Maul se reclinó en el compacto espacio de la cabina de la nave de desembarco que le estaba devolviendo a Orsis, el mundo azul, blanco y marrón que llenaba la ventana junto a su asiento, pensando en la tarea que le esperaba.
Decidió que iba a echar de menos a Daleen y a Kilindi, y especialmente a Trezza. Sin embargo, aceptó que sus muertes eran esenciales para el plan de Darth Sidious... un Gran Plan, en el cual Maul era ya un cómplice. Como media, podría haber un máximo de quinientos seres en la academia, y se esforzó en encontrar ideas para asegurarse de que todos ellos murieran.
Sidious le había prohibido el uso de un sable de luz, pero no había dicho nada sobre ejercer contención. Maul esperaba con ansias enfrentarse a Meltch, y ser finalmente capaz de demostrar al mandaloriano la amplitud de todas sus capacidades.
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