jueves, 6 de septiembre de 2012

Darth Maul: Contención (III)


En el cavernoso vestíbulo principal de la antigua mansión que su Maestro mantenía en la Garganta de la Guardia Negra de Orsis, Maul se arrodilló, esperando a que Sidious hablara. Durante el largo viaje en moto deslizadora, había tratado de purgarse de ira y desconfianza. Había esperado, de hecho, que algún ser o criatura se cruzase por delante de su veloz máquina en los tramos sin rumbo que atravesaban las áridas colinas. Pero ninguno lo había hecho, y por eso había llegado al castillo de piedra que habían levantado los muuns con sus emociones aún intactas en su estado bruto. Sus periódicas ausencias de la escuela de combate Trezza habían tenido lugar desde el inicio de su formación, pero él no era el único alumno que iba y venía, y por eso habían dejado de ser un tema de especulación.
-Tú no eres el único culpable de lo que pasó -dijo Sidious al fin, deteniéndose frente a él-. El lado oscuro se ha mostrado seriamente interesado en ti, y está midiendo si puedes llegar a ser un recipiente adecuado para su poder. Buscando la expresión y odiando la contención, el lado oscuro nos pone a prueba constantemente, compitiendo con nuestra voluntad y con nuestra autoimpuesta prioridad de mantener el secreto.
Un hombre de mediana edad y estatura media, Sidious llevaba una larga túnica de color azul oscuro cuya capucha a menudo dejaba su rostro en sombras.
-Sí, maestro -dijo Maul-. Fui superado.
Los ojos de Sidious brillaron en la oscuridad de la capucha de la túnica.
-¿Superado? ¿Te atreves a agravar tu error con una mentira?
Maul bajó la mirada hacia el frío suelo de piedra.
-He dicho que no eres el único culpable. La voluntad del lado oscuro de cooperar en tu lamentable y orgullosa demostración no te exonera de romper la promesa que me hiciste y de poner en peligro mis planes para ti. -Sidious se alzó sobre él-. ¿Realmente imaginas que puedes venir aquí y esquivar la responsabilidad de tu error? ¿Que podrías presentarte como la víctima inocente en todo esto?
Maul quería pedir perdón, pero su ira firme no lo permitiría. En cualquier caso, ¿qué sentido tenía? Había recibido palizas por tener razón tan a menudo como por estar equivocado. Brotando de una fuente inalcanzable, la rabia le hizo levantar la cabeza y puso su lengua en movimiento.
Pero apenas una palabra salió de sus labios cuando sintió que su garganta se cerraba por un simple gesto la mano derecha de Sidious.
-No interrumpas -advirtió Sidious.
Se alejó de Maul, permitiéndole respirar poco después, y se volvió hacia él.
-Al usar la Fuerza para salir de la trampa que tus oponentes te habían tendido, has atraído una atención no deseada sobre ti mismo. Soy consciente de que los Jedi han continuado hostigando a Trezza por crear asesinos y ejércitos privados, de modo que considera lo que podría haber sucedido si un Jedi hubiera estado presente durante el ejercicio. Un Jedi no sólo habría comprendido que eres fuerte en la Fuerza, sino además que has sido instruido en las artes oscuras, poniendo en peligro mi posición. Y, por cierto, tu pequeña táctica en al abismo habría provocado poco más que una carcajada de un Maestro Jedi, al igual que un payaso provoca la risa de la audiencia.
Una vez más se puso delante de Maul.
-Y ahora... ¿qué es lo que querías preguntarme antes?
Maul comenzó tímidamente, como probando su capacidad de hablar.
-¿Cuánto tiempo tengo que seguir siendo una cosa aquí y otra allá? Entrenado en la Fuerza aquí, y entrenados para actuar sin ella allá? ¿Cuáles son sus planes para mí, Maestro? ¿Qué soy yo para usted?
Sidious tomó aire sonoramente por la nariz.
-Tú eres mi estudiante, Maul, y un día puedes llegar a ser mi aprendiz.
-Su aprendiz -dijo Maul, no muy seguro de qué hacer con la designación.
-Tal vez. Pero si eso está destinado a ocurrir, será al final de múltiples pruebas que harán que estas actuales parezcan insignificantes. Fuera del refugio de Orsis, comenzarás a entender que la República está construida sobre engaños, y que sólo sobrevive porque la Orden Jedi desea que sobreviva. Seres de todas naturalezas intentarán llenar tu cabeza con mentiras en un esfuerzo para atraerte a ese engaño, y tendrás que ser resuelto en tu lealtad hacia el lado oscuro de la Fuerza.
-Lo entiendo, Maestro.
-No -dijo Sidious-. Sólo crees entenderlo.
De los pliegues de su túnica sacó dos sables de luz, arrojando a Maul uno de ellos antes de encender la hoja del suyo. Maul supuso que las quemaduras que estaba a punto de recibir harían que las que había recibido del bláster de Meltch parecieran palmaditas de afecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario