miércoles, 12 de septiembre de 2012

Darth Maul: Fin del Juego (IV)


Maul caminaba por el suelo de piedra pulida del salón del trono del Palacio de Theed meditando en silencio, con la espada de luz colocada en la faja de cuero negro que ceñía sus ropas. Envueltos en brilloseda, Nute Gunray y agregado diplomático de piel verde, Rune Haako, estaban de pie uno junto a otro ante de una ventana alta y rematada con un arco, retorciéndose sus manos de dedos gruesos. Un droide de protocolo plateado les asistía, y una mecano-silla esperaba a que el virrey se sentase.
-Varios miembros de las Fuerzas de Seguridad de la reina lograron eludir a los droides de batalla –estaba diciendo Gunray en un engolado básico-. Rescataron a un grupo de cautivos de Naboo, y nos causaron ciertos problemas en una estación orbital y en uno de nuestros emplazamientos de trasbordo de plasma en la superficie. Afortunadamente para nosotros, y por desgracia para ellos, los Naboo se encontraron con un visitante Hutt que resultó estar a nuestro servicio. Él delató sus planes y su ubicación.
-¿Están muertos o encarcelados? –preguntó Maul, deteniéndose.
-El capitán está muerto. Algunos de los otros siguen en libertad.
Maul retomó su ritmo furioso. Estaba familiarizado con ambos neimoidianos por las holotransmisiones llevadas a cabo entre ellos y Darth Sidious durante el último año. Habían tratado con Sidious a través del frío del espacio, pero ahora, enfrentados con un Señor Sith de carne y hueso, todo lo que podían hacer era tratar de no temblar con temor. A olor almizclado a marea baja emanaba de Haako, que vestía una túnica púrpura y un sombrero con cuernos.
-¿Y los gungans? -dijo Maul.
La pareja intercambió miradas desconcertadas.
-¿Qué pasa con ellos, Lord Maul? -preguntó Haako.
-¿Han localizado sus ciudades subacuáticas y tomado las medidas necesarias?
-Estamos... en proceso -dijo Gunray. Una tiara de tres puntas coronaba su moteado rostro azul.
-¿A cuántos habéis capturado?
La membrana nictitante de los ojos rojos de Gunray tembló con un espasmo.
-¿Cuántos?
-¿Cientos? ¿Miles?
El virrey improvisó.
-Del orden de cientos, diría yo.
Maul estaba asqueado por el hecho de que él era en cierta medida responsable de la elevada posición de Gunray, después de haber ejecutado las misiones que habían elevado Gunray de ser un simple funcionario a un ser de importancia galáctica. Pero Darth Sidious sostenía que los neimoidianos eran necesarios para el Gran Plan de los Sith, y parte de ese plan requería que Naboo fuera asegurado, en preparación de que el planeta fuera anexionado por el cártel de transportes. Con la reina Amidala en Coruscant, la rendición de Naboo aún no era oficial, pero Maul estaba seguro de que su Maestro encontraría la manera de llevarla a cabo.
-¿Dónde están los cautivos gungan? -dijo Maul.
Una vez más los neimoidianos se miraron. Sabían que Maul ya había matado a su cómplice traidor, Hath Monchar, y comprendieron que volvería a matar si se le provocaba.
Gunray habló primero.
-Los cadáveres fueron arrojados al mar...
-...atomizados -dijo Haako al mismo tiempo.
Maul dirigió a cada uno de ellos una mirada fulminante.
-¿En qué quedamos? ¿Arrojados o atomizados?
-Atomizados, y luego arrojados al mar -dijo Gunray, orgulloso de sí mismo.
Mutilar continuó mirándole con ira.
-Os desprendisteis de cadáveres atomizados.
Gunray se quedó sin aire por un momento, luego dijo:
-No es necesario que nos preocupemos por los gungans.
Maul cruzó los brazos sobre el pecho y mostró sus dientes limados.
-¿Por qué, virrey?
-Los anfibios no se arriesgarían a enfrentarse a nuestra fuerza abrumadora.
Maul resopló.
-Los gungans tienen un ejército permanente con millares de efectivos y armas estratégicas de plasma.
Gunray miró a Haako, quien dijo:
-No lo sabíamos...
-Ahora lo sabéis.
Maul observó al baboso dúo temblar en sus vestimentas. ¿Estos eran invasores? ¿Estos eran los líderes de un ejército? Tan fácilmente intimidados, tan fácilmente engañados, y codiciosos hasta el punto de que se habían dejado manipular para instigar una guerra a cambio de una oportunidad de mayores beneficios. Para ellos, la riqueza era un fin en sí mismo. No tenían ninguna comprensión del poder real, y al parecer ningún contacto con la Fuerza. Tenían más en común con los droides de batalla que les servían, que con los seres racionales. Cómo se habría reído Trezza. A veces Maul lamentaba haber tenido que matar al falleen. Pero Trezza había descubierto demasiado acerca de los poderes de Maul...
-¿Quién está supervisando la búsqueda de las ciudades gungan? -dijo al fin.
-El comandante OOM-Nueve -dijo Gunray.
-Un droide -dijo Maul-. El predecesor de sus ineptos B-Uno.
-Un droide superior, Lord Maul -se apresuró a señalar Haako-. La guardia personal del virrey Gunray.
Maul no le hizo caso y se dirigió a Gunray.
-Informa a OOM-Nueve de que asumo el mando de la búsqueda.

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