde, mientras el breve momento de sorpresa se
convertía en alivio. Después de todo, los buscadores de Gamgalon no habían
metido la pata-. Supongo que eres el mecánico de hipermotor.
-Brillante
deducción –dijo-. Celina Marniss. ¿Algún problema?
-Sólo con el
hiperimpulsor -dijo Karrde-. ¿Por qué, esperabas que lo tuviera?
Celina se
encogió de hombros, devolviendo su atención al conector de flujo de potencia.
-A lo largo de
mi vida he conocido a algunos hombres que no creían que una mujer pudiera ser
decorativa y competente al mismo tiempo.
-Personalmente,
es mi combinación favorita -le dijo Karrde.
Ella le
dirigió una mirada que era en parte divertida, en parte de tensa paciencia.
-Así que usted
es el Síndico Hart. Buzzy estaba muy impresionado con usted.
-Eso siempre
me complace -dijo Karrde-. No preguntaré en qué sentido estaba impresionado. –Inclinó
la cabeza hacia la abertura de acceso-. ¿Alguna idea de cuál es el problema?
-Bueno, para
empezar, todos sus conectores de flujo están unos cuatro grados fuera de
sincronía -dijo Celina, sopesando el que tenía en su mano-. Tienen que haber
sido ignorados durante mucho tiempo para derivar tanto.
-Ya veo -dijo
Karrde, elevando un escalón más su primera impresión favorable de esa mujer.
Chin le había asegurado que el conector flujo sería un mecánico de hiperimpulsor
medio tardaría al menos un día en encontrar la avería que habían fingido en los
conectores de flujo-. Voy a tener que hablar con mi encargado de mantenimiento.
-Personalmente,
yo lo despediría -dijo Celina-. Voy a reajustarlos, luego podremos ver qué más
falla.
-Bien -dijo
Karrde-. Como puede que Buzzy haya mencionado, tenemos algo de prisa.
-Curiosa forma
de tener prisa -dijo, señalando los paquetes en el pasillo detrás de ellos-. Generalmente,
los safaris de Gamgalon suelen durar más de cuatro días.
-Según mi
experiencia, normalmente se tarda al menos seis o diez días en arreglar un
hiperimpulsor estropeado -dijo Karrde.
-Posiblemente
una razón más para despedir a su mecánico -gruñó Celina-. Creo que puedo
hacerlo en dos o tres.
-¿Qué te hace
pensar que vamos de safari? -preguntó Tapper con suspicacia.
-Los paquetes,
para empezar –le dijo Celina-. Además, obviamente ustedes son gente de
posibles, y hablaron con Fleck. Es el jefe de los seleccionadores de recién
llegados de Gamgalon; hace su trabajo bastante bien. -Se encogió de hombros,
volviendo su atención hacia el conector de flujo-. Además, ¿qué otra cosa se
puede hacer por aquí?
-Brillante
deducción -dijo Karrde-. Aunque te equivocas sobre mi patrimonio personal.
Simplemente soy agente de compras en jefe del Consejo Sif-Uwana.
-Yo lo
llamaría una distinción marginal -comentó Celina-. Ciertamente, dada la manera casual
con la que los sif-uwanis enfocan la gestión y el dinero.
-Desde luego -dijo
Karrde, subiendo su estimación todavía un poco más. Habría apostado fuertemente
que no habría una sola persona en Varonat que hubiera oído hablar jamás de
Sif-Uwana, y mucho menos que supiera nada sobre él-. ¿Has estado alguna vez
ahí?
-Una vez -dijo
Celina-. Fue hace algunos años.
-¿Negocios o
placer?
-Negocios.
-¿De qué
clase?
Ella levantó
una ceja.
-No recuerdo haberle
invitado a jugar a las tres preguntas conmigo, Síndico.
-No pretendía
ofender -dijo Karrde-. Simplemente encontraba tu presencia aquí intrigante. Pareces
demasiado hábil y experimentada estar atrapada aquí, en un mundo perdido del
Corredor de Ison. Por no hablar de tus otras cualidades obvias.
Había esperado
despertar alguna reacción, sacudir un poco esa tranquila fachada suya. Pero
ella se negó a picar el anzuelo.
-Tal vez
simplemente me guste la paz y la tranquilidad -respondió ella-. Tal vez esté
tratando de ahorrar lo necesario para salir de aquí. –Le miró fijamente,
clavando sus ojos en él. Ojos verdes, observó Karrde distraídamente. Un verde
muy llamativo, por cierto-. O tal vez me esté escondiendo de algo.
Karrde se
obligó a mantener esa mirada. Había un fuego ardiente, casi amargo, detrás de
esos ojos, impulsado por un turbulento remolino de emociones. Estaba en lo
cierto: ella no era una simple mecánico de hipervelocidad de un mundo perdido.
-Desde luego,
me inspiras confianza -logró decir.
Ella curvó
ligeramente su labio en una sonrisa sardónica, y de repente el fuego se
desvaneció como si nunca hubiera estado allí. O como si sólo hubiera sido una
actuación.
-Bueno -dijo
bruscamente-. Tal vez la próxima vez se quede fuera del camino de su mecánico de
hiperimpulsor y le deje trabajar tranquilo.
-Anoto tu
sugerencia -dijo Karrde, inclinándose ligeramente-. Estaremos en las salas de
estar delanteras si necesitas saber dónde está cualquier cosa. Buenas noches.
Hizo un gesto
a Tapper, y juntos se retiraron de la sala de máquinas, recogiendo sus paquetes
de nuevo cuando la puerta se cerró.
-¿Qué te
parece? -preguntó Karrde mientras se dirigían hacia proa.
-Tienes razón,
ella no encaja aquí -asintió el otro-. ¿Una de las personas de Gamgalon?
-Probablemente
-dijo Karrde-. El respaldo para Fleck, tal vez, o bien sólo una fisgona
general. Los mecánicos y otros trabajadores de servicios tienden a ser
invisibles.
-Tal vez. -Tapper
volvió la mirada al pasillo detrás de ellos-. Sin embargo, si me preguntas a
mí, creo que alguien de su talento estaría desperdiciado en una simple
vigilancia.
-Estoy de
acuerdo -dijo Karrde, frunciendo los labios-. Podría ser una agente doble, como
saboteadora.
-O como ladrona
de naves -dijo Tapper con gravedad-. Gamgalon está encubriendo algo con estos safaris. –Ya habían
llegado al salón del yate-. Bueno, no podrá robar ésta sin un esfuerzo
considerable -le recordó Karrde mientras dejaba caer sus paquetes en el sofá del
salón-. En cuanto al sabotaje; bueno, deberíamos ser capaces de arreglar los
ajustes de la hipervelocidad en veinte minutos si tuviéramos que hacerlo, y el Karrde Salvaje puede estar aquí en
cuatro horas si lo necesitamos.
-Supongo que
eso significa que todavía estás pensando en llevar un enlace de comunicaciones.
-Definitivamente,
sí -le aseguró Karrde-. Pero no espero que tengamos que usarlo. Mi conjetura es
que descubriremos que los safaris de Gamgalon son sólo una manera de organizar
reuniones clandestinas de contrabandistas, y que Fleck y compañía están aquí
para deshacerse de cualquier funcionario imperial que pudiera interferir en el
procedimiento. Vamos, organicemos este equipo. Las cinco y media llegarán muy
temprano.
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